El reciclaje de dispositivos electrónicos se ha convertido en un aspecto crucial para la sostenibilidad ambiental. Las empresas tecnológicas están cada vez más comprometidas con la reducción de su huella de carbono y la utilización de materiales reciclados en la fabricación de nuevos productos. Sin embargo, cuando se trata de dispositivos de color negro, este esfuerzo enfrenta un panorama complejo.
El plástico es uno de los materiales producidos por los humanos que más daño causan a nivel ambiental. Para 2025 se estima que estos residuos ocupen un tercio del peso total de todos los peses juntos que hay en las aguas del mundo. Por eso las empresas llevan años fabricando dispositivos con plástico reciclado, y los desechos de color negro son los más frecuentes, aunque los que más complicaciones traen.
Por qué el plástico negro es el más frecuente
El uso de plástico reciclado en la fabricación de dispositivos electrónicos es una práctica cada vez más común. Este material, al provenir de productos desechados, contribuye a la economía circular, reduciendo la necesidad de fabricar nuevos plásticos a partir de recursos vírgenes. Sin embargo, no todos los colores de plástico reciclado están igualmente disponibles o son igual de fáciles de reciclar.
Históricamente, una gran mayoría de los dispositivos electrónicos ha sido de color negro. Esto ha llevado a que, en la actualidad, haya una abundante disponibilidad de plástico negro para reciclar, lo que facilita su reutilización en la fabricación de nuevos dispositivos de este mismo color.
Por ejemplo, los auriculares inalámbricos de diadema Zone 300, lanzados por Logitech, incorporan entre un 42% y un 55% de plásticos reciclados, siendo la proporción más alta en la versión negra. Esta mayor disponibilidad de plástico negro reciclado es una ventaja en términos de sostenibilidad, ya que permite un uso eficiente de los materiales existentes.
El gran ‘pero’ es su proceso de reciclaje
A pesar de esta abundancia de plástico negro reciclado, su manejo presenta varios desafíos significativos. La principal dificultad radica en el proceso de clasificación y reciclaje del plástico negro. En la mayoría de las plantas de reciclaje, se utiliza tecnología de clasificación automática basada en la radiación infrarroja cercana (NIR) para identificar y separar diferentes tipos de plásticos.
Sin embargo, los pigmentos negros utilizados en muchos plásticos tienen una baja sensibilidad a esta radiación, lo que dificulta su detección y clasificación eficiente.
Esta limitación técnica no solo reduce la eficiencia del reciclaje de plásticos negros, sino que también contribuye a que una parte significativa de estos materiales termine en vertederos, en lugar de ser reutilizada. En efecto, el 15% de los plásticos que llegan a los contenedores de reciclaje a nivel mundial son de color negro, pero muchos de ellos no son adecuadamente reciclados debido a estas dificultades tecnológicas.
El proceso de reciclaje del plástico negro también está asociado con riesgos ambientales y para la salud humana. Un problema significativo es que el plástico negro reciclado a menudo proviene de equipos electrónicos desechados (WEEE), que pueden contener aditivos peligrosos como retardantes de llama bromados (BFRs) y metales pesados como plomo, mercurio y cadmio.
Estos aditivos son esenciales para las propiedades del plástico en dispositivos electrónicos, pero son potencialmente dañinos si se reutilizan en productos destinados al consumo diario, como envases de alimentos o juguetes.
Un estudio de la Universidad de Plymouth en 2018 reveló que objetos cotidianos hechos con plástico reciclado negro, procedente de equipos electrónicos desechados, contenían residuos contaminantes. Este reciclaje inadecuado no solo representa un riesgo para los consumidores, sino que también contribuye a la contaminación del medio ambiente, especialmente en los océanos.
Ante estos desafíos, las regulaciones internacionales juegan un papel crucial en la gestión del reciclaje de plásticos negros. La Directiva sobre residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (WEEE) y la Directiva sobre la restricción del uso de ciertas sustancias peligrosas en equipos eléctricos y electrónicos (RoHS), ambas implementadas por la Unión Europea, son ejemplos de esfuerzos para mejorar el reciclaje de plásticos y reducir la introducción de sustancias peligrosas en nuevos productos.
Además, se están realizando avances científicos para mejorar la eficiencia del reciclaje de plásticos negros. Investigadores están desarrollando nuevas tecnologías que permiten una mejor detección de estos plásticos en las plantas de reciclaje, así como materiales plásticos que pueden descomponerse y reutilizarse de manera más limpia y eficiente. Estas innovaciones son cruciales para cerrar el ciclo de vida de los plásticos negros y reducir su impacto ambiental.