Las consecuencias que tendría el turismo espacial para la Tierra

Ver los viajes especiales como una forma de hacer turismo podría representar el inicio del fin de la capa de ozono en el planeta.

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El cohete portador Long March-2F, que transporta el Shenzhou-12, despega del sitio de lanzamiento en el Centro de Lanzamiento de Satélites de Jiuquan, en el desierto de Gobi, Mongolia Interior, cerca de Jiuquan, China, el 17 de junio de 2021. EFE/EPA/ROMAN PILIPEY
El cohete portador Long March-2F, que transporta el Shenzhou-12, despega del sitio de lanzamiento en el Centro de Lanzamiento de Satélites de Jiuquan, en el desierto de Gobi, Mongolia Interior, cerca de Jiuquan, China, el 17 de junio de 2021. EFE/EPA/ROMAN PILIPEY

Según va cambiando y avanzando la ciencia, los deseos del ser humano también se van transformando y sobre todo, evolucionando a niveles que en siglos anteriores serían solo un sueño. Lo fue con la idea de ir a la Luna, misma que se cumplió en 1969, y más de 50 años después lo es con el anhelo de hacer de los viajes espaciales una forma de turismo en el universo.

Ese es el pensamiento que tienen magnates de la clase de Jeff Bezos y Richard Branson, quienes no ven para nada utópico la existencia de una flotilla de cohetes que funcionen como “aviones” para conocer el espacio sideral.

Así, empresas como SpaceX o Virgin Galactic ya han iniciado una serie de planes a futuro para que los viajes espaciales se conviertan en un sueño accesible para todas las personas de la Tierra, y no solo para sus habitantes más adinerados.

Cabe recordar que, en 2018 Yusaku Maezawa, un japonés considerado como uno de los hombres con más dinero del mundo, acordó con SpaceX un viaje que constaría en un recorrido a la Luna y el regreso al planeta. Este, se desarrollaría en 2023 si todos los protocolos de seguridad son confirmados por los científicos a cargo del “tour”.

Sin embargo, aunque nunca se ha revelado la cifra pagada por Maezawa, se estima que un viaje de estos puede rondar entre los 28 millones de dólares; o al menos eso es lo que se proyecta teniendo en cuenta que fue lo que pagó una persona para acompañar a Jeff Bezos (CEO de Amazon) y a su hermano, Mark Bezos, en la misión que despegará en julio.

Ahora bien, para los expertos y defensores del medioambiente pensar en el turismo espacial es tomar una actitud egoísta con el planeta, pues no es precisamente la iniciativa más ecológica en la historia de la humanidad.

Más enemigos para la capa de ozono

No se puede hablar de cohetes sin pensar en el impacto ambiental que tiene la combustión al interior de su increíble cantidad de propulsores. Las sustancias usadas para despegar y aterrizar son materiales que de una u otra forma terminan afectando la capa de ozono de la Tierra en cuanto cruzan la atmósfera.

El calor que arroja el despegue de un cohete es suficiente para desestabilizar el nitrógeno presente en la capa atmosférica del planeta, lo que desencadena la creación de óxido de nitrógeno que puede ser tóxico para la capa de ozono.

Momento del lanzamiento de un cohete desde el cosmódromo de Baikonur (Kazajistán). EFE/Sergei Ilnitsky/Archivo
Momento del lanzamiento de un cohete desde el cosmódromo de Baikonur (Kazajistán). EFE/Sergei Ilnitsky/Archivo

“Dependiendo de dónde se liberen en altitud, esos óxidos de nitrógeno pueden contribuir a la formación de ozono o al agotamiento del mismo”, dijo Eloise Marais, profesora asociada de geografía física en el University College London.

Cuando los combustibles de los cohetes tocan la estratosfera el dióxido de ozono puede actuar como un agente corrosivo de la capa que protege a la Tierra de los rayos ultravioleta del Sol.

Además, Marais añade que aunque el óxido de nitrógeno “es importante (…) también hay combustibles sólidos que se queman y producen cloro”.

“El cloro contribuye a la destrucción de la capa de ozono y es muy, muy eficiente para hacerlo”

A esto se suma la creación de dióxido de carbono, que ocasiona el efecto invernadero en nuestra atmósfera, y que es resultado de combustibles como el queroseno (usado en el cohete Falcon 9 de SpaceX) y el metano.

Ahora solo queda imaginarse que ese impacto ambiental se reproduzca al nivel, por ejemplo, de los viajes en avión, de los cuales se realizan entre 80 mil y 130 mil en un solo día en todo el mundo. Por supuesto, llegar a ese nivel de tráfico espacial sería casi imposible en las próximas décadas, pero con solo un leve aumento en las misiones al espacio exterior se podría estar hablando de un daño al planeta que prácticamente no tendría solución.

“Antes de decidir cómo es el turismo espacial deberíamos estar haciendo este tipo de estudios para ver cuál es el impacto en el medio ambiente”, concluyó Marais.

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