María José Asensio (40) comenzó a trabajar de subcomisario de la ciudad de Buenos Aires hace 20 años y hoy ocupa el cargo de jefa de la División Desarrollo de Recursos y Medios Técnicos en Cibercrimen de la Policía de CABA. Su tarea consiste en analizar sospechas, amenazas y estafas que provengan de internet. Lo que más le llama la atención es la cantidad de información que las personas le regalan a las aplicaciones. ¨Es muy fácil realizar una maldad con toda la información que hay servida¨, dijo, enfatizando que hoy lo que más vale son los datos de los usuarios.
Su pasión por la tecnología hizo que se capacite durante mucho tiempo para ocupar el cargo que tiene hoy. Asensio es una de las pocas mujeres que se desempeña en una disciplina como es el ciberdelito donde los hombres son mayoría. Sueña con desactivar a todos los hackers, terminar con los delitos cibernéticos y enseñarles a todos los que tienen un aparato móvil los riesgos que implican enviar fotos íntimas y otro contenido personal: este año ya dio 13 mil capacitaciones para adolescentes y personas de la tercera edad.
— ¿Cómo llegó a trabajar en cibercrimen?
—Yo era subcomisario. Tengo una formación de base: soy abogada también, y siempre me interesó lo que son los delitos tecnológicos y tuve la suerte de que me saliera mi destino ahí en el 2017. Sigo formándome en cursos, escuchando a la gente que sabe y leyendo un montón.
— ¿Qué fue lo que más le llamó la atención apenas entró?
— La cantidad de casos de abuso sexual infantil, de imágenes y distribución de pornografía. Eso me golpeó muy adentro. Hay mucho grooming. También lo que pasa es que la gente no lo conoce. Es un delito tecnológico que está tipificado hoy en el código penal, porque los delitos con la tecnología no están todos tipificados porque son delitos del siglo XXI con legislación del XIX, entonces tenés que hacerlos conjugar muy bien. El grooming es el mero contacto de un mayor con un menor con fines sexuales, para obtener imágenes, videos. Eso ya está penado.
—¿La justicia esta atrasada en cuanto a estos delitos?
— La verdad que nosotros en Buenos Aires estamos beneficiados porque tenemos fiscalías especializadas, entonces podemos trabajar muy bien. Pero a nivel nacional, la tecnología avanza a pasos agigantados y la norma no puede seguirle el ritmo porque tiene otro tratamiento. Hoy estás viendo el grooming y seguramente dentro de unos meses nos vamos a encontrar con otra modalidad delictiva, entonces es difícil que la norma pueda seguir al delito tecnológico.
— ¿Hay algún caso que la haya marcado, que la haya conmovido especialmente?
— El caso que me conmovió mucho fue una organización en Buenos Aires que vendían barbitúricos. Vendían medicamentos sin receta. El call center estaba en Buenos Aires, los remedios se fabricaban en Europa y los consumidores estaban en Estados Unidos. Se trabajó junto con la DEA y con organismos internacionales. Esa modalidad causó 70 mil muertes en Estados Unidos.
— ¿Cómo es su trabajo día a día?
— Mi área es desarrollo de recursos y medios técnicos. Nosotros estamos, por un lado, buscando qué es lo último en tecnología. Y a su vez también nos encargamos de todo lo que es capacitación del personal y concientización afuera. A nosotros nos interesa que la gente sepa qué es lo que sucede con sus hijos sobre todo y el uso que hacen de los dispositivos. Hicimos 13 mil capacitaciones en forma directa en el transcurso de 2019 en las cuales hablamos con adolescentes, porque ellos saben manejar los dispositivos; pero cuando le regalamos un celular a un chico de 8, 9 o 10 años, sin control parental, sin ver lo que está haciendo, es muy peligroso.
— ¿Cómo son esos peligros?
— Que los torturen psicológicamente, que los convenzan de hacer cosas que no están preparados por la edad que tienen: la toma de fotos íntimas, videos. Los padres vienen como locos porque a sus hijos les mandan imágenes de desnudez, de sexo explícito y una mente de 8, 9, 10 años no está preparada todavía para eso. Hoy los jóvenes, los preadolescentes “sextean” un montón, hablan mucho de sexo con sus pares, se mandan imágenes, y una vez que dimos clic a una foto ya no somos más dueños de esa imagen. Entonces es probable que las imágenes de nuestros hijos aparezcan en una carpeta de alguien que distribuye, por ejemplo, fotos de niños. El material queda en todas las aplicaciones que le diste permiso para entrar a tus imágenes. Hoy bajás un procesador de texto sencillo y ese procesador de texto te va a pedir permiso para entrar a tu cámara, entrar a tus micrófonos, entrar a tu ubicación, ¿para qué quiere un procesador de texto esa indicación? Porque hoy, más que el dinero, lo que está valiendo es la información de la gente, los datos. Los datos valen muchísimo porque dan mucha más información de la que creemos. Vos buscás un par de zapatillas en una plataforma y abrís Facebook y te aparecen publicidades de zapatillas. Quiere decir que esa información ya circuló, entonces saben todo. Todo el mundo sabe todo, pero nosotros como usuarios damos “aceptar”.
— ¿Qué opina de las redes sociales?
— Lo que nos tiene que llamar la atención es que todo es gratuito. Son todas aplicaciones gratis, entonces ¿cómo la pagamos? Con datos, con información nuestra. Vos podés estar a favor de un gobierno o no ¿sí? Y podés nunca poner un me gusta a una publicación política, pero ellos van a saber. Es tanta la información que das que se sabe qué relación política tenés; entonces te van a empezar a llegar mensajes e información de eso que ellos sospechan que a vos te interesaría más. De hecho, tienen información de millones de usuarios, cuando ocurrió el tema de la filtración de información de Facebook. Muchos pensamos que Facebook iba a perder usuarios y al contrario, ganó. Las personas de la tercera edad también usan teléfonos inteligentes, entonces los hacemos tomar conciencia de cuestiones sencillas. Por ejemplo, si vas a salir de viaje no publico en Facebook que nos estamos yendo 15 días a Cancún ¿no? Y los abuelos se sorprenden porque ellos ¿qué hacen?: se juntan en el centro de jubilados, se sacan la foto, la selfie, la suben, chau, nos fuimos ¿no? Y ahí están brindando información que tu casa quedó vacía, por ejemplo, y hay gente viendo esa información.
— ¿Cómo se empieza una investigación?
— Por denuncia. Mucha gente no denuncia la estafa porque piensa que fue un error de ellos y que nadie puede ayudar. Es importante que la gente tome conciencia: si sienten que hay algo que está mal en una red o en la comunicación con otra persona tienen que venir a denunciar porque existe el hostigamiento. Hay muchísimo hostigamiento.
— ¿Qué recomienda como precaución?
— Ser conscientes de que no soy dueña de la foto que envié, porque yo le cedí esos derechos a la plataforma que estoy utilizando. La otra recomendación que damos es hacer en las redes lo mismo que haríamos personalmente. Plantearse: ¿mostrarías esa imagen en un almuerzo familiar de domingo? Si la respuesta es no, entonces no la mandes.
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