Unos pocos estuvieron con Rodrigo Bueno en la noche previa al accidente que le costó la vida. Aquel viernes 23 de junio del 2000, el músico fue a comer a El Corralón, el restaurante al que acudían varias celebridades del mundo del espectáculo, junto a su ex mujer Patricia Pachecho y su hijo Ramiro Bueno, que por entonces tenía tres años.
Esa noche, se encontró con Carlos Monti, quien en ese momento estaba al frente del programa Rumores —junto a Susana Roccasalvo—. El cantante y el periodista habían entablado una buena relación luego de que el músico presentara sus canciones en el programa que se emitía por la pantalla de América.
En la parrilla de Palermo el Potro también saludó al recordado productor Pepe Parada —hermano de Emilio Disi—, que estaba acompañado por el actor Fernando Olmedo, a quien invitó a presenciar el show que daría esa noche en La Plata. “Pero, ¡andate con él!”, le sugirió Pepe cuando el hijo del Negro Olmedo le contó que nunca había visto cantar en vivo al ídolo cordobés.
Darse ese gusto terminó siendo fatal. Unas horas después Fernando y Rodrigo serían las víctimas del accidente de tránsito que protagonizaría la camioneta en que la que viajaban por la Autopista Buenos Aires-La Plata, luego de la presentación del cuartetero en la disco City Bell Escándalo.
Pero esa misma noche, y en la misma mesa de Parada, se encontraba una joven que —a la vista de su belleza— tenía destino de estrella. Con apenas 19 años, recién comenzaba su carrera en el mundo artístico: Pepe la presentó como Karina Jelinek.
Con el pelo un poco más claro del característico morocho con que saltaría a la fama poco después, Karina se tomó una foto con Rodrigo. El cantante no solo pasó un brazo por uno de sus hombros —lo mismo hizo con el productor, es cierto—, sino que también apoyó una de sus mejillas sobre la enorme sonrisa de la modelo. Dicen los testigos del encuentro que quedó cautivado con su hermosura.
“Fui solo con un amigo, pero ni lo conocía. No tenía idea”, se limitó a decir Jelinek cuando Teleshow le pidió detalles de aquel encuentro, que según recuerda la modelo, se habría originado por una mera casualidad. Y solo en eso quedó. Porque están quienes dicen que fue ella la mujer que lo vio al Potro por última vez. ¿La respuesta de Karina? “Que digan lo quieran. Ya te dije: no lo conocía, ni idea”.
Como fuera, rato después de aquella foto cada uno tomó su camino. Porque ambos destinos estaban marcados: el de Rodrigo, por la tragedia; el de Karina, por la fama.
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