El arte de tapa y contratapa de Fuerte, el séptimo disco de estudio de Miranda! que cuenta con las colaboraciones de Natalia Oreiro y Jesús Navarro de Reik, es muy particular: Ale Sergi y Juliana Gattas aparecen vestidos de novios, pero él con el clásico vestido blanco y ella de esmoquin. Más allá del compromiso y la formalidad, este nuevo trabajo no deja de ser, desde otra óptica, una representación del cambio de roles que vienen teniendo los dos. Y habla de la igualdad del hombre y de la mujer, en un momento tan importante en la actualidad de nuestro país en el que se reclama igualdad de género.
Ale y Juliana se conocieron un domingo de pura casualidad por un amigo en común, y desde allí se hicieron inseparables. Eso se ve reflejado en cada disco de Miranda!, pero más aún en Fuerte, algo más reflexivo aunque sigue con el espíritu de los comienzos de la banda, con una influencia de música disco de los años 70 más una combinación de R&B y cumbia digital. Sus éxitos "Quiero vivir a tu lado", de la exitosa novela que se emite por las noches en El Trece, y "743" ya venían sonando en los medios antes de la presentación oficial, posicionándose rápidamente en los primeros lugares de los más pedidos.
Esta es la historia de un grupo que empezó tocando en una galería de arte en Villa Crespo, y no solo consiguió imponer un estilo musical y de vestimenta, sino que llegó para consolidarse como una de las bandas que pasará a la historia de la música latina.
—¿Qué se puede encontrar en "Fuerte"?
Sergi: —El amor siempre fue un tema recurrente en nuestras canciones, y este disco no podía ser la excepción. Cada vez indagamos más dentro de nuestros sentimientos para escribir, y entonces algunas cosas salen más desgarradas, como más carnales; este disco tiene mucho de eso. Son siempre historias. Desde el disco anterior trato de darle esa dirección a las letras: que cada vez sean más comprometidas y cuenten historias más abiertamente. Y trato de ir cada vez más adentro mío para buscar esos sentimientos, que están ahí y a veces uno quiere tapar, pero sacarlos en las canciones es terapéutico para mí.
—¿Por qué eligieron el casamiento como temática?
Juliana: —Estamos viviendo toda una etapa que es estética pero también es filosófica de alguna manera. Sentimos que este disco nos representa en el momento que estamos viviendo: estamos fuertes, plantados, con el compromiso de continuar este recorrido con esta banda que tenemos desde hace tanto tiempo. También un poco plantea un signo de los tiempos que vivimos: esa libertad, ese cambio de roles, esa igualdad. Al principio nos pareció fuerte, pero después nos dio la impresión de que nos quedaba cada vez mejor. Y ahora digamos que es la mejor tapa que tenemos.
—¿Donde se ven estos cambios de roles?
Juliana: —Lo que planteamos es la libertad, no una controversia ni nada. En nuestra música también hubo como un juego de roles, en la vestimenta que usamos y también en una ambigüedad en las voces: muchas veces yo canto voces graves y él falsea agudos. Siempre nos representa muchísimo esta imagen con la que estamos trabajando hoy en día.
—¿Y siguen sintiendo esa misma adrenalina, ese mismo hambre de crecer de cuando apenas comenzaron?
Juliana: —Sí. En realidad, ahora tenemos mucha más conciencia de lo que nos apasiona. Me di cuenta que cuando no me gusta algo siento una sensación fea y de disgusto, y entonces trato de que todo me guste por algún lado: le encuentro una conexión, o lo veo bizarro, le busco la vuelt.a Cuando era más chica y no me gustaban algunas cosas, me enojaba. Vivir en este mundo de la música, del pop y del arte y de la estética, donde podemos cambiar todo el tiempo, influenciarnos por todo, me dio la elasticidad para que abrace todo. No en un sentido religioso.
—¿Recuerdan las primeras veces que empezaron a tocar?
