A solas con Toquinho, referente máximo de la música brasileña: “La guitarra es mi psicoanalista y compañera”

Presenta el concierto por streaming que recorrerá su larga carrera artística. Y en esta entrevista con Teleshow habla de su vínculo con Argentina, recuerda sus encuentros con Aníbal Troilo, Astor Piazzolla y Mercedes Sosa, y revela su amor por el fútbol

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“El escenario es una continuidad de la casa propia, de la cosa íntima”, dice el cantautor brasileño Toquinho, uno de los máximos exponentes de la música popular de su país. El guitarrista prepara un concierto vía streaming desde San Pablo para el 26 de septiembre y abre las puertas virtuales de su casa a Teleshow para hablar de música, fútbol, política, y hasta de sus secretos culinarios. “Estoy cocinando muy bien en esta epidemia”, confiesa el cantante y revela su especialidad: “La pasta amatriciana al óleo”.

De la nueva normalidad que atraviesa el mundo entero, Toquinho dice que algunas costumbres llegaron para quedarse. “Como soy hipocondríaco, me gustaría usar máscara para toda la vida”, explica entre risas, y se muestra optimista por la situación que atraviesa su país: “El equilibrio económico será mucho más rápido de lo que pensamos”, dice.

—¿Cómo te llevás con la pandemia? ¿Estás pudiendo hacer un aprendizaje de lo que estamos viviendo?

—Es una oportunidad para todos de tener una reflexión interna y poder estar bien consigo mismo, o no; eso es un problema. Estar solo no quiere decir soledad: podés ser vos mismo una buena compañía. Es un aprendizaje importante para todos nosotros. Esos son los lados positivos, los negativos todos los sabemos.

—¿Compusiste en esta cuarentena? ¿Te dieron ganas de escribir?

—Mucho, eso siempre. Estoy haciendo muchos trabajos, muchos proyectos. Componiendo y escuchando la guitarra. Hice Minha história em 20 canções, que son mis veinte canciones más importantes. Lo lancé en Internet y en redes sociales, y estoy haciendo un proyecto muy fuerte para Netflix. Trabajando todos los días.

—Se viene, también, el show de streaming. En este momento necesitamos mucho a los artistas y está buenísimo que se estén encontrando las formas de estar a la distancia.

—Somos la parte más restringida porque somos los últimos en volver a trabajar normalmente. El artista que viaja, que hace espectáculos, implica unión de gente, multitudes, personas reunidas en un teatro o en un espacio. Eso va a ser lo último en volver. Empezaremos a trabajar normalmente después de la vacuna. Antes no veo la posibilidad de hacer un espectáculo con gente y todo.

—¿Cómo sentís el vínculo con Argentina?

—Muy grande, me gusta muchísimo el país. Conozco desde Bahía Blanca a Tucumán, viajé mucho. Cuando tenía 22 para 23 años, vivía en Italia con Chico Buarque, y cuando volví para Brasil, Vinicius de Moraes me llamó para trabajar con él; yo no creía, pensaba que era un juego de mis amigos. Era para trabajar en Argentina, un show en un café concert, La Fusa. El primer vínculo que tuvimos Vinicius y yo fue en ese país. Si no fuera por Argentina, no tendríamos toda esa camaradería. Cuando llegamos, un productor quiso registrar en vivo esos espectáculos muy simples: éramos María Creuza, Vinicius y yo. Hoy, ese disco es el disco en catálogo más antiguo en todo el mundo brasileño. Se encuentra en Japón, en todas partes. Fue una conexión muy fuerte con Argentina. Íbamos siempre al Edelweiss, un restaurante en Buenos Aires donde me encontraba a Pichuco, Aníbal Troilo, (Ástor) Piazzolla, Amelita Baltar. Éramos todos amigos. Mercedes Sosa. Todos trabajando ahí, simplemente.

—Sos amado en Argentina. Tu música, tu arte, es maravilloso.

—Estuve muchas veces en el Luna Park, tres, siempre lleno, con mucho afecto de la gente, mucho reconocimiento. Es muy bueno siempre que puedo estar. Ahora no sé cuándo podré volver a tocar allá...

—El año que viene, seguramente.

—Sí. Era para este año y tuvimos que transferir todo, pero el año que viene estaré ahí para comer un chorizo, empanadas y vinos. Me conecto mucho con el país, con la parte de la comida y la amistad.

—Pero en los mundiales estás con Brasil...

—(Risas) No, estamos hermanos ahora, estamos mal. El fútbol es otra cosa que me ha enamorado, apasionado. Trabajé como comentarista deportivo. El fútbol sudamericano está mal en relación a toda la estructura europea. En las finales no tenemos ningún sudamericano, en el último mundial eran todos europeos. No veo a Brasil y Argentina en un momento muy fuerte en relación a toda la estructura que tiene el fútbol europeo.

—Pero si la final de un Mundial es entre un equipo europeo y Argentina, ¿hinchás por Argentina? Hay una pica histórica con Brasil en el fútbol.

—Había mucha más. Ahora ves que Neymar y Messi son amigos, Neymar se lleva con Di María; cambió mucho la mentalidad. No es tanto la mentalidad de Maradona, que tenía más esa rivalidad, en esa época. Ahora veo mucho menos porque el fútbol está muy mezclado a nivel internacional.

