En el ámbito del ahorro de energía, numerosas teorías han circulado durante años, estableciendo pautas de consumo que muchos han asumido como verdaderas.
No obstante, es hora de poner la luz sobre la realidad y desmontar algunos de estos mitos que, lejos de ayudar a conservar energía, podrían estar guiando a los usuarios a prácticas menos eficientes.
A continuación, se van a desmentir cinco de los mitos más arraigados en cuanto al ahorro de energía, con el objetivo de proporcionar información clara y precisa que permita tomar decisiones más informadas y, verdaderamente, contribuir al cuidado del medioambiente y a la reducción del consumo energético.
1. La realidad de los lavavajillas
La creencia de que lavar los platos manualmente ahorra electricidad está ampliamente difundida, pero no se ajusta a la verdad, según indica CHC, empresa de energía de España.
Contrario a lo que se piensa, hacer uso del lavavajillas, en particular si se selecciona el modo ECO, resulta en un menor consumo tanto de electricidad como de agua, convirtiéndolo en la alternativa más eficiente y sostenible para un uso energético responsable.
Mientras que el lavado de platos a mano puede consumir alrededor de 60 litros de agua, el uso del lavavajillas reduce este consumo a tan solo 10 a 15 litros. Además, el gasto energético disminuye significativamente con los lavavajillas modernos, los cuales están diseñados para ser altamente eficientes en términos energéticos.
2. Encendida intermitente de luces
Existe un mito bastante extendido de que apagar y encender las luces con frecuencia conduce a un mayor consumo energético que mantenerlas encendidas.
Un estudio realizado por CINEMAT y la Universidad Politécnica de Madrid indica que salvo que se planee regresar a una habitación para encender la luz en menos de 5 minutos, lo más recomendable para disminuir el consumo y el gasto es apagarla.
Ignorar esta práctica no sólo conlleva un gasto energético innecesario, sino que también puede comprometer la eficiencia de nuestra instalación eléctrica, elevando innecesariamente el costo de la factura de luz y contribuyendo al desperdicio de recursos, lejos de ser una práctica sostenible.
3. Consumo fantasma
El mito más común posiblemente sea la creencia de que los electrodomésticos y dispositivos no consumen energía eléctrica mientras están enchufados sin estar en uso. Esta concepción errónea se observa tanto en los hogares como en oficinas y comercios.
Si bien muchos de estos dispositivos son esenciales y se utilizan cotidianamente, también es cierto que mantenemos otros tantos enchufados sin estarlos utilizando activamente.
A este fenómeno se le denomina consumo fantasma o standby. A primera vista, podría parecer que el gasto energético que representa es menor; sin embargo, al sumar estos consumos inactivos, el impacto en la factura de la luz puede ser significativo, llegando a representar más del 10% del consumo total de energía.
4. ¿Las ventanas afectan el consumo?
A menudo, las personas subestiman el impacto que tiene el aislamiento térmico de las ventanas en sus hogares sobre el consumo energético anual, especialmente relacionado con el uso del aire acondicionado durante el verano y la calefacción en el invierno.
Al elegir ventanas de PVC, que mejoran notablemente el aislamiento térmico, se puede lograr un ahorro de energía de hasta un 45%. Existe una amplia gama de materiales aislantes disponibles que facilitan un aislamiento térmico eficiente, lo que permite reducir las pérdidas de energía y, de este modo, llevar un estilo de vida mucho más sostenible mediante ajustes simples en el ambiente doméstico.
5. Posición del grifo
Es común que, tras utilizar el grifo, las personas tiendan a cerrarlo en la posición en la que se encontraba durante su uso, sin embargo, este acto puede ser contraproducente.
En el caso de que se haya usado agua caliente, si el grifo se deja en esa posición, al siguiente uso, el termo eléctrico se activará automáticamente para calentar más agua, lo que derivará en un aumento del consumo eléctrico. Por tanto, es recomendable recordar ajustar el grifo a la posición de agua fría después de su uso.