Alcanzó su pico de popularidad cuando tenía apenas 14 años. Y hoy, dos décadas después, las canciones de Daniela Herrero se siguen escuchando. Compartió escenario con artistas como Charly García, Pappo, Gustavo Cerati, Hilda Lizarazu y Fabiana Cantilo, fue telonera de Avril Lavigne y Tears for Fears. Y como actriz, estuvo en la exitosa Costumbres Argentinas. Fue tanta la intensidad de esa época, que luego de un tiempo decidió alejarse del medio porque le pareció un exceso.
Admite que es una persona tímida, muy pensante y ermitaña. Con el tiempo, buscó reinsertarse en el medio. Ahora, con otra cabeza y otra madurez, Daniela está sacando un disco independiente. Y “Raíz”, el primer adelanto de su nuevo disco, se irá presentando de a poco.
—¿De qué habla tu nuevo tema “Raíz”?
—Habla del abuso de las redes sociales y cómo afecta a las personas esto de estar todo el tiempo conectado. Nos separan un poco del diálogo con el otro, de la realidad. Lo que más me llamó la atención es que hay una estadística que dice que la falta de likes genera depresión. ¿Cómo nos puede afectar algo tan trivial o tan tonto como eso? ¡Qué inseguros que somos! Es algo que nos tenemos que cuestionar.
—No sos de dar muchas entrevistas...
—Sí.
—¿Por qué?
—Es una decisión. Yo cuando voy a los medios es porque tengo algo para decir o sacando material nuevo; si no, no voy. Desde ya que no me gusta exponerme si no tengo nada para contar. Soy muy introvertida. No vivo una vida polémica. Y tampoco me gusta ver personajes en los medios haciendo sus shows, sus grandes shows. Me da como vergüenza. Pero bueno, también son estereotipos.
—Al empezar siendo tan chica, lo habrás vivido con mucha intensidad.
—Yo creo que también es por eso. Porque hace 20 años que me dedico a la música. Mi primer disco salió en 2000, tenía 14 años. Uno se va como desgastando un poco, y va eligiendo qué hacer, qué no hacer. Y también aprendiendo a caminar en los medios, que no es fácil.
—¿Te costó pasar del anonimato a la popularidad, y después, que te llamen para actuar en televisión? Fueron muchas cosas en muy poco tiempo.
—Sí, me costó mucho adaptarme. Soy muy perfil bajo, y me costó en el momento que salió “Solo tus canciones”, que fue un hitazo. Fue lo primero que se conoció de mi carrera, de mi profesión, y fue como mucho, ¿viste?, mucha exposición. Estaba en la adolescencia, terminando el colegio, y fue mucha locura. Además, como los fines de semana me iba a tocar, no estaba nunca en mi casa, perdí conexión con mis amigos en el día a día, esto del juego. Muchas responsabilidades de golpe. Y asumir todo eso, me costó.
—¿En algún momento te cansaste?
—Sí. En un momento querés patear el tablero y decir basta. Me costaba la decisión porque amo lo que hago, amo la música, amo el arte. Entonces, no me veía haciendo otra cosa. Me fui en un momento por otro camino, por el camino de la actuación, que también me gusta, pero siempre vuelvo a sacar discos, a hacer música; me sale naturalmente. Yo creo que eso me pasó por todo esto que te digo, y porque me parece que adaptarse a una situación que es poco común, o por momentos antinatural. Hacer notas, ir a tocar, que te conozca mucha gente, que la gente cante tus canciones; todo eso es hermoso pero también, por momentos, es abrumador.
—¿Te costó volver a conectarte con vos misma?
—Sí, claro. Soy de dudar, de cuestionarme, de analizar cada paso que doy. Y ahora estoy en una etapa mucho más relajada, más fluida; tengo ganas de disfrutar, de no hacerme tantas preguntas. Y de vivir. De pasar mucho tiempo trabajando una canción. De buscar eso que quiero decir. Qué sé yo, leer, mirar una película, ir al cine, escuchar entrevistas de otros artistas que amo. Todo eso me nutre y me hace muy bien. Y creo que la inseguridad también es parte de todos. Y hay que trabajarlo y siempre tratarse con amor uno mismo, eso es importante.
—¿Cómo es el ambiente de la música?
—Es un ambiente de mucha competición y de mucho ego. Hay que tener los pies sobre la tierra, y por lo menos creo que yo los tengo. Trato de siempre conectar con eso, con lo esencial de la vida, con mi familia, con mis amigos, con cosas que me hagan bien y me nutran. Y ahí me conecto, ese es mi cable a tierra: mi casa, mis perros.
—¿Cómo era trabajar con tu papá, que fue tu mánager?
—Complicado. Porque se van confundiendo los roles y de golpe es difícil porque uno necesita un padre, no un mánager. Se genera mucha distancia, se confunde todo. Y el límite de padre no es el mismo límite que te pone un mánager. El rol de padre es más permisivo, más relajado.
—¿Cómo tomaron la decisión de que siguieras con otro mánager?
—Fue una decisión mía porque nos peleábamos mucho. Y nos distanciamos mucho también. Entonces hoy por hoy hablo cuando estoy sacando un disco nuevo, muestro muy poco. Es como que se genera una interferencia rara y prefiero mostrar cuando ya lo tengo listo y compartirlo cuando ya está hecho. Porque en el camino empiezan a haber opiniones diversas que, por lo menos, no me suman mucho.
—¿Tu mamá se metió en todo esto?
—Mi mamá es más relajada. A ella aparte le gusta todo, entonces es cero crítica. Pero me acompaña, es mi mamá.
—Te volviste vegetariana..
—Ya no.
—¿Lo dejaste?
—Sí, durante cuatro años y medio fui vegetariana.
—¿Qué pasó?
—Hace un año que volví a comer carne, muy poco, de vez en cuando. Tuve un desequilibrio alimenticio, bajé mucho de peso, perdí masa muscular. Yo creo que no tiene que ver con ser vegetariano o vegano sino con una falta de conducta propia, de no reemplazar bien los alimentos o las combinaciones. Pero se puede, tranquilamente. Fui vegetariana cuatro años y medio y nunca tuve un problema de anemia. Sí bajé de peso, soy de bajar de peso rápidamente.
—¿Cuánto llegaste a bajar?
—Uy, un montón. Pesaba 44 kilos.
—¿Y los médicos te decían algo?
—Sí, sí, porque mi masa muscular había como desaparecido. Pero también estaba con algunos problemas personales, entonces se juntó todo. Y bueno, eso.
—¿Qué te había pasado?
—Me acababa de separar.
—¿Ahora ya estás mejor?
—Sí, súper. Sigo haciendo dieta casi vegetariana, como muchas verduras, pero volví a comer carne, no te voy a decir que no. La verdad que yo me sentía saludable pero me faltaba proteína. Comía muy pocos lácteos. Y creo que los primeros dos años estuvo perfecto y después como que lo hice todo mal. Pero hay mucha gente que es vegetariana hace 30, 40 años y está perfecta.
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