En un inédito marco de cuarentena mundial, hoy el planeta celebra el Día Internacional de la Felicidad. La fecha fue instituida por la Asamblea General de la Naciones Unidas gracias a una iniciativa del Reino de Bután, que consideraba que la Felicidad Nacional Bruta era más importante que el Producto Interior Bruto de un país. Pocas cosas nos hacen tan felices como la música y pocas musas han visitado a sus creadores como la felicidad. A continuación, algunos ejemplos.
La felicidad – Palito Ortega
“Antes que nunca estuve así enamorado, no sentí jamás esa sensación”. La canción más emblemática de Palito Ortega nació de un tirón como una declaración de amor a Evangelina Salazar. “Son canciones escritas sin premeditación. Uno no las trabaja demasiado, salen como un aluvión”, explicó El Rey acerca de la espontaneidad con la que surgió el tema, y lo que en cierta medida explica el secreto de su éxito.
La compuso para que la interpretara su admirado Paul Anka, pero el olfato de un ejecutivo de la discográfica lo paró. “Esto va a ser un éxito, tenés que grabarla ahora mismo”. Se publicó en 1967 y donde la tocara, le auguraban el mayor de los sucesos. En España podía entenderse, en Italia quizás. Pero también llegó a Alemania, a Suecia y las fronteras se hicieron más difusas. Ya el idioma no era un problema. La felicidad era compartida por todos.
Himno a la alegría – Miguel Ríos.
Para rastrear el impacto de esta canción hay que viajar en el tiempo. El poeta y filósofo alemán Friedrich Von Schiller escribió la “Oda a la libertad” en 1785 y en él se inspiró Ludwig Van Beethoven para componer el movimiento final de su Novena Sinfonía, que estrenó en 1824. Casi un siglo y medio después, Waldo de los Ríos, el músico argentino radicado en España, compuso un arreglo maravilloso y el poeta Amado Regueiro Rodríguez hizo la adaptación de la letra. La potente voz de Miguel Ríos, con su formación rockera en contrapunto exacto con la pompa sinfónica de la orquestación, era el ingrediente que faltaba para lograr la combustión exacta.
La canción se estrenó a mediados de 1969 como single de “Despierta”, segundo álbum del músico de Granada, para el que nada fue igual. Enseguida grabó una versión en inglés y ya no tuvo freno: Nueva York y Londres rendidas a sus pies. Se volvió un himno en tiempos sociales convulsionados y le dio un espaldarazo al músico, para adquirir confianza en sí mismo después de un comienzo errante y sentir que podía construir una carrera sólida. Medio siglo después, la canción y el artista siguen vigentes, cada uno por su lado y, cada tanto, reencontrándose.
Don’t worry, be happy – Bobby McFerrin
Este himno ochentoso a la felicidad surgió de la frase que un gurú hindú había popularizado en la costa oeste de los Estados Unidos a finales de los ’50. La frase se mantuvo en el imaginario popular, hasta que Bobby McFerrin lo tomó como disparador e imaginó una canción simple, tan liviana para la que no precisaría otro instrumento que su voz. Y algunos trucos, claro.
El tema se editó en 1988, formó parte del soundtrack de “Cocktail”, protagonizada por Tom Cruise, y se disparó por todos lados. Llegó a oídos del comité de campaña de George Bush, pero el músico se negó a entregársela e incluso dejó de interpretarla en sus conciertos y las nuevas generaciones argentinas la escucharon en una reconocida publicidad de pañales.
La canción superó al artista, al punto de convertirlo, en el mejor de los casos, es un emblema de los One Hit Wonder (aquellos cantantes de un solo éxito). En el peor, se la atribuyen a Bob Marley, quien había fallecido siete años atrás.
La vida es un carnaval – Celia Cruz
La canción que llevó a Celia Cruz por todos los rincones de América tiene firma argentina y se trata de Víctor Daniel, músico entrerriano de nacimiento y residente en Miami, donde se había hecho un nombre en la comunidad latina.
