"Me gusta estar soltero", guiña un ojo y se acomoda en el sillón de la suite 103 de la lujosa Mansión del Four Seasons. Pide un cortado, que apenas toma, y un plato de quesos, que pellizca cada tanto evitando los muy cremosos.
Está más flaco -algo típico de los separados- y se lo digo. "El único secreto es cerrar la boca", jura y se ríe. "No como", agrega y aleja un gran plato de dulces -macarrons, alfajorcitos de dulce de leche y naranjas confitadas- que domina la mesa baja del living francés de la habitación donde recibe a solas a Teleshow.
Traje oscuro, camisa blanca impecable, zapatos relucientes. Adrián Suar (49) luce espléndido y hoy está feliz. En los salones de la planta baja lo esperan los periodistas para el lanzamiento de su película "El fútbol o yo", una comedia romántica, bajo la dirección de Marcos Carnevale, donde vuelve a brillar su química con Julieta Díaz.
"Me encanta actuar, me mantiene vivo", confiesa. Y cuenta divertido que le gusta verse en la pantalla: "No estoy peleado conmigo. Pero tampoco exageremos: una vez, dos, y ya a la tercera me empiezo a ver todos los problemitas", estalla en una carcajada.
La película narra la historia de Pedro, un adicto al fútbol, y Verónica, a punto de cumplir 40 y en plena crisis. "Mujeres y hombres se van a sentir identificados, porque más allá de la obsesión por el fútbol, la película es una historia de amor que muestra la desconexión de una pareja en plena crisis. Es una comedia para divertirse y emocionarse", dice.
¿Tuvo alguna adicción? "No fue adicción, pero sí sentí y siento una gran pasión por mi trabajo. Y eso te mete un subidón bravo… Sobre todo me pasó cuando empecé como productor, porque tuve que correr mucho. Es un momento donde construís carrera y familia -entre tus 27 y treinta y pico- y se complica. Quizás perdés cosas importantes… pero no me arrepiento de nada".
Viene de unas semanas cargadas de exposición -desde el cruce entre Griselda Siciliani (39) y Araceli González (50), los audios de Luciano Castro quejándose del "pollo con calabaza" que le servían en las grabaciones de Los ricos no piden permiso, hasta la denuncia por plagio que hizo el autor del libro "Enfermos de Fútbol", Daniel Frescó-, pero Adrián sonríe y no esquiva ni un solo tema.
Griselda vs Araceli, Araceli vs Griselda: "No me molesta lo que pasó. Yo la conozco a Ara, se le sale la cadena y arranca. No es nada nuevo para mí, sé cómo es. Y guardo un gran cariño por ella y por la historia, tuvimos un hijo. Pero hoy no tengo vínculo, no tengo relación. Con Gri es distinto, qué sé yo. Gri es familia, yo con Gri siento que es mi familia. Hay más cariño, más confianza. Sé que ella puede contar conmigo y yo con ella, es lo que siento ¿Si con Araceli no puedo contar? No sé, es distinto…".
El enojo de Luciano Castro: "Es una pena que se filtren esos audios. Pero son los tiempos que corren. Yo lo conozco al gordo, hablé con él. Pero cuando uno graba muchas horas una tira a todos en algún momento se nos suelta la cadena".
La denuncia por plagio: "Al autor no lo conozco y los derechos se los compramos a unos belgas. De esa idea tomamos 20 minutos y después revisionamos el resto. No plagiamos, no robamos, todo está en manos de la Justicia".
Traen una pelota número 5. Adrian hace unos jueguitos. Fanático de Boca, jura que se ve reflejado en muchas escenas del film "Algún sábado lluvioso en el que se suspendió un partido me he encontrado llamando desesperado a un amigo: 'Vamos a hacer algo o me muero'. O diciéndole a Gri, que caminaba divina delante del televisor: 'Por favor correte que juega Boca' (risas). Son 90 minutos que te levantan las pulsaciones".
Y será sobre eso, sobre las pulsaciones de su corazón, que hablaremos en esta charla íntima, divertida y reveladora: sus ganas de volver a enamorarse, su vida de soltero codiciado, sus grandes amores, la infidelidad, la relación con sus ex, sus hijos, la tele, los mediáticos, la grieta, y las dotes artísticas de Lilita Carrió y Cristina Kirchner.
