Roxana Morduchowicz: “La proliferación de noticias falsas puede perjudicar la elección presidencial”

La doctora en Comunicación y autora de Ruidos en la web habló con Infobae sobre la viralización de contenido parcial y de fuentes poco confiables en la web. Explicó, con ejemplos, cómo compartir cualquier material sin reflexionar sobre su relevancia o veracidad puede perjudicar la democracia.

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La libre circulación de información en la web abrió un mar de oportunidades para la libertad de expresión pero también introdujo nuevos desafíos: si se consume y cree en todo lo que circula en la web sin preguntarse el origen de la información, la intencionalidad detrás de un texto o, incluso, la veracidad o relevancia de un dato entonces se corre el riesgo de ser víctima de la manipulación o la mera desinformación.

8 de cada 10 jóvenes confunden información con publicidad y 7 de cada 10 cree en todo lo que dice la web simplemente porque está ahí. Y esto no solo afecta a los niños y adolescentes: el 95% de los adultos se queda con una sola fuente informativa, es decir que no contrasta información. Éstos son algunos de los datos que comparte Roxana Morduchowicz, doctora en Comunicación, en su libro "Ruidos en la web". En diálogo con Infobae analizó las consecuencias que puede tener la falta de pensamiento crítico en un momento donde es tan fácil filtrar información falaz y descontextualizada.

-Su libro se llama Ruidos en la web. ¿Por qué ese nombre?

-Porque en el libro lo que trato de mostrar es que no alcanza con tener acceso a la web. Es solo el primer paso, el punto de partida pero no el punto de llegada. Por eso hace ruido la web, cuando los chicos, los adolescentes y los adultos no saben cómo usarla. Es decir: no alcanza hoy, no es suficiente el acceso. El subtítulo es cómo "Cómo se informan los adolescentes en la era digital", porque estos ruidos se producen porque los chicos cuando buscan información, que es la segunda actividad que hacen por internet, después de las redes sociales, no saben cómo ubicarla, elegirla y utilizarla.

-¿Y cómo se manifiesta esto en concreto?

-Esto no solo pasa en la Argentina, sino en todo el mundo y por eso se ha convertido en prioridad mundial para la Unesco, el organismo de educación de las Naciones Unidas. Es muy fácil darse cuenta, los padres lo pueden ver: los chicos cuando hacen la tarea, o por motivación personal, eligen el primer link que encuentran, lo primero que encuentran es lo que usan. O bien van a los sitios más conocidos para ellos que son Wikipedia o Yahoo respuesta. La popularidad le gana a la fundamentación y la autoridad o bien, que eso pasa en todo el mundo, los chicos confunden o no diferencian entre contenido informativo y publicitario y esto es un riesgo porque pueden estar usando información publicitaria, un aviso como si se tratara de una noticia o artículo editorial o información pura.

-¿Qué problemas pueden derivar de esta falta de capacidad de diferenciar y catalogar la información?

-El problema más grande que esconde todo esto es que usan información que puede resultar muy poco confiable y las decisiones que toman están basadas en información endeble y por lo tanto no deciden crítica y reflexivamente. La participación de ellos se ve afectada porque para poder decidir y participar necesitamos información y reflexión. El otro gran problema es que los chicos se informan por las redes sociales. Los adolescente son el principal sector de la información que usa las redes para todo, incluso para informarse y las información que nos llega por las redes sociales son parciales porque nos llegan filtradas según nuestras inquietudes o la de nuestros contactos y también son descontextualizadas: no me aparece en un marco, un conjunto de informaciones para entender el tema, sino que aparece una gotita de un tema y de otro: aparece descontextualizada. Y además, obviamente, no sabemos muchas veces de dónde viene porque lo que le sucede a los chicos es que muchas veces recuerdan más quién les envió la información que quién la produjo. En un estudio de Estados Unidos se comprobó que la gente, adultos inclusive, mientras reciban información de un amigo o familiar en quien confían, ya es suficiente motivo para confiar en esa información, no importa quién la produjo.

