Tres preocupaciones de Bill Gates sobre el futuro de la inteligencia artificial en manos equivocadas

Bill Gates, cofundador de Microsoft y una de las voces más influyentes en el ámbito tecnológico, se ha mostrado optimista sobre el potencial de la inteligencia artificial (IA), pero este entusiasmo no está exento de varios cuestionamientos.

En una reciente entrevista en el podcast On with Kara Swisher, Gates expuso tres preocupaciones clave sobre el futuro de esta emergente tecnología, especialmente si cae en manos equivocadas.

Estas inquietudes propuestas por el empresario no solo afectan al desarrollo tecnológico, sino también, a aspectos éticos y sociales que podrían transformar la sociedad actual de maneras inesperadas y potencialmente peligrosas.

La primera y más alarmante preocupación que Bill Gates expresó es el riesgo de que personas malintencionadas utilicen la inteligencia artificial para fines destructivos, como la ciberdelincuencia, el bioterrorismo o incluso para la guerra.

Esta amenaza no es nueva; figuras como Elon Musk ya han advertido sobre el potencial de la IA para poner en peligro a la humanidad. Sin embargo, Gates pone el énfasis en la necesidad de que los “buenos” cuenten con una IA muy avanzada para defenderse de estas amenazas.

No obstante, esta es una solución difícil de implementar, porque el desarrollo de IA para defensa y seguridad podría desencadenar una carrera armamentista donde los sistemas se vuelven cada vez más preferidos y difíciles de controlar.

Por su parte, el uso inadecuado de la IA en el ciberespacio es especialmente preocupante. La automatización de ciberataques podría multiplicar exponencialmente su impacto, permitiendo que los hackers lleven a cabo ataques coordinados a gran escala con menos esfuerzo.

Asimismo, la creación de armas biológicas potenciadas por IA, o la generación de desinformación a niveles masivos son escenarios que podrían cambiar radicalmente el plano global de seguridad.

La segunda preocupación que Gates subraya es el impacto que la IA tendrá en el mercado laboral. A medida que la tecnología avanza, muchos empleos tradicionales corren el riesgo de desaparecer, mientras que se crearán otros nuevos más especializados.

Gates reconoce que este rápido “ritmo de cambio” puede generar incertidumbre y caos si no se gestiona adecuadamente. Un informe de Goldman Sachs de 2023 estima que alrededor de 300 millones de puestos de trabajo en todo el mundo podrían verse afectados por la llegada de la inteligencia artificial.

Algunos trabajos desaparecerán por completo, mientras que otros sufrirán una transformación radical. Esto plantea la necesidad de capacitar a los trabajadores para adaptarse a un entorno laboral en constante evolución.

En sectores como el comercio, la IA ya está demostrando su impacto. Varias empresas ahorran en promedio 2 horas al día al utilizar la IA para automatizar tareas repetitivas. Aunque esto mejora la eficiencia, también plantea la cuestión de cuántos empleos serán reemplazados por máquinas en lugar de ser complementados por ellas.

A nivel gubernamental, países como Estados Unidos han comenzado a tomar medidas para enfrentar esta transformación, destinando millas de millones de dólares en su presupuesto anual para la investigación y el desarrollo de IA. El objetivo es garantizar que el uso de la IA respete los derechos de los ciudadanos y que sea segura y confiable.

Gates se centra en la posibilidad de perder el control sobre la IA. Esta preocupación está particularmente dirigida a la inteligencia artificial general (AGI), que es el concepto de una IA que podría igualar o incluso superar la inteligencia humana en una variedad de tareas.

Aunque el escenario de una AGI fuera de control puede sonar sacado de ciencia ficción, muchos investigadores lo están tomando en serio. La idea de que una máquina pueda superar el intelecto humano y operar de manera independiente plantea serias implicaciones éticas y de seguridad.

En este sentido, Sam Altman, fundador de OpenAI y creador de ChatGPT, comparte una visión similar. También, ve con cautela el desarrollo de la AGI, pero cree que aún es lejos lograrla.