El hombre que vive pendiente del minuto a minuto, deja que el reloj corra. Quizás es el verdadero tiempo que Suar hoy quiere darle a esta nueva etapa de su vida.
—¿Cómo va tu vida de soltero?
—Estoy bien. Me gusta estar soltero.
—¿Y te gusta llegar solo a tu casa a la noche?
—Hay días que sí y hay días que no. Pero también estoy bastante con mis hijos, si no está Toto está Margarita. Con Margarita estoy tres o cuatro veces por semana. Y Toto ya viene con los amigos, tienen 18 años, entonces la casa está movida. Y otros días salgo, tengo mi vida.
—Pero supongo que después de haber estado tanto tiempo en familia -10 años con Araceli, 8 con Griselda- al principio es muy difícil estar solo.
—Muy difícil. Se sufre, se llora.
—¿Lloraste?
—Si, mucho. Pero ahí tenés dos posibilidades: o te quedás tirado o decidís levantarte. Y a mí la vida siempre me da posibilidades y revancha, me permite repensar las cosas. Cuando parece que me caigo, aparece una nueva oportunidad para ver por qué me pasó, qué hice. Yo soy un agradecido, porque siempre que me ha pasado algo fuerte tras cartón vino algo nuevo, revelador. No hablo de parejas sino en mi vida.
—¿Cómo fue volver a salir a jugar a la seducción?
—Salgo poco.
—No me vas a hacer creer que estás en tu departamento esperando a que lleguen Margarita y Toto, comiendo pochoclo y mirando tevé…
—No, no, pero no estoy puesto en modo… estoy muy tranquilo ¿Sabés qué pasa? Estoy más grande, no me conforma cualquier cosa, ¿viste? Ya viví. Ya hice muchas cosas de las que no me arrepiento (marca la frase y sonríe con picardía), pero ya está. Y estoy bien, con más experiencia. Ya no estoy corriendo por ser soltero, eso me da muy patético.
—¿Nada de seducción?
—¡¡No!! Soy seductor desde que me levanto. Algo a mí me va y yo arranco, me pongo en campaña (risas). Pero no estoy en modo de ir a buscar ni que me pase algo. Pasará si tiene que pasar. Y yo me doy cuenta, lo percibo al toque cuando pasa. Cuando nos enamoramos con Gri yo sabía que me iba a enamorar.
—¿Es algo físico?
—A mí me tiene que pasar algo que va más allá de mirarle a alguien el culo. A mí me tiene que entrar por otro lado.
—¿Por dónde, por ejemplo?
—En la charla, en la manera, en el humor, en la inteligencia. Si no, no va. Me tiene que despertar, si no es muy difícil que yo me invente un vínculo para estar con alguien. No lo he hecho nunca y menos ahora.
—¿Qué hacés hoy con tanta gente mediática dando vueltas, que si tienen un chat lo usan y si tienen un video lo recontra usan? ¿Cómo jugás en ese ambiente? Si conocés a una chica, te puede pasar…
—Me puede tocar, por supuesto. Trato de evitarlo. Es peligroso. No me atrae para nada. Me parece que es una falta de todo, hasta de buen gusto. Por eso te digo que me cuesta mucho ver con quién salir, en quién confío, con quién puedo llegar a estar…
—Hoy la tele alimenta a los mediáticos, los crea, los infla y luego hasta los lleva al teatro…
—Son caminos de ida, pero también cambiaron las épocas. Hay gente muy mediática que hace carrera y puede ir a un teatro y funciona. Es como una nueva rama de la profesión: los actores de comedia, los actores de drama, los actores mediáticos.
—¿Qué sentís frente a esa necesidad de algunos de exponer las miserias e intimidades en cámara?
—Vos lo ves y algunos no están bien. Eso de exponerse, te enloquece.
—Hablando de las cosas que enloquecen, ¿qué cosas tuyas llevaste a terapia?
—Uhhhh, hice terapia durante 20 años, así que imaginate. He hablado mucho en mi sesiones de mi pasión por la actuación y por la producción que en un momento me hizo dejar tantas cosas de lado. Y me ayudó mucho a entender.
