Al conducir un vehículo, es común enfrentarse a imprevistos como pinchar una llanta debido a objetos afilados en el camino. Pero esta situación también puede darse si el neumático está desgastado o no se presta atención al aire que los mantiene inflados.
Por fortuna, la tecnología incorporada en los vehículos actuales puede facilitar esta tarea. Este es el caso del Sistema de Monitorización de la Presión de los Neumáticos (TPMS), el cual está diseñado para supervisar la presión de aire de cada neumático de forma continua, alertando al conductor ante cualquier anomalía.
Esta medida busca incrementar la seguridad al volante, garantizando que los conductores reciban avisos en tiempo real para así evitar daños mayores en el vehículo y garantizar la seguridad vial.
Cómo funciona el TPMS
Este sistema se presenta en dos variantes:
- De medición indirecta: A través de los sensores del sistema antibloqueo de ruedas ABS, el TPMS puede saber qué rueda da más vueltas de lo normal y notifica que esta tiene una pérdida de presión.
- De medición directa: Se hace mediante un sensor de presión en cada neumático. Estos tienen una pequeña batería incorporada para su funcionamiento y cada sensor mide la presión y la temperatura de cada rueda y emite a la unidad de control la información mediante radio a una frecuencia de 433 MHz.
Señales para saber que una llanta está pinchada
Identificar un neumático pinchado rápidamente puede ser decisivo. Signos claros incluyen pérdida de presión continua, dirección endurecida, desviación del vehículo hacia un lado y un incremento del ruido al conducir.
Tales indicadores requieren atención inmediata, incluso si el conductor se encuentra en una vía sin acceso rápido a asistencia vial.
Ante la sospecha de tener un neumático perforado, es fundamental encender las luces de emergencia, reducir la velocidad y estacionar en un lugar seguro para proceder al cambio del neumático usando las herramientas necesarias como el gato y los triángulos de emergencia.
El proceso incluye localizar el punto para detener el vehículo, desmontar el neumático dañado y sustituirlo por uno de repuesto, siguiendo pasos específicos para asegurar la estabilidad y seguridad antes de continuar el viaje.
Si se trata de reparar el daño, localizar el orificio del pinchazo es el primer paso, utilizando métodos como palpación directa o la aplicación de una solución de agua y jabón para identificar fugas.
Dependiendo de la cercanía del daño al borde del neumático o su tamaño, una reparación casera puede ser suficiente, aunque en muchas ocasiones se requiere la intervención de profesionales, quienes utilizan técnicas de reparación con mecha o parche, según el estado del neumático.
Es por ello que la prevención es clave en este tipo de situaciones. Reconocer señales de desgaste en los neumáticos y llevar a cabo mantenimientos periódicos pueden disminuir significativamente el riesgo de experiencias adversas en carretera.
Presión recomendada de neumáticos
La presión recomendada de los neumáticos varía según el tamaño del automóvil y sus neumáticos, pero la opinión de los fabricantes suele moverse entre los 2 y 2.7 bares, en función de la carga del vehículo y de la velocidad a la que vaya a circular.
Generalmente en el manual del propietario se dan recomendaciones diferentes para las ruedas delanteras y para las ruedas traseras, así como para las de repuesto. Además de varios supuestos para que elija la configuración que más convenga según las condiciones climáticas y el terreno.
Mientras que los riesgos que se corren por conducir con poca presión son:
- Coche menos manejable.
- Pinchazo.
- Desgaste irregular que fomenta las posibilidades de un reventón de la rueda.
- Aumenta la distancia de frenado con el pavimento mojado.
En cuanto a los neumáticos con la presión correcta ofrecen:
- Menor adherencia al asfalto.
- Menor confort.
- Mayor desgaste.
- Se incrementa el consumo de combustible.