La nueva generación de consolas tiene a la Xbox Series S como la alternativa más económica del mercado. Aunque el acceso a este dispositivo implica algunos sacrificios técnicos como el rendimiento y el apartado visual, algo que se puede solucionar con una serie de trucos.
A diferencia de las consolas del pasado, las actuales tienen ajustes personalizables que deben ser revisados por los usuarios antes de comenzar a jugar, para adaptar las condiciones a lo que quieren del dispositivo.
Con la Series S hay que tener presente que existen ciertos límites y que sacar todo su potencial dependerá de otra serie de factores, como la pantalla o el monitor.
Mejorar la calidad visual de la Xbox Series S
Para sacar el mayor provecho de la potencia de la Xbox Series S lo primero que se debe hacer activar el alto rango dinámico (HDR) de la consola y del televisor. Esta tecnología amplía la gama de colores y contrastes de los juegos, maximizando las opciones iniciales.
Aquí viene el primer requisito: el TV o monitor debe ser compatible con HDR10 o Dolby Vision. Para saberlo hay dos opciones: buscar la referencia del dispositivo en internet y verificar el apartado técnico o conectar la consola y ella misma se encargará de detectar la compatibilidad para iniciar los ajustes.
Para habilitar esta función se deben seguir estos paso:
1. En la Xbox Series S dirigirse a Configuración.
2. Seleccionar General
3. Hacer clic en las opciones TV y Pantalla.
4. En modos de vídeo elegir Permitir HDR10 y Dolby Vision.
En caso de no encontrar esta opción, quiere decir que el televisor o monitor no es compatible con HDR y no hay manera de activar esta función.
Otro aspecto a revisar es la tasa de refresco (FPS) y la resolución. Yendo al mismo menú de TV y Pantalla desde la Configuración, aparecerán estos dos apartados. El primero de ellos, los FPS, que pueden configurarse hasta 120, pero esto dependerá de la pantalla que se tenga y del videojuego, ya que no todos alcanzan esa tasa y se quedan en 60 FPS.
La Series S tiene la capacidad de reproducir juegos hasta 1440p, conocido como 2K, aunque al seleccionar esta resolución posiblemente la tasa de refresco se baje a 60 FPS. Esto dependerá de la pantalla o televisor.
Además, la consola cuenta con un reescalado a 4K, que solo funciona en pocos videojuegos, por lo que no es una opción que se deba tener en mente al momento de tenerla. Pero lo ideal es tratar de configurarla en 1440p y 120 FPS, en caso de no poder, con bajar los FPS a 60 se disfrutará de una buena experiencia en la mayoría de los juegos.
Modo juego del televisor
La mayoría de televisores y monitores actuales cuentan con un modo juego al que se le puede sacar mucho provecho. A través de esta configuración, la pantalla se ajusta a los estándares de la consola para mejorar la respuesta de los mandos, subir el brillo, activar el HDR, entre otras opciones que varían según la marca.
Esta opción se activa automáticamente al encender la consola, pero se debe habilitar previamente para que quede lista para cada sesión de juego. Aunque varía según el fabricante de la pantalla, en la mayoría de casos el proceso es el siguiente:
1. Abrir el menú o la configuración del televisor o monitor.
2. Localizar la función Imagen o Pantalla.
3. Buscar el modo de juego o una opción con nombre similar y activarlo.
Configuración en los juegos
Finalmente, cada videojuego cuenta con un apartado de ajustes gráficos y de rendimiento que se pueden modificar para personalizar la experiencia. Por ejemplo, en el caso de los juegos de disparos y de conducción es bueno apostar por configuraciones que suban el rendimiento y aumenten la cantidad de FPS mientras que en los títulos de aventura, exploración y plataformas lo mejor será optar por una resolución alta.
Todo esto dependerá de lo que quiera cada jugar y se pueden explorar las distintas opciones para tener la mejor experiencia posible con una consola que tiene limitaciones técnicas, pero que actualmente ofrece una calidad y rendimiento aceptable en la mayoría de juegos.