—¿Te dieron el alta?
—Nos dimos el alta. Pero igual lo veo a mi terapeuta, vamos a almorzar o a cenar una vez por mes, y me hace los ajustes necesarios (se ríe).
—¿En qué te ayudó haberte analizado durante 20 años?
—Me ayudó a ordenarme, a entender. A ver cómo te vas regulando, a equilibrarme. Yo sentí que en algún momento tenía que poner las cosas en orden, que la vida no es solamente trabajo.
—¿Qué perdiste mientras te ordenabas y entendías que la vida iba más allá de tu pasión por el trabajo?
—Yo no sé si perdí… ocurrieron cosas en mi vida que tenían que pasar. Tenía que ver cómo estaba yo y cómo estaba el otro, qué necesitaba cada uno… A veces la vida te encuentra con personas, te enamorás, pero a pesar del amor te decís "esto no es lo que yo necesito, no es lo que la otra persona necesita". No es ni la maldad ni las malas intenciones. Decís: "Uia, esto con esto no se conecta, va a haber un choque".
—La otra vez hablando con Susana Giménez ella me decía que la convivencia mata todo… ¿coincidís?
—(Risas) ¡Qué genia! Pero a mí me gusta convivir.
—¿La convivencia mata la pasión?
—Sí, obvio, esa es la vida. La pasión va muriendo. Pero en la vida de las parejas, más allá de que funcionen o no, la pasión y el compañerismo tienen que ir de la mano, porque el período de pasión termina. Yo he escuchado poca gente -afortunada- a la que la pasión le dure. La pasión muta a otra cosa. Y el premio mayor es que la pasión mute a un compañerismo, a una amistad. Yo te deseo lo mejor y vos a mí, nos acompañamos, ese para mí es el gran premio.
—¿Te sentís buen compañero? ¿Escuchás al otro?
—Sí, eso aprendí mucho, mejoré bastante.
—Aprendiste… ¿acaso con Araceli escuchabas menos?
—Éramos muy jóvenes los dos. Con personalidades muy fuertes. Y con momentos parecidos y distintos a la vez. Y pasó lo lindo y lo malo que tuvo que pasar.
—¿Y con Griselda? Porque ya estabas más maduro, fue otra etapa de tu vida.
—Sí, otra etapa, otra compañera, otra manera de vincularme, otra manera de hablar. Éramos más parejos. Gri fue una gran compañera.
—¿Y qué pasó?
—Terminó, se terminó.
—¿Así nomás?
—No, con mucho dolor, con muchas preguntas, con mucha reflexión y con muchas cosas hermosas que compartimos. Fue un gran amor.
—¿Cuántos grandes amores se pueden tener en la vida?
—No muchos. Puede haber uno más, no sé. Ya a esta edad no sé si volveré a tener otro gran amor. Ya tuve tres en mi vida. Antes de Ara tuve un gran amor de la adolescencia. Después Ara y Gri, por supuesto. ¿Si ellas marcaron mi vida? No lo sé… pero nos amamos mucho.
—Hace cinco años nació tu hija Margarita… imagino que ella es la mujer de tu vida.
—Sin ninguna duda. Margarita, es una nena muy particular, muy luminosa. Tiene una sensibilidad muy especial. A mí me tiene loco, a la madre también, a la familia. Toto también es todo, pero Marga me agarra en una edad distinta. Y las mujeres a lo largo de mi vida siempre han sido mi debilidad… No te rías, Gaby (risas). Siempre tuve mucha debilidad por el universo femenino. Me pasó con Flopy, la hija de Ara y de Rubén Torrente. Cuando yo la conocí a Flor tuve un enganche muy particular.
—¿La sentías como una hija propia?
—No, bueno, no era el papá. Pero sentí un amor muy especial. Y muchos años después, cuando nació Margarita -aunque yo algo había experimentado de lo que es tener una nena o vivir con una nena- me rompió la cabeza. Mi vida es antes y después de Marga.
—¿En qué te cambió como persona, como hombre, como papá?
—No sé si soy un gran padre, pero tengo un amor muy especial por ella. Me puede. Yo pienso mucho en ella durante todo el día, mucho.
