De la mano de Marcelo Tinelli, el Bailando mantiene intacta su capacidad de cambiar sin cambiar y de adaptarse a lo que su audiencia pide y elige. Cuando el 29 de abril comenzó el certamen, el baile se insinuaba como un formato algo agotado y por eso, solo ocuparía los lunes y martes. Los jueves y viernes estarían destinados a Genios de la Argentina, pero este segmento no funcionó como se esperaba y comenzaron los cambios.
Desde el comienzo del ciclo, Flor Vigna fue una de las participantes de las 16 parejas convocadas. Su presencia era indiscutible, dos veces campeona, la participante iba por la triple corona con Facundo Mazzei, de compañero y Mati Napp como coach.
Pero con el cambio de rumbo, Tinelli decidió llamar a otras diez parejas y entonces entró al show Nico Occhiato, pareja de Vigna durante cinco años, junto a Flor Jazmín Peña, una carismática bailarina.
Parecía que habría polémica o al menos algún “pase de factura” entre los participantes y con Tinelli y el público de testigos. Sin embargo nada de eso ocurrió. Hubo rumores de romance de Nico con su bailarina que rápidamente se cortaron cuando ella contó que estaba enamorada de una mujer.
En agosto se supo que Flor y su coach habían iniciado un romance, pero Occhiato no hizo escenas de celos. La relación entre ambos se mantenía cordial, como la de dos ex que se quisieron mucho y donde el respeto por lo que vivieron es más importante que las broncas que pudieron haber quedado guardadas.
Este lunes ambos llegaron a la final y por primera vez dos ex se tuvieron que enfrentar en la pista para definir el campeonato. Apenas pasados dos minutos de las 23 hizo su entrada Flor Vigna. Se la notaba entre nerviosa, feliz y emocionada y ella lo reconoció. “Estoy muy conmovida”, dijo y agregó con una sonrisa sincera “es el final de la incomodidad”. Pero lejos de ser una crítica, sus palabras fueron un reconocimiento a todo el camino atravesado: “Aprendí a decir que no. Me animé a descubrirme y me siento más viva que nunca”. Luego contó que junto a su equipo y al equipo rival habían estado haciendo una previa bailando salsa, merengue. "Los quiero un montón”, cerró.
Luego fue el ingreso de Nico Occhiato, al que Tinelli presentó con humor como “el incómodo” y “la sorpresa del Bailando”. Un Occhiato más feliz que nervioso reconoció que se sentía como “en la final del Mundial” mientras aseguraba que “no lo podía creer”. Su ex estaba al lado y sonreía, entonces Nico aseguró: “Si gana Flor se lo recontra merece”. La cordialidad entre los participantes se notaba, pero también la sinceridad. Flor expresaba que la situación era "un loco” como una manera de describir lo extraño, pero a su vez señaló que era divertido estar en la pista con Nico, quien le respondió con un halago futbolero: “Voy contra el Real Madrid”.
Cuando Tinelli le preguntó a Vigna si solían ir a bailar con Occhiato, ella contestó que no recordaba. Pero otra vez Nico resolvió la situación con humor. “Creo que nunca bailamos. Si lo hacía me dejaba al otro día” reconoció él. Lo que se veía, pantalla de por medio, no era un juego de histeria seductora, sino la relación de dos ex que alguna vez fueron pareja y hoy podían compartir un espacio juntos de manera cordial.
Después del segundo ritmo y ante una devolución de Laura Fidalgo donde destacaba el virtuosismo de Flor aunque no era bailarina, Occhiato volvió a tomar la palabra para destacar que su ex “labura veinticuatro horas y deja la vida en lo que hace” y que era un ejemplo “que los que no nacen con el don de bailar pueden llegar a hacerlo”. Recordó que cuando estaban juntos “se levantaba a las siete de la mañana para ver videos y ensayar”. Nuevamente la cordialidad vencía a la chicana gratuita.
Cuando terminó de bailar cada pareja, pasaron las puntuaciones, los videos emotivos, las palabras finales de Tinelli y antes de la votación final , el conductor les volvió a ceder la palabra. Fue entonces que Flor afirmó que más allá del resultado de la votación lo importante era “honrar la vida”. Occhiato tomó el micrófono y luego de reconocer lo que implica estar junto a Tinelli, “sos un monstruo” le aseguró, siguió con un nuevo reconocimiento a su ex o a ese tiempo donde compartieron sueños y deseos. “Ver a los ojos a Flor y saber por todas las que pasamos para cumplir nuestro sueño”. Recordó cuando se animaban mutuamente y trataban de encontrar el camino, recalcó la importancia de dejar los egos de lado para poder disfrutar del triunfo del otro y afirmó convincente que su ex era una persona “pura, buena y honesta”.
Flor no interrumpía, escuchaba. Sus medallas de bicampeona podrían haberla puesto en el lugar de estrella o un ego indomable le habría exigido imponerse, pero no quizá porque como había asegurado unos minutos antes “cambié la culpa por la responsabilidad, quiero hacer sentir cómodos a todos” o porque como volvió a afirmar solo era cuestión de “honrar la vida y aprender a decir te amo” para cerrar con un “gracias, gracias, por todo el amor”.
Antes de dar a conocer los resultados, el conductor aseguró que ambas parejas habían dejado un mensaje positivo “por lo que son” y porque llegaron a la final dándolo todo. También se podría agregar que en tiempos donde muchas parejas que rompen prefieren los reproches y los “pases de factura” constantes a recordar que alguna vez se amaron, resulta un verdadero bálsamo ver que los que alguna vez se quisieron pueden convivir superando el dolor y esquivando al rencor. No debe ser fácil, pero tampoco bailar es simple y Occhiato lo logró. Finalmente el público lo consagró campeón con el 50.08% de los votos. El flamante campeón se tiró al suelo emocionado, mientras la bicampeona lo aplaudía. Al final ambas parejas se fundieron en un abrazo. No hubo reproches, no hubo celos ni hubo escándalo quizá porque como dijo Flor solo se trataba de “honrar la vida”.
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