George R. R. Martin, escritor de Juego de Tronos, demandó a un fanático que usó ChatGPT

El autor demandó a OpenAI por infracción de derechos de autor a gran escala

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El autor de los libros detrás de Juego de Tronos exige una alta suma por obra a la empresa OpenAI. (Film Magic)
El autor de los libros detrás de Juego de Tronos exige una alta suma por obra a la empresa OpenAI. (Film Magic)

Un seguidor de Juego de Tronos acudió a ChatGPT para escribir versiones largas y voluminosas de Los Vientos de Invierno y Un Sueño de Primavera, los dos volúmenes siguientes de la serie Canción de hielo y fuego de George R. R. Martin.

Sin embargo, el contenido generado por Inteligencia Artificial fue eliminado luego de que el usuario se enterara que dicha creación fue mencionada dentro de la demanda que presentó Martin en contra de OpenAI.

Además de Martin, diversos autores como John Grisham de “Tiempo de Matar” y Elin Hilderbrand de “El verano que nos encontramos”, presentaron un documento en el que mencionaban que la empresa matriz de ChatGPT integró el contenido de sus obras literarias en sus “modelos de lenguaje” (LLM), los cuales forman la base de entrenamiento para su Inteligencia Artificial generativa, la cual es capaz de generar contenido en un lenguaje elaborado que imita la expresión humana.

Para probarlo, los autores citaron casos en los que el chatbot generó textos que no se podrían haber escrito si no hubiera incorporado “ilegalmente” obras con derechos de autor. De esta forma, los autores alegaron que OpenAI realizó una “infracción de derechos de autor a gran escala”.

El usuario que creó sus versiones de los libros de Martin eliminó el contenido de GitHub. (infobae)
El usuario que creó sus versiones de los libros de Martin eliminó el contenido de GitHub. (infobae)

La demanda presentada ante el Distrito Sur de Nueva York busca que OpenAI impida el uso de obras protegidas por derechos de autor en sus modelos de lenguaje sin obtener “autorización explícita”. Los autores también están solicitando una compensación por daños y perjuicios que podría alcanzar hasta los 150.000 dólares por obra.

OpenAI se encuentra en medio de varias demandas de esta naturaleza. Durante este año, la humorista Sarah Silverman y los escritores Christopher Golden y Richard Kadrey presentaron quejas semejantes en contra de OpenAI y Meta, acusándolos de supuesta violación de derechos de autor en el proceso de entrenamiento de GPT-4 y Llama 2.

Mientras tanto, autores como Michael Chabon, David Henry Hwang, Rachel Louise Snyder y Ayelet Waldman alegaron que OpenAI se benefició, e incluso obtuvo ganancias económicas, a raíz de que ChatGPT utilizó contenido de sus obras para generar textos diversos.

Los autores creen que la Inteligencia Artificial sólo pudo generar los textos si obtuvo de manera "ilegal" sus obras. REUTERS/Dado Ruvic/Illustration/File Photo
Los autores creen que la Inteligencia Artificial sólo pudo generar los textos si obtuvo de manera "ilegal" sus obras. REUTERS/Dado Ruvic/Illustration/File Photo

Las presuntas víctimas también aseguraron que la capacidad que tiene ChatGPT para resumir y analizar todo el contenido escrito por los autores “solo es posible” si OpenAI usa los textos protegidos bajo las leyes de copyright para entrenar a su inteligencia artificial y que cualquier otro trabajo que pueda calificarse como un derivado del uso de ese contenido efectivamente infringe las normas de derecho de autor.

Este hecho se da a la par de que corren rumores sobre la estrategia de OpenAI de crear sus propios chips para su tecnología, según lo reveló Reuters.

El medio añadió que la compañía tecnológica aún no ha decidido seguir adelante en este proyecto. También anunció que al menos desde el año pasado se discutieron varias opciones para resolver la escasez de costosos chips de IA en los que se basa OpenAI.

Nvidia es la empresa de computación encargada de realiar los chips para OpenAI. REUTERS/Dado Ruvic
Nvidia es la empresa de computación encargada de realiar los chips para OpenAI. REUTERS/Dado Ruvic

Entre las alternativas consideradas se encuentran la creación de un chip de inteligencia artificial propio, una mayor colaboración con fabricantes de chips, como Nvidia, y la exploración de opciones para diversificar sus fuentes de suministro más allá de dicha empresa de computación.

El director ejecutivo, Sam Altman, ha hecho de la adquisición de más chips de IA una máxima prioridad para la empresa. Se ha quejado públicamente de la escasez de unidades de procesamiento de gráficos, un mercado dominado por Nvidia, que controla más del 80% del mercado global de los chips más adecuados para ejecutar aplicaciones de IA.

La iniciativa para adquirir más chips se relaciona con dos inquietudes principales identificadas por Altman: la escasez de procesadores avanzados que impulsan el software de OpenAI y los elevados costos asociados con el funcionamiento del hardware necesario para respaldar sus proyectos y productos.

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