—¿Qué sería un gran padre para vos?
—No sé… No soy el gran padre a lo mejor que está presente 24 por 24. Y ahora menos porque estamos separados. Pero estoy, me ocupo de llevarla, de traerla, no me pierdo casi nada, hasta voy a las cosas del colegio… Porque viste que ahora la modernidad es que hay que ir a todo. Y yo me acuerdo que mis padres fueron una vez, me dejaron en el colegio y a fin de año volvieron a buscarme (risas). Yo entiendo que es mejor ahora, no es una crítica, pero a veces viene el school del día, el family day, el day day… y digo "ay por favor".
—¿Vas a todas?
—No te digo al 100, pero al 70 voy. Ahí súper crecí como papá.
—¿Fuiste un papá muy distinto con Toto?
—Con Toto también me volví loco cuando nació. Era tan bello ese nene, tan bello. Por suerte salió a Ara, es muy parecido a la madre, tiene los rasgos de Ara. Y a Ara se le salió la cadena con Toto… hasta el día de hoy (se ríe). Se lo tengo que sacar así a Toto (hace gesto como que tiene que arrancárselo de los brazos). Ara con Toto quedó un poquito… no está bien (más risas).
—En la película por primera vez trabajás con él, ¿cómo fue?
—Fue muy muy lindo. Yo hacía que estaba tranquilo para calmarlo, pero lo miraba… Era un momento muy importante para mi vida y para la de él también. Pero como padre poder ver a Toto que ya empieza a hacer sus primeros pasos, fue algo único.
—Hablemos de tu corazón. ¿Creés en el amor para toda la vida?
—Yo creo en el amor para siempre hasta que pasa otra cosa. Puedo entender a esas parejas que tienen una unión para toda la vida con altibajos, con problemas, con desacuerdos, con todo lo que puede pasar en una relación, y siguen juntos. Me emocionan.
—¿Vos la peleaste para que tus grandes amores fueran para toda la vida?
—Sí, se peleó… pero no pudo ser. Es así, toca lo que toca. Pero todavía estoy esperanzado en encontrar el amor para siempre en algún momento de la vida. A mi edad ya es más difícil pensar en un gran amor. Pero tengo esperanzas de que va a llegar.
—¿Lo estás buscando?
—La verdad, no estoy en la búsqueda. Pero me gustaría. Lo espero porque es un lindo estado. Y, además, me siento bien. Pero nunca en mi vida me enamoré de alguien buscándolo. Apareció. Igual, no estoy apurado.
—¿Joven o madura?
—Tendría que tener más de 27. De ahí para adelante puede ser.
—¿Qué te pasa con las chicas más jóvenes?
—No, una chica de 23 o 24 no es para mí. Puedo distinguir "mirá que pendeja hermosa" y tiene 23. Pero me saco una foto, le doy la mano y chau.
—¿Qué esperás hoy del amor?
—¿Qué espero hoy del amor? (piensa largo rato) Que me siga dando alegrías como me dio toda la vida.
—¿Te animarías con otra actriz?
—Trataría de que no. ¿Por qué? Ya colaboré (risas). Si pasa, porque me enamoré otra vez, okey, pero me preguntás hoy y espero que no sea actriz. Me gustaría vivir una experiencia distinta. Una mujer más liviana, más feliz. Además, la actriz conflictuada… ¡qué plomo!
—¿Acaso tus mujeres fueron actrices conflictuadas?
—No, no, no, no. No, en general, ya estoy yo para conflictuado (risas).
—¿El amor para vos incluye la fidelidad?
—Es otro tema. Yo entiendo lo que representa una infidelidad, no me gustaría que me pase, como me imagino no le gusta al otro que le pase conmigo. Pero tiene un valor exagerado en el universo femenino y masculino. Para mí hay diez temas que tienen un valor más importante en la relación de pareja: el cariño, el amor, el compañerismo, el tener una vida juntos con todo lo que por ahí en el medio puede pasar…
—¿Te separarías por una infidelidad?
—No.
—¿No?
—Depende, hay que agarrar caso por caso, pero en principio no. Vos me decís un caso de infidelidad con dolo, que significa mala intención o hacerte daño; bueno, eso es mucho. Pero a lo mejor un momento de debilidad, una crisis, tantas cosas que nos pasan a los seres humanos, tantas cosas…
—¿Pensabas igual cuando eras más joven?