Sergi: —Sí. La primera vez que tocamos fue en Microcentro. En Villa Crespo teníamos nuestra sala de ensayo; yo tenía un monoambiente y ahí grabamos nuestros dos primeros discos: corría la cama y también ensayábamos ahí. Era todo así, bastante pequeño, pero nos arreglábamos. El primer show lo hicimos abriendo para una banda amiga, "Laca París", con las tres canciones que teníamos hasta ese entonces. No teníamos más. Eran tres canciones y un cover, ya no me acuerdo ni de quién. Lo que nos llamaba la atención era que siempre el show terminaba con toda la gente bailando, aunque fueran poquitas canciones. El público siempre se prendía.
—Antes de empezar con Miranda!, ¿tenían otras bandas?
Sergi: —Yo ya había tenido otras bandas tocando en el under y no me había pasado que, show a show, se sumara más gente. Me acuerdo de una vez que tocamos en Villa Crespo, en El Especial, un lugar que quedaba por una escalera, arriba. Bajé de la prueba de sonido y había un chico en la puerta que me dice: "¿Hoy toca Miranda! acá?", como que no se dio cuenta que era yo. "Sí, sí, toca después; quedate que está re bueno". Esa fue la primera vez que vino alguien a ver el grupo sin ser amigo nuestro. El boca en boca fue muy fuerte en el comienzo nuestro.
—¿Y este crecimiento lo iban viviendo, o transcurría de modo automático?
Juliana: —Creo que es un poco como decís vos: es en modo avión. Estábamos ahí, viviéndolo, pero en ese momento las cosas nos pasaron muy rápido. Pasamos de tocar en El Especial a eventos de alguna marca, otro show en alguna fiesta, tocar en el conurbano y después a tocar en El Ateneo, Teatro, Niceto… Y todo en el lapso de uno o dos años. Yo nunca había tenido una banda antes, pero imaginaba que íbamos a estar tocando en fiestitas como unos años largos, y no nos pasó eso: empezamos a avanzar escalonadamente y eso no paró hasta el día de hoy.
—Hay gente que dice: "Este fue mi golpe de suerte". ¿Ustedes tienen alguno?
Sergi: —No sé si suerte, pero justo hace un ratito estábamos hablando que cuando Gustavo Cerati nos mencionó, votó como canción del año o como revelación del año el tema "Imán", de nuestro primer disco. Gustavo sabía salir mucho de noche y nosotros tocábamos en bares de Palermo cuando empezaron a abrir todos los barcitos. Y cuando vi que nos mencionó fue increíble porque es Gustavo Cerati. Y yo no tanto, pero todos los músicos leen todas las encuestas…
Juliana: —Sí, hace que te escuche más gente. Una de suerte, de suerte total, fue una vez que tocamos en Mar del Plata y de casualidad entre el público había una persona, Eduardo Barone, que trabajaba con Los Pimpinela. Entonces lo llamó a Joaquín (Galán) y le dijo: "Hay un grupo que es como ustedes dos, pero más electro", y ahí los conocimos. Nosotros alucinamos. Y después nosotros en La Trastienda, lo invitamos, y Joaquín vino y se subió al escenario para hacer como un acting.
Sergi: —Es que el golpe de suerte fue conocernos. El día que nos conocimos con Juliana fue el golpe de suerte.
—¿Cómo se conocieron?
Sergi: —Era un domingo por la tarde. Yo vivía en el Oeste, en Haedo, y mi amigo era de Castelar. Íbamos a ir a ver a Kraftwerk, que tocaba por primera vez en el Estadio Obras, pero al final no sé qué pasó: no conseguimos entradas o no teníamos plata para el ticket. Y él tenía una amiga que tenía un novio que era amigo de Juliana. Entonces vamos a la casa de una chica que canta, que toca la guitarra, y estamos ahí, pasamos la tarde. Éramos jóvenes. Teníamos mucho tiempo en ese entonces. Llegamos y era Juliana, la casa era de ella, y cantaba, y yo estaba experimentando con sintetizadores y con cosas. Y empezamos a partir de ahí.