La era de los niños virtuales llegó: ¿Estás listo para adoptar a Tong Tong?

Desde China llega el “primer niño IA del mundo”, un prodigio digital de tres años capaz de disfrutar y enfadarse, porque al parecer lo que le faltaba a la tecnología eran berrinches

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Tong Tong expresaría alegría, un
Tong Tong expresaría alegría, un avance en IA que añade drama al mundo virtual. Beijing Institute for General Artificial Intelligence (BIGAI)

Si pensabas que Chucky, el muñeco maldito, era la cumbre de nuestros temores infantiles materializados, espera a conocer el último grito de la innovación desde el gigante asiático: Tong Tong. No, no es el título de una nueva película de terror, aunque podría.

Este ser, bautizado como el primer “niño IA” del mundo, es la más reciente creación de unos científicos al parecer con mucho tiempo libre en el Beijing Institute for General Artificial Intelligence (BIGAI). Y sí, leyeron bien: una niña, pero sin las complicaciones de los pañales o las noches sin dormir. O eso creemos.

Tong Tong, cuyo nombre significa “niña pequeña” y evoca más a un personaje de dibujos animados que a un avance tecnológico que podría cambiarlo todo (o nada), hizo su gran debut en la Frontiers of General Artificial Intelligence Technology Exhibition.

Esta niña no tiene forma física, en su lugar, la entidad de IA existe y opera en un entorno virtual con el que puede interactuar. Se dice que encandiló a los visitantes con su capacidad para comportarse como un humano de tres o cuatro años. Ahora, yo me pregunto: ¿es realmente un logro programar a un ente para que imite la edad en la que los humanos somos más insoportables?

Este prodigio de la computación viene equipado con una inteligencia emocional que cualquier adolescente envidiaría, un vocabulario de más de 600 palabras (probablemente ya habla mejor que muchos adultos que conozco) y la capacidad de aprender autónomamente. Es decir, prepárense para que la niña Tong Tong les gane en el Tateti en menos que canta un gallo.

Tong Tong observa atentamente a
Tong Tong observa atentamente a los visitantes, demostrando la curiosidad sin límites de un niño de tres años, pero sin dejar migajas de galleta en la sala. (Beijing Institute for General Artificial Intelligence (BIGAI))

Según sus inventores, Tong Tong no solo puede diferenciar entre el bien y el mal, sino que también puede limpiar su entorno virtual sin que nadie se lo pida.

He aquí un avance: una IA que no solo hace su cama (virtual, claro está) sino que, además, tiene la potestad de enseñarnos unas cuantas lecciones de moralidad. Maravilloso, ¿no es así? Ah, pero hay más: esta niña AI puede experimentar y comunicar su ‘propia alegría, ira y tristeza’. Que alguien le pase un pañuelo virtual, por favor.

Al contrario de los populares modelos de lenguaje en IA, la muñeca virtual Tong Tong puede asignarse tareas de manera independiente, desde explorar su entorno hasta limpiar manchas. Ahí tienes a una máquina con crisis existenciales y quizás, en un futuro no muy lejano, pasando por su fase Emo.

Y, aunque parezca un argumento de la película de ciencia ficción, los ingenieros creadores de Tong Tong afirman que esta IA puede incluso experimentar emociones. OK!.

La Era de los Niños
La Era de los Niños Virtuales Ha Llegado: ¿Estás Listo para Adoptar a Tong Tong?

En fin, Tong Tong, una IA virtual, es un encantador recordatorio de que estamos al borde de un precipicio muy peculiar. Por un lado, nos maravillamos ante la posibilidad de criar niños digitales que no dejan suciedad real por toda la casa. Por otro, no podemos evitar preguntarnos si algún día estaremos discutiendo con nuestro refrigerador inteligente porque se siente triste y no quiere enfriar nuestras cervezas.

De alimentar Tamagotchis en ‘96 a criar a Tong Tong en la era digital, hemos evolucionado de ser meros cuidadores de mascotas pixeladas a pseudo-padres de una niña IA con emociones de preescolar. Ah, cómo añoramos la simplicidad de solo cambiar baterías.

Aquí está, señoras y señores, el futuro emocionalmente complicado que nos espera. Un mundo donde los límites entre lo humano y lo artificial no solo se desdibujan sino que además nos piden que reflexionemos sobre ellos mientras intentamos apaciguar a Alexa, que se ofende porque no pronunciamos bien el inglés o le hablamos con la boca llena.

¡Bravo, BIGAI, bravo! Nos dieron mucho que pensar (y quizás un par de pesadillas nuevas a las próximas generaciones).

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