La nevera es uno de esos aparatos en casa que siempre está encendido, usando electricidad día y noche. Por eso, cuando toca cambiarla, es esencial escoger una que ahorre energía.
En este contexto, se debe tener en cuenta la clasificación energética con la que cuentan las neveras y varios electrodomésticos.
En marzo de 2021, la Unión Europea implementó un renovado sistema de etiquetado energético con el objetivo de identificar los electrodomésticos que ofrecen una mayor eficiencia y menor consumo de energía, lo que a su vez se traduce en un impacto ambiental reducido.
Etiquetado y clasificación energética
Desde marzo de 2021, las etiquetas de los electrodomésticos en la Unión Europea deben incluir varios datos importantes: el nombre del fabricante, el modelo y la marca, el nivel de eficiencia energética que va de A a G (donde A es el más eficiente y G el menos), un código QR que enlaza a más información en una base de datos de la UE, y unos dibujos que muestran características específicas del aparato.
Ahora, la eficiencia se mide en una escala más simple de A a G, eliminando las antiguas categorías como A+++ o A++. Los productos con etiqueta A son raros porque son super eficientes, mientras que los G consumen más energía.
Por ejemplo, una nevera con etiqueta F (anteriormente categoría B) usa unos 507kW de energía, ubicándose entre los que más gastan. La etiqueta G (antes D), en rojo, señala los aparatos que necesitan aún más energía, alcanzando entre el 90% y el 100% de consumo.
Los mejores frigoríficos son los de etiqueta A, B, o C, ya que consumen menos energía. Estas etiquetas también dan información extra como el tamaño de la nevera y el congelador en litros, y cuánto ruido hacen, en decibelios.
Neveras con clasificado A
Hoy día, resulta más habitual que los frigoríficos nuevos vengan con una etiqueta de eficiencia energética A, B, o C. Aunque estos modelos pueden ser más caros al principio, con el tiempo ayudan a ahorrar en la factura de luz.
Por esta razón, es cada vez menos común encontrarse con neveras que tengan una clasificación energética F, la cual indica un consumo de 507 kWh.
Consejos para un uso eficiente
A menudo, no resulta factible reemplazar un antiguo frigorífico con clasificación energética F por uno más eficiente. Sin embargo, existen varias estrategias simples que pueden ayudar significativamente a disminuir el consumo de energía y, consecuentemente, el gasto en la factura eléctrica.
- Elegir una ubicación adecuada: Evitar su instalación cerca de fuentes de calor, como radiadores o cocinas, y de áreas que reciban luz solar directa. Es clave dejar suficiente espacio entre el refrigerador y la pared para permitir una correcta circulación de aire alrededor de la unidad.
- Limpieza y mantenimiento oportunos: Limpiar periódicamente la parte trasera y el interior del frigorífico para facilitar el intercambio de calor con el entorno. Descongelar y limpiar el interior al menos dos veces al año, manteniendo la puerta ligeramente abierta durante periodos de no uso para evitar la acumulación de olores desagradables.
- Eficiencia en el uso Organizar los alimentos de manera eficiente para minimizar el tiempo necesario con la puerta abierta, reduciendo así el consumo energético. También es importante ajustar la temperatura del refrigerador entre 3 y 5 grados y el congelador entre -20 y -18 grados para optimizar la conservación de alimentos sin sobreexigir el sistema.
- Manejo adecuado de los alimentos: Permitir que los alimentos calientes se enfríen hasta alcanzar la temperatura ambiente antes de almacenarlos, para disminuir la carga de trabajo del refrigerador.
Considerar estas recomendaciones no solo facilita el ahorro económico y energético, sino que también contribuye positivamente al medio ambiente.