Al rededor del uso de los celulares hay muchos mitos, uno de ellos es que las aplicaciones que se están ejecutando en segundo plano y no se están usando, se deben cerrar para ahorrar batería. Algo que parece aplicar tanto para dispositivos con iOS como para Android. Pero la verdad es otra.
La realidad es que esta práctica no solo es ineficaz en el objetivo de querer disminuir el consumo de batería, sino que también puede afectar negativamente el funcionamiento de los teléfonos.
La gestión de aplicaciones en segundo plano es una característica clave en los sistemas operativos. La intención detrás de esta función es permitir a los usuarios cambiar rápidamente entre aplicaciones sin tener que reiniciarlas por completo cada vez.
Por qué cerrar aplicaciones no ayuda
Al igual que los computadores, los celulares cuentan con una memoria RAM, que se encarga de ejecutar las aplicaciones y todo el software para hacer funcionar el teléfono.
Pero cuando una aplicación está en segundo plano, en lugar de liberar RAM, el sistema operativo la mantiene en un estado de suspensión. Esto permite que la aplicación se reactive rápidamente y conserve el estado en el que se encontraba, evitando la necesidad de reiniciarla por completo.
Por lo que cerrar aplicaciones forzosamente solo hace que el dispositivo tenga que volverlas a cargar, consumiendo más recursos y potencialmente resultando en un mayor gasto de energía.
Desde Apple y Google han dejado claro que cerrar aplicaciones en segundo plano no tiene un impacto positivo en la duración de la batería y que hacerlo “incluso puede empeorar las cosas”, según el vicepresidente de ingeniería de Android, Hiroshi Lockheimer.
El efecto negativo que puede causar es que el sistema operativo se vea obligado a trabajar más para reabrir las aplicaciones cerradas, lo que se traduce en mayor consumo de recursos y un mayor desgaste en la batería.
Los teléfonos móviles están diseñados para administrar eficientemente la memoria y los recursos disponibles. Los algoritmos detrás de estos sistemas saben cuándo una aplicación debe permanecer en segundo plano y cuándo se debe suspender. Además, las aplicaciones en segundo plano no consumen batería al mismo ritmo que cuando están en primer plano.
Un aspecto adicional a considerar es el impacto en el rendimiento del dispositivo. Cerrar aplicaciones con frecuencia puede resultar en una carga excesiva para la unidad central de procesamiento (CPU) del teléfono. Cuando una aplicación se cierra y luego se vuelve a abrir, la CPU tiene que trabajar más para recargarla y ponerla en funcionamiento. Esto puede llevar a una disminución en la eficiencia general del sistema y afectar la velocidad del dispositivo.
La clave está en la gestión
Ya con el mito aclarado es momento de encontrar la solución: gestionar los permisos. La mayoría de aplicaciones permiten ejecutarse en segundo plano, ya que de esta manera se mantienen suspendidas y en caso de ser usadas nuevamente su acceso va a ser más fácil o también porque su naturaleza le pide al usuario mantenerlas en este estado.
Sin embargo, no siempre es necesario tener todas las apps en segundo plano, como puede ser el caso de los videojuegos o plataformas bancarias, ya que no son aplicaciones en las que estamos entrando y saliendo constantemente, como pueden ser el caso de las redes sociales o el navegador.
La gestión de estos permisos se hace a través de los ajustes del celular y de esa forma podemos ayudar a mejorar el consumo de la batería.