“Nos han pasado tantos camiones por encima que hay ganas de renacer”, dice Mirta Busnelli sobre las diferentes formas que encuentra el ambiente artístico para manifestarte en tiempos de cuarentena. “Es imparable”, sentencia la actriz, que supo batallar contra un cáncer de útero y reponerse a un accidente automovilístico que le costó una fractura de fémur y un largo período de rehabilitación.
Hoy, a los 74 años, Busnelli se para de frente a la pandemia y se confiesa en esta entrevista con Teleshow: “Deseo y pido a las fuerzas pródigas no enfermarme. No quisiera tener que ir a un sanatorio por cualquier cosa que te pueda agarrar”.
La actriz forma parte de Las lilas, el silencio y la noche, una maratón virtual de poesías que podrá verse los domingos de septiembre, a las 21 horas, con entradas disponibles por Alternativa Teatral.
—En tu vida pasaste por muchas. ¿Eso te para distinto frente a la pandemia? ¿Te da miedo o sentís que, con todas las que batallaste, estás cubierta?
—No, no estoy cubierta. Al principio tenía miedo. Lo curioso es que ahora que hay no sé cuántos infectados por día uno relaja más el cuidado y eso es delicado. Tenía miedo por mi edad y también por enfermedades preexistentes, cualquier cosa que te pueda agarrar: una apendicitis, una bronquitis… No quisiera tener que ir a un sanatorio. En ese sentido es delicado, también.
—¿Trajo algún aprendizaje esta cuarentena?
—Hubo cosas nuevas. Al principio, como no se podía hacer nada, ese mandato de que hay que producir, crear, se me vino abajo, y fue fantástico. Me tranquilizó y empecé a conectarme con ciertas cosas que me gustaban. No tenía la ansiedad que tenés cuando estás trabajando y le das un valor al tiempo demasiado loco de no hay que perderlo y todas esas cosas que, en realidad, atentan contra el disfrutar. Me puse a hacer... me da vergüenza decirlo porque es un atrevimiento.
—¿Qué hiciste?
—Me puse a componer canciones y a cantar. ¡Una osadía total! No importa ya si son buenas o son malas, importa que tengo ganas y lo hago, y ese tiempo me encanta. Fue una cosa nueva. Cantar cantaba, pero eso no.
—¿Se viene un show con canciones?
—No (risas), no creo. Pero no importa, estoy contenta.
—¿Cómo estás viendo a los argentinos?
—Muy contradictorio todo. La gente que no se cuida. No lo comprendo: que se hagan reuniones y la gente no use barbijo. No entiendo qué es lo que la persona piensa en ese momento.
—Si tuvieras que interpretar a una mujer de la política, más allá de lo ideológico, ¿quién te parece un lindo personaje para interpretar?
—Me gustaría Evita, pero ya se hizo bastante. Y además no estoy en edad para hacerla. Sería lindo, por un momento, acercarte un poco a esa mujer.
—¿Y si vamos a la actualidad? Pienso en las vidas de Patricia Bullrich, Lilita Carrió, Cristina.
—A Bullrich y a Lilita Carrió no me da ninguna gana de hacerlas. Cristina está tan vital y tan vigente que no me parece que sea interesante hacer una película con ella, en este momento. Es un personaje muy impresionante y muy interesante. Es una mujer muy valiente, muy inteligente, como nunca hubo, excepto Evita, pero de otra manera. Así que es alguien recontra interesante para hacerla, pero en este momento, no.
—¿Cómo ves el feminismo hoy en esta Argentina?
—El feminismo es un movimiento revolucionario mundial enorme que ojalá siga creciendo y que ha cambiado muchísimo desde que empezó hace más de dos siglos. Ahora es como si se hubiera precipitado todo lo que se pensaba sobre qué derechos tenía la mujer o debería tener, todo lo que era injusto. Darse cuenta de más cosas que hemos naturalizado. Nunca me consideré feminista, pero me considero feminista en el sentido de que no hice lo que se esperaba que tenía que hacer. No me casé y me dediqué al hogar o a tener hijos. En ese momento no tenía una buena opinión de la familia. Ahora las cosas están cambiando. A mi hija la tuve cuando quise, que fue bastante tarde porque antes no lo sentía. Independientemente de eso, vino en catarata todo. En el país, el caso de Thelma (Fardin) fue la gota que rebalsó el tarro para que los hombres y las mujeres se preguntaran hasta dónde esto es una actitud machista y hasta dónde no. Cuáles son los límites. Eso todavía se está repensando, los hombres lo están repensando. Tanto a punto que se tienen que cuidar porque por ahí cometen algo que no saben que está mal. Ahora recapacitaron y decimos: “¿Cómo las mujeres se pudieron bancar tanto? ¿Por qué la mujer fue tomada como ser inferior? ¿Qué les pasó a esas mujeres que aceptaron esa situación?”.
