La filosofía de trabajo de Steve Jobs tenía una visión diferente a muchos esquemas establecidos. Por ejemplo, él odiaba las reuniones y para evitarlas modificó una serie de aspectos en Apple, que le permitieron a la compañía aumentar su productividad.
El cofundador de la empresa, le daba mucho valor al tiempo y estaba convencido de que las reuniones excesivas eran un obstáculo para el progreso. Según revela el libro “Insanely Simple: The Obsession That Drives Apple’s Success”, escrito por Ken Segall, director creativo publicitario en Apple, Jobs tenía una regla clara: reducir al mínimo indispensable el número de participantes en las reuniones y no llamar a aquellos que no consideraba estrictamente necesarios.
¿Jobs estaba en contra de las juntas de trabajo?
Esta postura tenía un fundamento. Jobs entendía que las reuniones prolongadas y sin rumbo definido eran una “maldita distracción para los ingenieros”, como llegó a expresar en más de una ocasión. Su objetivo era claro: eliminar cualquier actividad que pudiera interrumpir el flujo de trabajo y la creatividad de su equipo.
Pero el empresario no criticaba las juntas, sino que también diseñó un método concreto para mejorar la productividad en Apple. Según se cuenta en su biografía autorizada, escrita por Walter Isaacson, el líder de Apple prefería el teletrabajo y las reuniones cortas, de no más de 10 minutos, centradas en objetivos específicos.
Este enfoque era poco convencional, pero demostró ser efectivo para mantener a su equipo enfocado, motivado y con el tiempo necesario para ser creativo.
Precisamente, una de las ideas de Jobs era que las reuniones matan la creatividad. Este mensaje, respaldado por cifras reales que demostraban la baja productividad de muchas reuniones, fue el motor que impulsó su enérgica oposición a este tipo de prácticas en el entorno laboral.
En una entrevista con BusinessWeek en 1997, el empresario dejó claro su desprecio hacia las juntas de trabajo: “Las reuniones son una de las peores cosas que existen en la empresa actual. Son terribles. Interrumpen el trabajo, rompen el impulso, matan la creatividad. Y son horas y horas de tiempo desperdiciado”.
Para combatir esta situación, implementó medidas concretas en Apple. Propuso que todos los jueves fueran designados como días sin reuniones de trabajo, permitiendo así que los empleados tuvieran tiempo para trabajar de forma individual y sin interrupciones.
Además, enfatizó la importancia de mantener un equipo reducido y ágil, creyendo firmemente que tener menos personas trabajando en la empresa era beneficioso para mantener la calidad sobre la cantidad.
En una carta interna que Jobs envió a su equipo se refleja su compromiso con estos principios. En ella, recomendó reservar los jueves como días sin reuniones y advirtió sobre los peligros de convertirse en gerentes en lugar de “hacedores”.
“El jueves es nuestro día, un día en el que metafóricamente cerramos las puertas al mundo exterior y trabajamos tranquilamente de forma individual”, aseguró en el documento.
Junto con la idea de limitar las reuniones, también les propuso tener un grupo de empleados más reducido, con la idea de mejorar la productividad para no creer que por tener equipos más grandes y hacer más tareas, la calidad iba a mejorar.
“Es mejor tener menos personas, incluso si significa hacer menos. Construyamos nuestra empresa lentamente y con cuidado”, comentó.
Después de enviar esa carta y de discutir las ideas con su equipo, finalmente en Apple adoptaron el siguiente formato de trabajo:
- Reuniones con poco personal, de 3 a 5 personas. Si hay demasiadas personas, se darán malentendidos, conversaciones derivadas y se producirá el caos.
- Agenda breve con no más de 3 asuntos en el orden del día. Tres puntos son mejor que cinco, si no se concretan todos.
- Reuniones cortas, de no más de 30 minutos y con una estructura clara.