Se suele cree que porque algo ha funcionado antes o porque nunca ha generado un problema, siempre vaya a ser así. Sin embargo, todos tenemos prácticas cotidianas que ponen en riesgo nuestra seguridad digital y debemos cambiar pronto para no exponer los datos personales y financieros.
Ya sea desde actividades tan sencillas como buscar información en internet hasta la complejidad de la administración de las contraseñas, los usuarios seguimos cayendo en hábitos que comprometen nuestra privacidad y nos exponen a riesgos innecesarios.
Qué prácticas cotidianas ponen en riesgo nuestros datos personales
- Buscar sitios web sin verificar los resultados
Uno de los hábitos más extendidos al buscar información en internet es confiar ciegamente en los resultados de los motores de búsqueda. Muchas personas tienden a hacer clic en el primer enlace que aparece al buscar un sitio web, sin comprobar su autenticidad. Este comportamiento puede ser peligroso, ya que los atacantes han aprendido a explotar esta práctica.
Es recomendable escribir manualmente la URL del sitio web cuando sea posible o verificar cuidadosamente los enlaces antes de hacer clic. Una señal de alerta es un dominio con errores de ortografía o sin un certificado de seguridad válido.
- Aceptar todas las cookies sin discriminar
Cada vez que entramos a un sitio web, nos enfrentamos a la ya familiar ventana emergente que nos informa sobre el uso de cookies. Por comodidad, la mayoría de las personas tienden a hacer clic en “Aceptar todo” sin pensarlo dos veces. Sin embargo, las cookies pueden almacenar información valiosa, como nuestro historial de navegación y detalles de inicio de sesión. En manos equivocadas, estos datos pueden ser utilizados para fines maliciosos.
Siempre que visites un sitio web nuevo, tómate un momento para leer las opciones de gestión de cookies y elige solo aquellas que sean estrictamente necesarias.
- Reutilizar contraseñas en múltiples cuentas
Reutilizar la misma clave para diferentes cuentas es un hábito peligroso. Aunque resulte más fácil recordar una sola contraseña, esta práctica nos hace vulnerables a ataques de credential stuffing, en los que los hackers utilizan contraseñas robadas de una plataforma para intentar acceder a otras. Esto se complica aún más cuando la información personal recopilada en distintos sitios es ensamblada para realizar ataques de ingeniería social más sofisticados.
La mejor práctica es crear contraseñas únicas y robustas para cada cuenta. Para gestionar de forma segura múltiples contraseñas complejas, considera utilizar un gestor de contraseñas independiente, que no dependa de tu navegador, ya que estos pueden fallar en momentos críticos.
- Hacer clic en enlaces de correos electrónicos sin precaución
El phishing es una de las formas más comunes de ciberataques y se basa en engañar a las personas para que hagan clic en enlaces fraudulentos enviados por correo electrónico. Estos correos pueden parecer legítimos, incluso replicando a la perfección la apariencia de una institución reconocida, como un banco. Sin embargo, al hacer clic en el enlace, el usuario puede ser redirigido a un sitio web falso donde se le pide ingresar datos personales o financieros, lo que compromete su seguridad.
Nunca hagas clic en un enlace de un correo electrónico a menos que estés completamente seguro de su autenticidad. Si un correo parece sospechoso o inesperado, es mejor visitar el sitio web de la empresa directamente desde tu navegador o llamar al remitente para verificar la legitimidad del mensaje.
- Utilizar la misma dirección de correo electrónico para todo
Usar una única dirección de correo electrónico para registrarte en diferentes servicios puede facilitarte la gestión de tus cuentas, pero también te expone a varios riesgos. Por un lado, algunos servicios tienen sistemas de inicio de sesión poco seguros que permiten a otros usuarios verificar si una dirección de correo está asociada con una cuenta, lo que compromete tu privacidad.
Además, es común que las direcciones de correo sean vendidas a terceros, aumentando la cantidad de spam y correos de publicidad no deseada.
Una alternativa es utilizar alias de correo electrónico. Estas direcciones funcionan como un intermediario, protegiendo tu correo real y permitiéndote identificar qué sitios están compartiendo tu información.