—¿Crees que se va a discutir la ley de aborto?
—Sí, se va a discutir. Se están demorando cosas, como lo del impuesto a las grandes fortunas. Ahora pareciera que por ahí se va a tratar. Alberto (Fernández) ya dijo en la campaña que iba a presentar la ley de aborto para que se apruebe. Puede tardar un poco más en relación a la cantidad de oposición y de críticas y de desestabilización. En ese sentido, puede parecer más oportuno o menos oportuno el momento. Personalmente, creo que se tiene que hacer ya.
—¿Te trajo problemas alguna vez opinar o manifestarte políticamente?
—Sí, en Twitter, mucha agresividad. De cualquier manera, no estoy afiliada a ningún partido. Apoyo las medidas de gobierno que son muy buenas, y en ese sentido, apoyo a este Gobierno. Por otro lado, milagro que se produjo... Imaginate si no hubiera sido así, las opciones que tenemos, con el estado en que está nuestro país y que estuvo con la devastación, con la deuda, la suba de tarifas, el aumento de la pobreza. Es impensable ahora, pero imaginate si hubiera un gobierno que no tenga en cuenta todo eso, como no lo tuvo en cuenta el anterior, en este contexto de pandemia. No me quiero imaginar porque me da escalofríos.
—Recién decías que apoyás las medidas con las que acordás y entiendo que te permitís cuestionar o criticar, ya sea interna o públicamente, los desacuerdos. Es un ejercicio sano. Hoy pareciera que todo es blanco o negro y solo valen las posiciones extremas.
—Lo que pasó en la 9 de Julio con las manifestaciones anti cuarentena, donde aparecieron una serie de personas que uno no comprendía bien en qué estado psicológico estaban... Repetían cosas que ni sabían lo que estaban diciendo. Que si nos vamos a convertir en Venezuela, que si el comunismo... Es de una estupidez enorme. Decían que nos íbamos a convertir en “Valenzuela”. Ha habido una violencia muy grande, un descontrol, casi al límite de que hubiera algo más serio. ¿Qué le pasó a esa persona? ¿Qué necesitó hacer? ¿La manifestación le dio la posibilidad de poner en movimiento a una personalidad para sentir una pertenencia? ¿Qué lo lleva a esos gritos, a esos ataques de locura, de salvajismo?
—En las redes, lo permite algo del anonimato.
—Los ataques son de todo tipo, son políticos, son a artistas. No necesariamente por ser peronistas o macristas, sino simplemente alguien que tiene algún problema en la pantalla y empieza la saña total. Una cobardía.
—El ambiente artístico está sufriendo mucho el contexto de pandemia y cuarentena. ¿Faltan ayudas dentro del sector?
—Totalmente. El Gobierno puso algunas becas, algunos premios, pero no alcanzan porque es mucha la cantidad de gente que no está trabajando. Imaginate toda la industria audiovisual: técnicos, escenógrafos, directores, sonidistas. De la televisión no hablemos porque, además, no hay ficción nacional, que es un tema bastante importante que requiere una política muy profunda para analizar. Los empresarios pueden decir que no les dan los números; con respecto a eso no puedo decir si es verdad o no, pero no puede ser que no se haga ficción porque no dan los números. Entonces, ¿nos quedamos sin hacer las cosas que nos gustan?
—¿Cómo ves la situación de Polka?
—No sé los detalles. Sé que tuvo que cerrar y que no podía pagar. ¿Qué te puedo decir? No es lindo, no es bueno. Es una empresa que ha facturado muchísimo, no tiene límites. Dentro del menú que ofrece la televisión, hay muchos programas del mismo estilo que ocupan muchas horas. No creo que no tengan que existir, a mí personalmente no me agradan, pero me parece que no pueden tener semejante espacio. Cuando están hablando todo un programa de la vida personal de las personas... Se vuelve muy empobrecedor fisgonear, mirar, averiguar.
—Vos no te has metido en grandes quilombos.
—No, no me meto. Ni en grandes ni en pequeños. Ojalá que no me pase. Nunca estás exento de que pase algo en la conducta en tu vida con los demás, que pueda llamar la atención o ser mal visto o que esté mal.
—Hay personalidades mediáticas que entran en el juego e incluso lo retroalimentan; no ha sido tu perfil.
—No, no me dan ganas de hacer eso. No estoy produciendo nada bueno para mí. Si tengo ganas de ser famosa tengo otros vehículos donde puedo hacer cosas que sean buenas.
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