La función “oculta” de la lavadora que ahorra la mitad de energía y mantiene la ropa limpia

La lavadora, un electrodoméstico indispensable en casi todas las viviendas, es uno de los mayores consumidores de energía. Aunque no se puede prescindir de sus servicios, es importante adoptar estrategias que optimicen su uso, logrando no solo una reducción significativa en la factura eléctrica, sino contribuyendo a un estilo de vida más sostenible.

Esto cobra importancia a medida que las tarifas eléctricas continúan aumentando y la conciencia sobre el impacto ambiental de los hábitos diarios se intensifica, donde encontrar maneras de reducir el consumo energético se ha vuelto más relevante que nunca.

Desde la elección del programa de lavado más adecuado que está en un botón oculto, hasta la importancia del mantenimiento regular, se presenta una guía completa para maximizar el rendimiento de la lavadora y, al mismo tiempo, reducir costos energéticos.

Uno de los principales factores que influyen en el consumo energético de una lavadora es la temperatura del agua. El programa de lavado a 30 °C es una opción que, aunque menos popular que el de 40 °C, ofrece resultados de limpieza similares con un gasto energético mucho menor.

Calentar el agua representa aproximadamente el 90% del consumo eléctrico durante un ciclo de lavado, por lo que reducir la temperatura a 30 °C puede disminuir a la mitad el consumo de energía.

Esto es especialmente relevante si se considera que muchas prendas no requieren una limpieza intensiva, por lo que este ajuste puede convertirse en una medida efectiva para ahorrar dinero a final de mes.

El programa de prendas delicadas es tentador cuando se quiere cuidar aquellas piezas de ropa más finas o sensibles, pero su uso frecuente puede tener un impacto negativo tanto en el medio ambiente como en la ropa misma.

Este programa, aunque diseñado para evitar daños en tejidos delicados, contribuye a la liberación de microfibras sintéticas durante el lavado. Estas se convierten en microplásticos que contaminan los océanos y perjudican la fauna marina.

Además, su uso recurrente acelera el desgaste de las prendas. Por tanto, es recomendable utilizar este programa con moderación y solo cuando sea absolutamente necesario.

Uno de los errores más comunes es poner la lavadora en marcha con cargas incompletas. Hacerlo no solo incrementa el consumo de electricidad y agua, sino que también puede afectar la eficiencia del lavado.

Para aprovechar al máximo cada ciclo, es crucial organizar el lavado de manera que solo se use la lavadora cuando esté completamente cargada. De este modo, no solo se optimiza el consumo de recursos, sino que también, se reduce la frecuencia de uso del electrodoméstico, lo que contribuye a prolongar su vida útil.

Asimismo, la acumulación de cal es un problema común en las lavadoras, especialmente en zonas con agua dura. Estos depósitos pueden afectar el funcionamiento del electrodoméstico, haciendo que trabaje de manera menos eficiente y aumentando su consumo energético.

La descalcificación periódica es una medida sencilla que puede evitar estos problemas. Existen productos específicos en el mercado para descalcificar lavadoras, pero también puedes optar por soluciones caseras como el vinagre blanco, que es un agente desincrustante natural.

El prelavado es una función que muchos consideran esencial para eliminar la suciedad más difícil, pero en la mayoría de los casos, su uso es innecesario y costoso. Activar el prelavado incrementa el gasto de agua y electricidad en un 20%, lo que se traduce en un mayor impacto en la factura eléctrica.

Para prendas con suciedad moderada, este paso puede omitirse sin comprometer el resultado final. De hecho, en muchos casos, un detergente adecuado y un ciclo de lavado normal son suficientes para obtener ropa limpia. Por tanto, reservar el prelavado para situaciones excepcionales contribuirá a un uso más racional y económico de los recursos.