Para los solteros, deslizar a la derecha en las aplicaciones de citas como Tinder o Bumble se ha convertido en el nuevo lenguaje del romance. Sin embargo, esta práctica ahora enfrenta controversias.
Un grupo de seis individuos en Estados Unidos ha interpuesto una demanda contra las plataformas de citas más reconocidas, argumentando que estas han desarrollado características enganchadoras para mantener a los usuarios atrapados en un ciclo constante de “pagar para jugar”.
Según la demanda, las aplicaciones de citas potencian su modelo económico a través de la venta de suscripciones y funciones de pago, promocionadas con el fin de facilitar el encuentro amoroso entre las personas.
Match Group, empresa dueña de varios servicios de citas en línea de gran renombre, incluido Tinder, y acusada en este litigio, ha desestimado estas acusaciones, declarando que la demanda “es absurda y carece de base alguna”.
¿Las apps de cita son adictivas?
De acuerdo a una encuesta publicada por Match Group en 2017, casi uno de cada seis solteros (15%) decía sentirse adicto al proceso de buscar una cita.
Esto no impacta de manera uniforme a todos los individuos. Los millennials tiene una probabilidad 125% mayor de exhibir este tipo de conducta en comparación con las generaciones más antiguas, y los hombres son un 97% más susceptibles a este fenómeno que las mujeres. Este hecho parecía no ser accidental.
Para empezar, es esencial entender qué es el swipe. Esto se refiere a la acción de deslizar el dedo sobre la pantalla del dispositivo móvil para expresar interés o desinterés en los perfiles de otros usuarios.
“Se ha comprobado que este sistema activa la segregación de dopamina, creando cierto grado de adicción”, señala la psicóloga californiana Alina Liu a El País. “Lo que ocurre en nuestro cerebro en estas apps es bastante parecido a lo que sucede con los juegos de azar o las máquinas tragaperras”, sentencia.
Indica la experta: “La anticipación de obtener dicha gratificación, que sería un match en este contexto, nos impulsa a continuar deslizando la pantalla”.
El dilema con las aplicaciones de citas es que la recompensa no se trata de encontrar un contenido atractivo, ni tan siquiera de obtener tres cerezas rojas y algo de cambio. Lo que se busca es la validación física, una potencial salida y, posiblemente, el encuentro con el amor de nuestra vida.
“Lo que realmente me parece importante es el malestar emocional presente en la persona que sufre la adicción”, comenta la psicóloga Paloma Salamanca Iniesta al mismo medio.
“Estamos rodeados de substancias o experiencias con potencial adictivo, como el tabaco, el café, los juegos de azar... sin embargo, no nos vemos atrapados por ninguna hasta enfrentarnos a un período de particular vulnerabilidad psicológica”, agrega.
De acuerdo con un estudio realizado por la aplicación de citas Badoo, que analizó la información de sus 370 millones de usuarios, un millenial dedica, en promedio, 90 minutos diarios a esta aplicación.
Estos números podrían aumentar significativamente si el individuo atraviesa un momento complicado o desarrolla algún nivel de adicción.
¿Utilizas con frecuencia las apps de citas?
El uso de aplicaciones de citas se ha convertido en una práctica común para muchas personas que buscan conectar y hallar pareja. Sin embargo, es importante utilizarlas de manera equilibrada para evitar desarrollar dependencias.
Para empezar, establecer límites de tiempo puede ser esencial; dedicar, por ejemplo, no más de 30 minutos al día para explorar y deslizar en estas plataformas ayuda a mantener un balance.
Además, es fundamental tener claridad sobre lo que se busca y no permitir que la cantidad de opciones disponga de nuestra atención indefinidamente. Centrarse en conversaciones significativas en lugar de la cantidad de matches puede hacer la experiencia más satisfactoria y menos compulsiva.
Otro aspecto importante es diversificar las maneras de conocer gente nueva. No relegar la vida social y los encuentros a las aplicaciones de citas exclusivamente permite mantener una perspectiva saludable y amplía el círculo social de maneras más orgánicas.