—No. Pero siempre fui, no te digo open mind porque ese no soy yo, pero sí fui bastante particular sobre qué es lo importante en los vínculos. Sobre qué debería funcionar en una relación, más allá del mandato social de "puesto número uno: infidelidad". Bueno, para mí es "puesto número cuatro". Hay otras cosas que también generan una degradación en la pareja que para mí tienen el mismo valor que una infidelidad. Y en los próximos 20 años vas a ver que los cambios son tan exponenciales que la infidelidad va a ser algo no determinante. Para mí se viene eso.
—¿Por qué creés que para la mayoría de las parejas la infidelidad es algo tan grave?
—Porque el "¿qué me hiciste?" se te derrumba entre el ego y el "no me querés más". Lo emocional está por encima de todo. También hay casos y casos: si se enteró todo el país, me hiciste una trastada, lo hiciste con mi hermana… bueno, sos una bestia. Ahí lo entiendo. Después hay distintas infidelidades, miles: una noche, una situación, una calentura, que no son determinantes.
—Vayamos a tus noches de soltero: ¿ponés Netflix o televisión abierta?
—Las dos cosas, paso por la abierta, voy a Netflix, voy al cable. Veo series, pero no soy de clavarme ocho capítulos. Últimamente me gustaron The Americans, Designated Survivor, Bloodline. Me gusta ver qué se está haciendo en el mundo. Pero es muy difícil que me enganche. Además, siempre zappeo por todos los canales.
—Ahora El Trece tiene una noche que es una bomba con "Las Estrellas" y "ShowMatch". Teniendo a Marcelo, ¿vos tenes a Messi?
—Más que Messi el flaco es un luchador. A veces no la tiene tan atada, tiene que competir. El año pasado no le fue tan bien enfrentando a la novela turca, pero es un peleador nato. Lo queremos, lo tenemos, lo necesitamos, pero sabemos que cada año se baraja y se da de nuevo.
—¿Qué hacés frente al fracaso?
—Mira, siempre que me tocó perder dije: "Hice mal las cosas, el otro las hizo mejor". A veces busco de cambiar y logro levantar el programa -aparece un arma, un crimen (risas)-, y otras lo hundo. Y muchas veces digo: "Uy muchachos, levantemos todo silbando bajito, agarremos y paguemos todo lo que debemos y vamos de nuevo".
—La semana pasada Carlos Rottemberg dijo que la grieta es un negocio para muchos actores, periodistas y políticos. ¿Dónde te encuentra la grieta hoy?
—Entiendo lo que dice Carlos porque ocupa mucho lugar en la tele y a veces eso da rating… Pero para mí la grieta ya fue. Y no es por el kirchnerismo, que hay algo K anti K que se visualizó, es algo de los argentinos de hace muchísimos años. Cualquier disparador en el ADN argento puede formar una grieta: un Menotti-Bilardo, un Boca-River, Telefé-El Trece.
—¿Cómo viviste los doce años del gobierno de los Kirchner?
—El kirchnerismo son muchas cosas. No voté a Néstor Kirchner, pero había cosas que a mí me parecían bien y otras que no. A mí me gusta la política de Estado, comulgo con eso. Un Estado que esté en el medio del empresario, que asista a los que menos tienen, que ayude a incorporar a todos los sectores. Un Estado presente, no omnipresente. Pero después siento que el kirchnerismo compró un relato…
—Obviamente no comulgabas con ese relato kirchnerista…
—Ideológicamente el estilo del kirchnerismo de "mi verdad es la única verdad o sos mi enemigo", no me va. Yo estoy en la vereda de enfrente con mis propios actos en la vida. Y después estaban esos tipos como Moreno, un autoritario… Yo no comulgo con eso.
—¿Te enfrentaste con varios actores por eso?
