Desde mediados del siglo XX, los robots se han convertido en casi que una necesidad para el ser humano, el cual busca en este tipo de herramientas tecnológicas dos grandes objetivos: aumentar la productividad en una empresa u organización y aligerar las cargas laborales para el hombre.
Por supuesto, la primera meta es a la que más apuntan las grandes industrias, teniendo en cuenta que muchas veces un solo robot puede hacer el trabajo de varias personas, lo que significaría menos empleados y una mayor producción.
Por otro lado, aunque el caso del aligeramiento de las cargas también puede derivar en un despido del ser humano a cargo del robot, en la mayoría de los casos, este no termina desplazando a la persona, teniendo en cuenta que aún se necesita de un ser vivo que configure y dirija a la máquina en sus tareas diarias. Es decir, literalmente, el trabajador conserva su empleo y casi que su mismo puesto, aunque con funciones más “relajadas” de configuración y coordinación que de fuerza bruta.
Este es el caso de los aviones autónomos, un tipo de robot que, en síntesis, no es otra cosa que un avión que se conduce “solo”. Un ejemplo de este avance científico es la estrategia que dirige Merlin Labs, una empresa que desde el 2018 ha venido haciendo uso de este tipo de artefactos para demostrar cómo los robots pueden colaborar, primero, con el transporte de algunos productos sin necesidad de un piloto, y segundo, como opción de transporte de seres humanos. Sin embargo, cada una de estas ideas se plantea dentro del marco del proyecto como un plan a corto y largo plazo, respectivamente.
Pensando en esto, es que la empresa acordó con Dynamic Aviation, un proveedor de aviones de Estados Unidos, la opción de tener unos 46 King Air, que usan el doble turbo como forma de propulsión, para poder iniciar el piloto de domicilios en máquinas autónomas.
Esta iniciativa se ha visto respaldada por el pasado reciente de Merlin Labs, recordando que la compañía ya ha logrado recibir financiamientos de hasta 25 millones de dólares por empresas como Google Ventures; dinero con el que ha podido desarrollar su tecnología.
De acuerdo con la empresa, tanto el hardware (componentes físicos) como el software (componentes operativos o virtuales) que manejan pueden servir para adaptarse a cualquier avión; tal y como lo ha demostrado en varios vuelos de prueba que ha realizado con tres aviones diferentes, y que han durado mínimo 10 minutos y máximo varias horas en el aire.
Ahora bien, según ha especificado Merlin Labs, aunque los aviones se han manejado por sí mismos, en cada vuelo ha participado un piloto de seguridad que actuaría en caso de que suceda algo con el sistema autónomo de la aeronave; sin embargo, es algo (o alguien) de lo que se pretende prescindir en el futuro.
Según explicó Matther George, director ejecutivo de la compañía, la idea de implementar este tipo de vuelos es “hacer que el espacio aéreo sea más seguro y eficiente”; es decir, evitar a toda costa los errores humanos que pueden surgir mientras se está piloteando un avión.
En cuanto a la iniciativa de empezar a repartir productos con ayuda de las aeronaves autónomas, Merlin ha dicho que espera iniciar con este proyecto en los próximos meses, con el fin de ser un apoyo para los comerciantes, especialmente de California, que no han podido cumplir con los tiempos de sus pedidos a causa de la pandemia de covid-19; y es que aunque la crisis sanitaria hizo crecer las compras en línea, es la misma crisis la que ha causado retrasos en las entregas de algunos productos.
Finalmente, frente al tema del posible uso de estos aviones como medio de transporte de personas, George afirmó que, aunque es un sueño, aún tendrá que pasar mucho tiempo antes de que pueda ser una realidad.
“Mover pasajeros es probablemente el paso 50, y estamos en el paso tres”, dijo.
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