La regla del 30% demanda compromiso y autodisciplina, pero los beneficios que brinda son significativos. La sencilla estrategia fue empleada por Steve Jobs durante su tiempo en Apple.
Esta idea fue implementada cuando Jobs regresó a la compañía de Cupertino en 1997, momento en el que otras empresas como Microsoft estaban ganando terreno en la industria tecnológica. Por su parte, Apple no estaba en su mejor momento e incluso se había declarado el deseo de reducir los costes operativos en 500 millones de dólares anuales.
En ese momento, Jobs decidió despedir el 31% de los trabajadores que conformaban la compañía de tecnología, esto representó que 4.100 personas se retiraran. Además, el empresario archivó masivamente proyectos de software y hardware.
Apple estaba en una situación bastante compleja en la que era necesario que retomara su rumbo, en consecuencia, su director adoptó una fórmula del 30 %.
El método consistía en evaluar minuciosamente cada producto que la empresa hacía. Cuando esto se llevo a cabo, Jobs descubrió que el 30% de los dispositivos eran buenos por alto nivel de calidad. Sin embargo, el restante 70% de los elementos no eran realmente necesarios o no cumplían con los estándares de excelencia de la marca.
“Examinamos la futura hoja de ruta del producto y lo que encontramos fue que el 30% de ellos eran increíblemente buenos. Y alrededor del 70% de ellos eran bastante buenos, o cosas que realmente no necesitábamos hacer. Son negocios en los que realmente no necesitábamos estar. Y así, hemos reducido mucho eso, para que pudiéramos agregar algunas cosas nuevas”, dijo Jobs enesa época.
La clave para el éxito radicó en la determinación de Apple de llevar a cabo una reducción significativa en la variedad de productos en los que estaban involucrados. Este enfoque estratégico permitió que la compañía canalizara sus recursos hacia lo más destacado, garantizando que cada dispositivo lanzado cumpliera con los más exigentes estándares de calidad y excelencia.
Esta regla es altamente aplicable a la vida cotidiana de muchas persona, basta en centrar el enfoque en las cosas que se están haciendo bien. Se trata de priorizar tareas de la siguiente forma: los proyectos grandes se pueden dividir en obligaciones más pequeñas, con el ánimo de trazar una verdadera hoja de ruta o plan de acción.
Al igual que Steve Jobs tomó decisiones difíciles al reducir la línea de productos de Apple, es posible que las personas deban tomar decisiones desafiantes en su vida profesional. Esto podría incluir abandonar proyectos que no funcionan o no fomentan el crecimiento personal.
Sin duda, el legado de este importante empresario trascendió el campo tecnológico pues sus consejos para la vida se popularizaron y se convirtieron en pilar para muchos.
Jobs también inventó un mecanismo para tomar decisiones que se fundamenta en la capacidad de detectar patrones y relaciones entre elementos aparentemente dispares.
“Gran parte de esto es memoria. Pero gran parte de esto también es la capacidad de distanciarse, como si te encontraras en un rascacielos y pudieras observar todo desde el piso 80 hacia abajo” aseguraba el visionario detrás de Apple, aclarando que “mientras otros luchan por descifrar cómo llegar del punto A al punto B, interpretando mapas confusos, tú puedes visualizarlo directamente. Puedes verlo todo”.
Esta capacidad no solo involucra el almacenamiento de información en la memoria, sino también su interpretación y su aplicación de manera innovadora.
Jobs respaldaba su punto de vista con el ejemplo de los maestros del ajedrez. Aunque este juego de mesa podría parecer un ejercicio de memorización de movimientos y posiciones, los maestros del tablero sobresalen no solo por recordar cómo se desplaza cada pieza.
Su maestría radica en algo más profundo: el reconocimiento de patrones y relaciones fundamentales. A primera vista, el tablero es una página en blanco, pero a medida que las piezas se mueven, la visión va más allá de los movimientos individuales. Se aprecia cómo el movimiento de una pieza en una esquina puede desencadenar un efecto en cadena en otra parte del tablero.
Esta capacidad de anticipar cómo las decisiones en un área pueden influir en otras es el núcleo de la inteligencia basada en conexiones.