Un seguidor blanco le alumbró el camino a Andrés Ciro, que bajó del escenario por una escalera para pararse justo en el corazón del Luna Park, ahora vacío. En otra vida -tan cercana, tan lejana-, ahí nacían los remolinos de pogos imparables y calientes. Envuelto de soledad, el frontmam sopló la indeleble armónica de “Tan solo” e insertó esos versos bluseros y añejos en esta realidad de distanciamiento social. Bienvenidos a la nueva normalidad.
Además de extender el campo de acción más allá del escenario -el medley piojoso “El farolito” / “El balneario de los doctores crotos” / “Muévelo” también lo hizo desde el “campo”- y explotar su mood actoral, Ciro logró el milagro de atravesar la pantalla y llegar a todos los livings en la primera jornada del Cosquín Rock Online. Usando a su favor (y como nadie) las posibilidades tecnológicas que dio esta versión del festival, el ex líder de Los Piojos entregó un show tan enérgico y emotivo como los “de antes”, a bordo de Los Persas: una sucia, prolija y precisa banda de rock & roll que ejecutó un repertorio mitad y mitad (“Pistolas”, “Astros”, entre otras).
En “Ruleta” invitó a activar la cámara 360°: en esa perspectiva, el público quedó sobre el escenario, rodeado por los músicos y alucinando con los efectos especiales de casino preparados para la canción. El cantante cedía su micrófono y, del otro lado de la “cuarta pared”, cada quién habrá completado la canción. En “Ciudad animal”, la realidad virtual convirtió la escena en un zoológico holográfico. Para “Cruel”, los fans enviaron un coro que se multiplicó y se reprodujo en las pantallas del estadio; así como los “trapos” para la ineludible lectura de banderas, antes del final. Todo muy “Black Mirror”, pero sin nudo dramático.
Para replicar la experiencia “analógica”, a los cuatro escenarios del Cosquín Rock Online -Luna Park, La Trastienda, Vorterix y The Roxy, refugio del stand-up y charlas- se accedía por un mapa interactivo. Salvo por inconvenientes aislados -un final abrupto en el set intimista de Julieta Venegas; conexión poco fluida en las presentaciones de A.N.I.M.A.L., Los Tipitos y Attaque 77-, la plataforma exclusiva del festival era estable y fácil de navegar. Se podía ir de cambiar de escenario en un solo click y los shows podían ser vistos desde cuatro ángulos distintos; algunos contaban, además, con la posibilidad de la “experiencia 360°”. Para sumar interactividad, el chat general y las salas privadas armadas por los usuarios fueron punto de encuentro y diálogo para la multitud digital. Casi como estar en el enorme predio del Aeródromo de Santa María de Punilla.
”Somos la única banda que está tocando en vivo posta posta”, agitó Mosca Velázquez, el inoxidable comandante de 2 Minutos, deschavando la dinámica del festival: algunos shows -especialmente los de los grupos residentes en el interior y exterior del país- fueron grabados en los días previos a la transmisión de este fin de semana. Enchufados, los de Valentín Alsina pelaron actitud punkrocker desde el discurso (“Los políticos son todos una mierda”, acotó Mosca) y por acumulación de clásicos (“Ya no sos igual”, “Postal 95” y “Piñas van, piñas vienen”), perforando la pantalla con una descarga eléctrica contínua.
Sofisticado y popular, Vicentico también se presentó el sábado: acompañado por su banda y aplicando efectos y filtros a su singular voz, armó un setlist sin concesiones entre hits propios (“Ya no te quiero”, “Creo que me enamoré”), tapados (“Bajando la calle”, “Viento”) y nada de Los Fabulosos Cadillacs. A diferencia de la mayoría de los cantantes, que saludaron a la nada, se divirtió con la rareza de tocar en un enorme estadio vacío, imaginando un diálogo probable con una multitud. Y llevó más allá su humor luego de la definitiva “Solo un momento” al rociar su micrófono con aerosol desinfectante segundos después de concluir su performance.
Al mismo tiempo, se transmitió el show de Las Pelotas, con parte de la banda en Buenos Aires y parte en Traslasierra. Desde esa zona cordobesa, Germán Daffunchio y el guitarrista Tomás Sussmann completaron el ensamble para mantener la asistencia perfecta del grupo en el Cosquín Rock. “¿Dónde está Facundo?”, preguntó a los gritos Daffunchio en “Desaparecido”, canción con la que el grupo mantiene en agenda a los desaparecidos en democracia, como Julio López. En este caso, se rogó por la aparición con vida de Facundo Astudillo Castro, de paradero desconocido hace más de 100 días.
Con encanto y desfachatez, Louta también enamoró a las cámaras. Acompañado por un trío de pulso rockero y sin nada de la parafernalia que suele montar en sus presentaciones, este performer plástico & elástico le imprimió histrionismo a su cancionero condenadamente pop: desde las más nuevas (“Amame” y “Media hora”, extraídas de “2030”, su disco parido en cuarentena) y “No te comas la peli”, hasta las viñetas de “Todos con el celu” y “Ayer te vi”, en tandem con la dulce voz de Zoe Gotusso.
El delicado pop urbano de Malena Villa, la catarsis rockera de Sol Alac y la prestancia hardrocker de los peruanos Inyectores le habían dado inicio, en simultáneo, al primer Cosquín Rock Online. De movida, el menú se ofreció variado y representativo de la escena de los países en los que el festival llegó a clavar su bandera más allá de las fronteras argentinas.
Para hoy, domingo 9, están programados Ratones Paranoicos, Molotov, Rata Blanca, Damas Gratis, El mató a un policía Motorizado, Turf, León Gieco y Trueno, entre otros.
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