—Pienso en esto mismo que decís pero aplicado a la música. ¿Cómo ves las nuevas generaciones respecto de la tuya junto a Vinicius, Chico Buarque, Gilberto Gil?

—La música es música siempre y siempre será. Mi generación fue muy afortunada, tuvimos mucha suerte histórica. No creo que haya una generación así, fuerte musicalmente. Hablás de cinco, seis nombres, en 20 nombres conocidos y que hacen música brasileña hasta hoy. No veo la unión musical que tuvimos nosotros. Ahora tienen una ponderación internacional increíble. Existe una saturación de información y la música está mucho más diseminada en Internet. Internet es una cosa buenísima y muy mala también. En nuestro tiempo, cuando no había Internet, era mucho más nacionalista entre nosotros, mucho más brasileño. Ahora tienen una internacionalización muy fuerte, una influencia de todos. Es un boomerang mundial, para mí un poquito excesivo, mucha información, y no vemos cuán pequeños somos en todo el mundo. Mi generación fue la más fuerte de la música brasileña porque venimos de un país que tenía a Juscelino Kubitschek como presidente, tenía la bossa nova, un desarrollo industrial muy fuerte, Brasilia era una capital nueva, un Brasil nuevo, el cinema novo de Brasil. Era una generación que estaba inserta culturalmente. No veo mucho eso aquí. Políticamente ahora Brasil, desde América del Sur, es una cosa mucho más frágil y mucho más pulverizada.

—¿Cómo ves el presente político de Brasil con la pandemia y el impacto post pandemia?

—No soy pesimista. El PIB brasileño bajó 9.8 por ciento y el de España 18, Estados Unidos 32, Italia 12… Creo que tiene arreglo. La bolsa está muy bien, las reformas están siendo hechas. No veo a Brasil de una forma negativa, para nada. Tenemos una estructura y un potencial de rehabilitación muy fuertes, de consumo y todo. El gobierno prolongó la ayuda para la gente más pobre hasta fin de año y están llegando con un incentivo mucho más grande para esas familias. Entonces, creo que el equilibrio económico será mucho más rápido de lo que pensamos.

—¿Cómo está el ánimo de la gente?

—Está bien, dentro de todo, volviendo a la normalidad con riesgo porque están todos saliendo, yendo a la playa. Algunos con máscara, pero no todos, y aun es un peligro, pero bajó mucho ya. Estamos en una meseta de la pandemia. Sao Paulo, principalmente, está muy bajo. Todos los hospitales que fueron hechos de emergencia están cerrados. En las UTI está muy baja la internación, las muertes bajaron mucho. Tenemos 220 millones de habitantes, entonces era evidente que, como tenemos un desnivel muy grande de gente pobre y gente rica, no podrían ser menos que lo que fueron los efectos de la pandemia. No podemos comparar la población de Italia, de Francia, con Brasil. Brasil tiene mucha más gente y mucho más desnivel financiero. Me parece normal los números que tuvimos, infelizmente, en relación a todo el mundo. Ahora está bajando mucho. Como soy hipocondríaco, me gustaría usar máscara para toda la vida (risas).

—Algunas de las costumbres llegaron para quedarse.

—Estamos aprendiendo muchas cosas que no sabíamos. La gente está aprendiendo a lavarse las manos, tenemos que tener mucho más cuidado con todo. Siempre estaba con problemas de voz, de garganta, una gripe, y ahora, en seis meses, no tuve nada. ¿Por qué? Porque no solamente la máscara protege del coronavirus sino que te protege de muchas más cosas. Voy a continuar esto lo máximo posible porque es mucho más sana esa precaución. La gente está aprendiendo a ser un poquito más cuidadosa. Una vez Joao Gilberto, el cantante brasileño, le concedió una entrevista a una chica. Entonces, vino y estaba resfriada, con gripe, y él la expulsó de su habitación: “¡Salí de acá! Soy cantante. ¿Cómo podés hacer un trabajo como este con una influenza?”. En Japón, la gente por la calle usa máscara si está resfriada, con gripe, protegiendo a los otros. Acá no tienen el menor cuidado. Tenés que ponerte la máscara para no pasarle a la gente. Esa educación no la tenemos y ahora estamos aprendiendo un poquito.

—¿Queda algo de Antonio, el niño que fuiste?

—Sí, me queda algo de todo lo que fui y todo lo que vivo. Me queda algo de las personas que están conmigo. Me conecto siempre con todos los segundos de la vida. Aprendí mucho con lo que vi de la vida de los otros y también de la mía, por supuesto. Experiencias malas de otros y mías también. Nadie pasa por la vida sano, sano, siempre hay cosas malas también que nos suceden a todos y hay que intentar transformar eso en positivo en ti mismo.

—¿La música salva?

—Mucho, es mi psicoanalista la guitarra, es mi compañera. No puedo hacer el amor con ella pero lo hago de otra forma. La música salva. La música ayuda mucho a la gente. No sé lo que sería el mundo, el pueblo, la gente, sin arte. La música tiene el recuerdo, trae los aromas, la separación, la unión. Mucha gente tuvo hijos con mi música, es fundamental para los sentimientos de todos, no solamente para quien la hace. Al revés: quien hace una canción, después de hecha, ya no es más de él. Tengo cientos de hijos por ahí que son de los otros que las oyen y ponen esas canciones en sus vidas.

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