En julio de 1994 viajaba por el continente y las noticias lo sacudían a cada paso, sin distinción de países. El atentado a la AMIA en Argentina, los conflictos guerrilleros en Colombia, hasta que el testimonio de una señora en televisión que lo conmovió. Lloraba ante la cámara, lamentando haber perdido a su familia. Sintió que tenía que acompañar de algún modo a esa mujer, darle ánimos, decirle que todo iba a estar mejor. Se sentó al piano y empezó a darle forma a “La vida es un carnaval”. Cuando la terminó, supo que debía interpretarla Celia Cruz.
La canción maravilló al productor Isidro Infante y al manager Ralph Mercado y llegó a oídos de Celia. A la cubana le encantó, y le planteaba un desafío: salirse de la zona de confort de la salsa más tradicional y meterse en los aires de la cumbia. Se publicó en 1998 como sencillo del disco “Mi vida es cantar” y fue la carta de presentación de Cruz en el cono sur, un terreno que no había explorado demasiado.
“Soy feliz” - Ricardo Montaner
“La gente está cansada de escuchar cosas tristes”. Con esa premisa tan simple, Ricardo Montaner se propuso renovar su cancionero de hits y compuso “Soy feliz. Se publicó en el 2010, como single de un disco recopilatorio con algunos temas en vivo del cantante oriundo de Avellaneda. Se trata de un tema que realza un mensaje positivo, apoyado en un ritmo bailable fruto de la fusión de géneros tropicales con los sonidos urbanos.
El tema contó con la difusión prime time a partir de “Show Match”, renovando una sociedad exitosa del músico con la cortinas televisivas y fue un éxito en toda América Latina. El videoclip de difusión muestra una estética casera y un viaje directo a la intimidad de los Montaner, dispuestos a contagiar aquello de “Soy feliz, vamos que la vida es una fiesta”.
Happy - Pharrell Williams
Se trata del himno a la felicidad por excelencia de los centennials. Compuesto, producido e interpretado por Pharrell Williams, fue estrenado el 21 de noviembre de 2013 y formó parte de “Girl”, segundo álbum del músico, y del soundtrack de “Mi villano favorito 2”. Para su difusión, se emitió por Internet un video de 24 horas de duración, en el que mostraba al propio Williams entre anónimos y celebridades -Kelly Osbourne, Magic Johnson, Sergio Mendes, los entrañables villanos del filme- demostrando que “Happy” se podía bailar un día entero sin parar.
La situación fue replicada por todos los rincones del mundo, incluido un video en Argentina filmado en las calles de Palermo. Al año siguiente, “Happy” perdió el Oscar a manos de “Let it go”, de Frozen. Sin embargo, el soberano, a lo largo y a lo ancho del planeta lo había consagrado ganador.
Bonus track: “A felicidade” – Joao Gilberto
Quién hubiera imaginado que el antídoto para la felicidad iba a llegar desde el paraíso mismo de la alegría. “A felicidade” forma parte del núcleo embrionario de la bossa nova. Fue una de las primeras colaboraciones del compositor Tom Jobim y el poeta Vinicius de Moraes. Se las encargó el productor de la película “Orfeo negro” con tanta urgencia que se pusieron a trabajar por teléfono. Tom en su casa de Río y Vinicius en la embajada brasileña en Montevideo, donde cumplía tareas de diplomático.
La película fue un éxito. Ganó el Oscar en 1960, pero la “A felicidade”, interpretada por Agostinho dos Santos, se perdió entre otros títulos como “Manhá de carnaval”. No fue sino hasta 1963 que se popularizó en la versión más tristona de Joao Gilberto y marcó su espíritu para siempre. La canción fue interpretada por los más grandes de la Música Popular Brasilera y su primera línea “Tristeza nao tem fim” se incorporó al diccionario popular. Sí, la tristeza también podía ser brasilera.
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