En Latinoamérica, la tecnología y la inteligencia artificial están ganando terreno como herramientas pedagógicas en el ámbito educativo.
En el caso específico de Brasil, tres de cada cuatro profesores están a favor de incorporar estas innovaciones en sus métodos de enseñanza, según la encuesta “Perfil y los Desafíos de los Profesores de Enseñanza Básica”, realizada por el Instituto Semesp.
Este estudio, que recoge las opiniones de 444 docentes de escuelas públicas y privadas en niveles que van desde el inicial hasta el secundario, muestra que el 74,8% de los profesores está al menos parcialmente a favor del uso educativo de tecnologías avanzadas.
Sin embargo, la encuesta también revela una disonancia significativa entre el apoyo teórico y la implementación práctica. Solo el 39,2% de los encuestados manifestó utilizar estas herramientas de manera constante en su enseñanza.
Qué retos ven los educadores ante la inteligencia artificial
Los maestros reconocen que, aunque la tecnología permite un acceso más rápido a la información y puede dinamizar las clases, también plantea desafíos considerables, como la dificultad para mantener la atención de los estudiantes.
Esta brecha entre intención y práctica destaca la necesidad de abordar problemas estructurales que limitan la integración tecnológica en las aulas.
Uno de los principales obstáculos identificados es la falta de acceso a internet en las escuelas. Un profesor anónimo comentó al medio Agencia Brasil, que los estudiantes son dependientes de herramientas de búsqueda y respuestas instantáneas, que dificulta el desarrollo de habilidades cruciales como la resiliencia y la resolución de problemas.
Las limitaciones no terminan ahí; la capacitación insuficiente de los docentes en el manejo de tecnologías educativas y la carencia de recursos tecnológicos adecuados también son factores críticos.
Los educadores quieren mayores herramientas para sus estudiantes
“El acceso a recursos tecnológicos es un gran desafío. La calidad del internet en las escuelas es deficiente, los laboratorios de informática son limitados y paquetes básicos de software como Office suelen estar ausentes en los laboratorios móviles”, señaló otro docente, cuyos comentarios fueron difundidos por el Instituto Semesp.
La situación se complica aún más al considerar que el uso de teléfonos móviles por parte de los estudiantes también es inviable debido a la falta de conectividad.
Menos de la mitad de los profesores, específicamente el 45,7%, informaron que ellos y sus alumnos tienen acceso a tecnologías como computadoras e internet dentro de las instalaciones educativas.
Un preocupante 7% de los encuestados indicó que no hay ningún acceso a la tecnología en sus instituciones, subrayando la existencia de una considerable brecha digital que impide una adopción más generalizada y efectiva de la tecnología en la enseñanza.
Qué falta por potenciar en las aulas de clase
La encuesta también destaca un desajuste entre el contenido enseñado y las expectativas tecnológicas de los alumnos. La velocidad de adopción de nuevas tecnologías por parte de los estudiantes supera la capacidad de las escuelas para adaptarse, creando una discrepancia, argumentaron varios docentes.
Esta diferencia se convierte en otro obstáculo significativo para la integración de la tecnología en el aula, debido a que las instituciones educativas luchan por mantenerse al día con las demandas y expectativas tecnológicas de los estudiantes.
Asimismo, este informe también explora las preferencias de carrera de los jóvenes, revelando que las áreas de informática y tecnologías de la información y la comunicación son las más solicitadas en el ámbito de la educación superior.
Qué deben hacer las instituciones educativas para equilibrar la IA y la enseñanza
A pesar de los desafíos, el apoyo mayoritario de los docentes hacia la tecnología en la educación sugiere un considerable potencial no aprovechado.
Con una inversión adecuada en infraestructura y capacitación, las herramientas tecnológicas podrían transformarse en aliados poderosos para una educación más dinámica y efectiva.
La cuestión crucial reside en cómo cerrar la brecha entre la intención declarada y la práctica efectiva, asegurando que tanto alumnos como profesores puedan beneficiarse plenamente de las ventajas que la tecnología tiene para ofrecer.