Por qué es complicado diseñar un ChatGPT para entender qué piensan las mascotas

Los perros y los gatos tienen muchas variantes de comunicación, que para una inteligencia artificial serían dificles de aprender

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El lenguaje de los animales
El lenguaje de los animales requiere que una IA tenga una cantidad de datos gigante. (Unsplash)

Una de las búsquedas de la humanidad es entender qué piensan los animales, especialmente aquellos con los que convive, y tras el crecimiento de la inteligencia artificial surge la duda si es posible crear una plataforma similar a ChatGPT que permita interpretar el lenguaje de los perros o los gatos. Sin embargo, detrás de ese sueño hay una gran lista de complejidades científicas y desafíos tecnológicos que arrojan dudas sobre su viabilidad.

En un artículo de Current Biology, los neurobiólogos Yossi Yovel y Oded Rechavi, de la Universidad de Tel Aviv en Israel, dieron a conocer los obstáculos que enfrentan los investigadores en el camino hacia la creación de una plataforma capaz de traducir los sonidos y comportamientos de las mascotas en un lenguaje humano comprensible.

Los desafíos de un traductor con IA para los animales

Uno de los retos más significativos es la diversidad de señales comunicativas que hay entre los animales. Los perros, por ejemplo, pueden aprender comandos humanos a través del entrenamiento, pero la IA tendría que ir más allá y entender las señales naturales que los caninos utilizan entre sí.

Además, cada especie animal tiene su propia gama de expresiones y vocalizaciones que varían según el contexto y la emoción. Por lo que lograr que una IA sea capaz de descifrar y traducir estas variantes sería un logro científico sin precedentes.

El lenguaje de los animales
El lenguaje de los animales requiere que una IA tenga una cantidad de datos gigante. (Unsplash)

Otro obstáculo es la comprensión de las señales en diferentes contextos de comportamiento. No es suficiente que la inteligencia artificial pueda identificar una vocalización o un gesto en un escenario específico, también debe poder interpretar su significado en una variedad de situaciones.

Por ejemplo, una cola en alto en un perro podría indicar emoción, pero también podría ser un signo de alerta o agresión en diferentes contextos. Es ahí donde la tecnología tendría que ser capaz de adaptar la interpretación en función del contexto, lo que agrega otra capa de complejidad.

Además, la traducción efectiva requeriría que la IA genere una respuesta que sea reconocible por las mascotas como si estuvieran interactuando con un congénere, no con una máquina.

Aquí es donde entra en juego la empatía y la comprensión emocional. Las mascotas no solo se comunican a través de señales físicas, sino también de forma emocional. En ese caso, la inteligencia artificial tendría que ser capaz de reconocer y replicar estas emociones de manera precisa para lograr una interacción efectiva.

El lenguaje de los animales
El lenguaje de los animales requiere que una IA tenga una cantidad de datos gigante. (Unsplash)

Un ejemplo concreto de estos desafíos es la comunicación de las abejas melíferas. Los científicos han desarrollado abejas robóticas capaces de comunicarse con la colonia utilizando movimientos específicos. Sin embargo, esta comunicación solo funciona en un contexto puntual, y no aborda la comprensión emocional detrás de estos movimientos. La pregunta de cómo se siente una abeja o qué desea sigue siendo imposible actualmente.

El famoso filósofo Ludwig Wittgenstein afirmó: “aunque un león pudiera hablar, no podríamos entenderlo”. Una frase que ilustra la brecha de comprensión entre las especies y cómo incluso si pudiéramos establecer una comunicación, el verdadero entendimiento de sus experiencias no sería posible.

Los neurobiólogos Yovel y Rechavi aseguran que incluso si la potencia de la IA se multiplica exponencialmente y logra recolectar esa gran cantidad de datos, los obstáculos de la comunicación entre especies perdurarán. Aunque sin duda creen que la inteligencia artificial podría ser la herramienta que ayuda a que esa brecha, que parece imposible alcanzar, se haga más posible de acortar.

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