—Me ha pasado de todo. Fueron momentos muy duros. Cuando un Estado ceba y se transforma en una suerte de secta es muy difícil. Porque vos podés estar de acuerdo o no, podés hablar, podés discutir, pero no ser un autoritario de creerte dueño de la verdad. Eso es fascismo puro. Si sos kirchnerista pero fuiste preso y mataste personas, no importa, adentro. "Pero mirá que tengo muchos quilombos", "No importa, pero vos sos parte". Y se acepta y se perdona todo. Y si no sos parte, afuera. Yo lo he vivido. Pero creo que no podemos seguir machacando con la grieta, los argentinos tenemos que dar vuelta la página.
—¿Y con tanta bronca se puede dar vuelta la página?
—Para mí eso viene viene desde el vértice del poder para abajo. Como pasó en el kirchnerismo, como puede pasar con Mauricio. Por eso siempre le critiqué al kirchnerismo la violencia. Cuando desde el poder bajás una línea de violencia, en el estilo de comunicar, en que mi palabra es la verdad, o atacar a un jubilado como lo ha hecho Cristina, ni hablar lo que le pasó a Ricardo (Darín), etcétera, etcétera, la violencia se instala también en la gente. Cuando veo el autoritarismo en un jefe de Estado me da terror.
—Conocés a Macri desde hace 20 años, ¿cómo lo ves como presidente?
—A Mauricio lo siento con buenas intenciones. No es fácil… El Estado es difícil, no aprendés a manejarlo en un año ni en dos. Yo creo que te lleva tres o cuatro años. Vos decís, ¿para qué lo votaron entonces? Pero siento que va, que avanza. Alguna gente tendrá paciencia para esperar el cambio, otra no. Como todo.
—Las encuestas muestran que Cristina puede ganar y que va a tener su banca en el senado, más allá de las denuncias de corrupción…
—Debe pasar que a la gente que quiere y que comulga con Cristina no le importa. Para ese sector no es un factor importante como para dejar de votarla, o no quieren ver. Y después veremos qué pasa con la Justicia, porque tiene que comprobar esas denuncias y actuar en consecuencia.
—Vos alguna vez me dijiste que a Cristina la podrías convocar para hacer una novela porque la veías como muy actriz.
—Lo es. Es histriónica, tiene una fibra dramática muy fuerte, maneja los tiempos televisivos. Podría hacer una telenovela. Y Lilita también tiene una veta histriónica. Lilita te hace una tira y te caés de culo. La rompería. Bueno, los políticos tienen algo de eso. Cristina ni hablar, se lleva todas las palmas porque además tiene buena oratoria.
—Tenés 49 años, ¿esta etapa de la vida te agarra con alguna crisis?
—Me agarra con varias crisis… El paso del tiempo es un tema, ¿no? Qué será de mí, el final… pero todavía daré batalla. Eso es algo que te acompaña a lo largo de tu vida: el famoso final. Además, siempre estoy en alguna crisis que va y que algún Ibuprofeno la puede ir alivianando. Pero así profunda, hoy no. En otro momento de mi vida sí tuve crisis tremendas.
—¿Sos hoy la persona que tenías ganas de ser?
—Sí, y con ganas de mejorar. Siempre estoy dando batalla por mejorar, en mi terapia o en mi más profunda intimidad. En lo profesional, en lo humano, en tratar de ser un poquitito no sé si más sabio, pero sí de aprender algo nuevo.
—¿Cómo manejás el ego?
—Lo tengo controlado, lo tengo a Rivotril. Le meto Rivotril a la mañana (risas). No porque tome Rivotril, pero lo tengo ahí bajo control… Eso lo aprendí mucho en terapia y me ayudó para tenerlo ahí guardado y que no se me escape. A veces lo largo para que me dé un poquito de mimo. A veces tengo picos de ego que es como clavarse dos Havanna juntos.
—De acá a 10 años, ¿cómo te imaginás?
—No sé, a lo mejor haciendo una nota juntos de nuevo. A lo mejor actuando. Ojalá.
—¿Con lifting o con arrugas al natural?
—No, lifting no, pero siempre cuidado.
—¿Con pelo o sin pelo?
—Impecable. Con peluche…
—Si te quedás pelado, ¿con entretejido?
—¡Nooooo! Impecable, eso nunca. Olvidate Gaby, después te cuento, pero hoy no te quedás pelado… (se ríe y se tira del pelo). Mirá esta peluca que tengo acá…