Satélites de madera: la posible solución a la disminución del agujero en la capa de ozono

Con los WISA Woodsat se espera reducir la emisión de CO2, que actualmente se presenta en grandes cantidades por los satélites de acero y aluminio.

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El satélite de madera sería lanzado a la Órbita Terrestre Baja (LEO) a finales de 2021. Foto: WISA Woodsat
El satélite de madera sería lanzado a la Órbita Terrestre Baja (LEO) a finales de 2021. Foto: WISA Woodsat

A finales de los años 80, los principales países del mundo iniciaron un proceso de restauración de la capa de ozono, con el fin de resarcir el daño causado en esta y de tapar el agujero que la contaminación había dejado.

De esta forma, se optó por el no uso de los clorofluorocarbonos (CFC), principales causantes del efecto invernadero en el planeta, y por ende del deterioro de la capa de ozono.

Sin embargo, tras algunas décadas con esta estrategia en funcionamiento, el agujero ha empezado a crecer nuevamente, esta vez gracias al impacto de los desechos que han dejado los satélites artificiales en la Órbita Terrestre Baja (o LEO por sus siglas en inglés).

Así, con la primera generación de las “megaconstelaciones” de satélites llegando al fin de su vida útil, lo que queda es esperar que se comiencen a ver estragos en la capa de ozono debido al óxido de aluminio reflectante, resultado del aluminio que dejan los dispositivos en desuso y que es altamente contaminante para la atmósfera terrestre.

“Con la primera generación de Starlink (empresa de Elon Musk), podemos esperar unas dos toneladas de satélites muertos que reingresan en la atmósfera terrestre diariamente (…) Estos satélites son en su mayoría aluminio, que los meteoroides (principales contaminantes actuales) contienen sólo en una cantidad muy pequeña, alrededor del 1 por ciento”, explicó Aaron Boley, autor principal de un estudio desarrollado por la Universidad de Columbia Británica, que refleja el impacto de las megaconstelaciones en la apertura del agujero de la capa de ozono.

Madera: ¿la nueva salvación?

Ahora bien, en los últimos meses se ha dado paso a la construcción de satélites de madera, que podrían significar la renovación de esta industria científica en pro de la conservación del “medioambiente espacial”.

La idea es desarrollada por la empresa finlandesa Arctic Astronautics, misma que espera alojar el primer satélite de madera en la LEO a finales del 2021; aunque el 12 de junio ya se hizo la primera prueba con un prototipo enviado a la estratósfera.

“Un modelo de prueba del WISA Woodsat (nombre del satélite) realizó con éxito un vuelo de prueba estratosférico el sábado 12 de junio de 2021 desde el Centro de Ciencias Heureka en Vantaa, Finlandia. El objetivo principal de este breve vuelo era utilizar los sistemas y equipos de cámara del satélite en condiciones similares a las del espacio”, explicó Arctic Astronautics, por medio de un comunicado de prensa.

Según explicó la empresa de tecnología, el vuelo de este prototipo duró 2 horas y 54 minutos, y contó con una serie de sensores suministrados por la Agencia Espacial Europea.

“El satélite alcanzó su altitud máxima de 31,2 km sobre la ciudad de Mäntsälä, donde el globo que transportaba la instalación explotó como estaba previsto”
Prototipo del Wisa Woodsat enviado a la estratósfera
Prototipo del Wisa Woodsat enviado a la estratósfera

Asimismo, manifestaron que, “el propósito de este vuelo estratosférico era probar los sistemas del satélite y especialmente tomar fotos con la cámara en la punta del brazo del ‘selfie stick’. El “palo para selfies” estuvo abierto desde el inicio del vuelo, y el satélite tomó fotos automáticamente cada 30 segundos más las imágenes adicionales que fueron comandadas desde la estación terrestre”.

Cabe recordar que, este satélite tiene como material base una superficie de madera contrachapada, que es fabricado por UPM Plywood, que después de secarse en una cámara de vacío se recubre con una capa muy delgada de óxido de aluminio.

¿Por qué recubrirlo con un material contaminante? Infortunadamente, se hace necesario el uso del aluminio para evitar que el oxígeno sobre la atmósfera cause reacciones negativas sobre el satélite; no obstante, al ser solo una fina capa los efectos sobre la capa de ozono son prácticamente nulos.

Con este proyecto se espera reducir también los niveles de dióxido de carbono en la Órbita Terrestre Baja, que hoy en día recibe cerca de 1,9 toneladas de CO2 por cada tonelada de acero, mientras que son 11,5 toneladas las que se emiten a la capa de ozono por cada tonelada de aluminio que arrojan los satélites actuales.

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