Muchas veces se cree que la seguridad de la privacidad se basa en saber esconder de forma óptima y novedosa las contraseñas o claves que controlan las cuentas, tanto físicas como virtuales, en la vida diaria; y aunque esta tesis tiene algo de razón no cita completamente la realidad.
Desde que se popularizó el acceso a los teléfonos celulares y a las líneas para poder usarlos, fueron precisamente esos diez números los que, sin darse cuenta, empezaron a controlar su vida privada ante la sociedad.
En la actualidad, son muchos los sitios y personas que cuentan con su número de teléfono en sus bases de datos. Restaurantes, páginas de compra, amigos, conocidos, entre otros, adquieren acceso a un pedazo de su vida solo con guardar los números que acreditan esa línea como de su propiedad.
De hecho lo es. Para muchos expertos, el número de teléfono no solo es la forma que tienen las personas para hacer contacto, sino también es la clave que tienen los delincuentes para conocer su pasado: infancia, familia, empleos. Todo lo que ha sido, y en algunos casos lo que será, está registrado con su línea telefónica; la misma que, con consentimiento o no, pueden tener decenas o cientos de seres humanos en el mundo.
“Hay bases de datos y perfiles de la industria de la publicidad que ellos construyen y usan cosas como números de teléfono, y usan cosas como la ubicación, e incluso los combinan”, explicó Jon Callas, director de proyectos de tecnología de la Electronic Frontier Foundation.
Por esto, es importante pensar en un número alterno; una línea secreta que pueda ser anexada a aquella información que es realmente importante, como cuentas de banco o correo electrónico principal. De esta forma, la segunda línea podría ser compartida en el sinfín de sitios que solicitan una para registrarse o simplemente realizar una compra.
En analogía, es como vivir la vida de una celebridad: el número secreto representa su vida privada y las personas (en este caso servicios o productos) que en realidad son relevantes para mantener dicha privacidad. Por otra parte, la segunda línea recrea su vida pública, necesaria para resaltar ante la sociedad pero que no es comparable con su vida real.
¿Cómo conseguir una segunda línea?
Este proceso es algo relativamente sencillo en el mundo de hoy. No existe un límite para el número de SIM Cards que pueden estar registradas a su nombre y la mayoría de los celulares vienen con la opción de doble SIM, por lo que no se hace difícil tener una línea privada y otra pública en un mismo teléfono.
Ahora bien, si lo que se desea es dividir completamente una vida de la otra, lo indicado es tener dos celulares cada uno con su propia SIM. Se recomienda conseguir un celular pasado de moda o, incluso, uno viejo que haya pensado en desechar. Este dispositivo tendrá como única función recibir las llamadas o mensajes de la segunda línea y actuar como opción para los sitios o personas que solicitan constantemente un número de teléfono pero que simplemente no representan ninguna confiabilidad.
De hecho, un teléfono viejo también puede servir como fachada en cuestión de seguridad. Los celulares menos atractivos son también los que menos opción tienen de ser hurtados. No obstante, si se pierden o los roban, no le debería representar mayor problema: solo hay que comprar otro igual de económico y solicitar una nueva línea; después de todo la que se perdió no era tan importante como para intentar recuperarla.
Así, aunque “no hay una buena solución para este problema real”, pues “el sistema está roto”, tal y como explicó Callas, lo mejor es optar por una doble línea que sirva como “curita” para proteger al máximo su identidad ante al mundo.
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