Robots que imiten no solo la apariencia humana, sino también su capacidad cerebral son cada vez más posible con el avance de la inteligencia artificial, más aún con el reciente desarrollo de la Universidad de Harvard y Google: un prototipo capaz de controlar movimientos complejos y coordinados.
La Universidad de Harvard y DeepMind, la empresa de inteligencia artificial de Google, dieron un luces sobre la comprensión de los complejos mecanismos del cerebro humano al desarrollar una rata virtual con un cerebro artificial capaz de ser autónoma.
Este avance, publicado en la revista Nature, pretende ser un precedente importante en la investigación neurocientífica, y en la aplicación de la inteligencia artificial para estudios del cerebro, y su implementación en máquinas autónomas.
Cómo es posible que robots se comporten como un ser vivo
El desarrollo de Google y Harvard se enfocó en desentrañar cómo el cerebro controla el movimiento. Para ello, los investigadores han utilizado datos reales de ratas grabados en alta resolución, que luego se emplearon para entrenar una red neuronal artificial.
Esta red es la encargada de controlar el cuerpo virtual en un simulador de física avanzado llamado MuJoco. De esta manera el equipo de científicos verificó que el “cerebro artificial” activaba redes de control neuronal ante movimientos de manera similar a como lo hacen los cerebros reales de las ratas.
Según contó los neurocientíficos de Harvard, los hallazgos evidenciaron que los patrones de activación en la red neuronal artificial eran muy parecidos a los de las ratas reales.
Este hallazgo es fundamental, debido a que confirma que la red neuronal creada con inteligencia artificial puede replicar con precisión los procesos neuronales involucrados en los movimientos de un ser vivo.
Cómo hicieron para que una rata artificial imitara a una real
En este componente, la colaboración con DeepMind fue crucial en esta etapa del proyecto. Esta sinergia permitió el entrenamiento de una red neuronal que no solo puede generar las fuerzas necesarias para una variedad de comportamientos, sino que es capaz de imitar movimientos para los cuales no fue específicamente entrenada.
Del mismo modo, esta investigación tiene múltiples implicaciones. En primer lugar, proporciona un modelo práctico y transparente para estudiar los circuitos neuronales y su implicación en diversas enfermedades. Este modelo puede ayudar a identificar cómo fallos en estos circuitos pueden dar lugar a patologías neurológicas.
También, esta plataforma también abre nuevas oportunidades en el diseño de sistemas de control robótico. Los algoritmos desarrollados podrían utilizarse para crear robots más “humanos” y con capacidades de movimiento más sofisticadas, aplicables en una amplia gama de industrias, desde la manufactura hasta la medicina.
Cuál es el futuro de los robots autónomos
El futuro de los robots humanos se sigue labrando. El siguiente paso del proyecto de Google y Harvard es dotar de autonomía a la rata virtual para que pueda resolver tareas de manera similar a las ratas reales.
Una rata virtual capaz de solucionar problemas de forma autónoma permitiría a los científicos realizar experimentos que serían difíciles o imposibles de llevar a cabo en un entorno físico con ratas vivas.
Esto no solo optimiza el proceso de investigación, sino que también permite una exploración más profunda y rápida de los mecanismos neuronales subyacentes, que se pueden aplicar en más especies humanas.
Cómo se está innovando con la inteligencia artificial
Los sistemas de Google DeepMind no se limitan a estudiar el cerebro y el movimiento. Estos mismos sistemas están siendo aplicados en otras áreas como la identificación de cambios en el ADN humano causante de enfermedades.
La inteligencia artificial podría revelar mutaciones genéticas asociadas a condiciones médicas complejas y ayudar en el desarrollo de terapias más efectivas y personalizadas.
Además, las investigaciones exploran la creación de materiales avanzados para aplicaciones prácticas. Esto incluye el desarrollo de materiales útiles para fabricar celdas solares más eficientes, baterías de alta capacidad y chips informáticos más potentes y económicos.
Dichos avances en materiales podrían revolucionar industrias enteras, desde las tecnologías de energía renovable hasta la informática y las telecomunicaciones.