“Ruidos en la web” analiza
“Ruidos en la web” analiza cómo se informan los adolescentes en la era digital

-Eso sucede por ejemplo cuando se viraliza información falsa por WhatsApp y otras plataformas

-Se viraliza con rapidez porque la gente, en general, y los adolescentes en particular, tienden a creer más en sus contactos que en los medios de comunicación tradicionales. Si me lo envió mi mejor amigo o mi mamá lo comparto y ése es el origen de las noticias falsas o fake news. La gente tiende a viralizar sin reparar, sin cuestionar, sin investigar la procedencia y la fuente.

-¿Y qué estrategias hay que llevar a cabo para evitar esto?

-Para los adolescentes, que son un grupo en formación, hay dos instituciones que tienen mucho para hacer: la familia y la escuela. Los adultos tienden a decir: "¿qué le puedo enseñar yo a mi hijo o alumno si ellos saben más que yo". Hay que insistir en que el saber que tienen los chicos es instrumental, del soporte de la herramienta, saben qué hacer si se cuelga la computadora o cómo bajar una aplicación, pero no hacen un uso reflexivo y crítico. No tienen el criterio y experiencia de vida que tienen los adultos. Las claves para los adolescentes y los chicos es saber buscar. Si yo pongo solamente la palabra "Bolívar", me va a aparecer el prócer, la moneda venezolana o la localidad de la Provincia de Buenos Aires. Entonces las búsquedas tienen que ser precisas para que los chicos que no se queden con ese primer link, que muchas veces suele ser pago y no necesariamente el autorizado para hablar del tema. En segundo lugar, tienen que preguntarse si esa página web o sitio web que están consultando tiene su correlato en la realidad. Si es Greenpeace o Unicef sabemos que existe; si es Juan Pérez, hay que ver qué autoridad tiene Juan Pérez para hablar de ese tema. Y tercero, mirar las fuentes, la procedencia, que es más importante que quien me envió. Ver si todas las voces están representadas y usar más de una página web, que no es lo que chicos suelen hacer. Si una página responde a lo que están buscando alcanza. El ejemplo más claro es si estoy buscando sobre la contaminación del río, el primer link puede ser de Greenpeace o de una petrolera. Los chicos se quedan con el primer link que encuentran. No vamos a decir que alguna información sea falsa, pero quedarse con un sola página web, aunque sea de una entidad que conozcamos, es limitar la comprensión del hecho, porque es como quedarse con una sola voz que no tiene que ver con la democracia.

-Usted destaca el tema de la falta de comprensión o viralización de noticias falsas en el caso de los niños, pero eso a mí también me ocurre con los adultos: recibo en los grupos de WhatsApp de gente adulta, links de sitios poco fiables, datos falsos o información parcial. ¿No cree que la falta de reflexión o la dificultad para discernir y analizar es un problema generalizado y que afecta a los usuarios de todas las edades?

-Absolutamente. La Unesco creó una nueva expresión, para chicos adolescentes y adultos, que es lo que se llama alfabetización informacional (information literacy, en inglés) que es tratar que en una sociedad todos sepan leer de forma crítica y reflexiva. Hace 20 o 30 años la Unesco decía que una persona alfabetizada era la que sabía leer y escribir, literalmente. Hoy esa definición no alcanza y la Unesco la cambió por "saber leer reflexivamente", es decir: interpretar, analizar, procesar y formar la propia opinión. Esto es urgente. De hecho la mayoría de los países de Europa, porque lo tiene la Comisión Europea como parte de sus derechos de ciudadanía digital, están lanzando campañas y formaciones no solo para la población adolescente, que es la que está en formación y van a ser dirigentes a futuro, sino también para los adultos que son dirigentes hoy y que si no saben manejar información, sus decisiones en una elección presidencial pueden ser complicadas y las económicas o cualquier otra decisión personales, sin contar que la información falsa, puede vulnerar los derecho de principios democráticos básicos contra cualquier grupo social, porque, por ejemplo, circuló una información falsa sobre los inmigrantes, los ancianos o la tercera edad, etc.

-¿Los buscadores tienen alguna responsabilidad en todo esto?

-A mí me gusta dar el ejemplo, que así empieza mi libro, de una periodista británica en The Guardian, un prestigioso diario británico, donde ella cuenta que puso en el buscador en Londres: ¿sucedió el Holocausto? Y el primer link que le apareció era de un movimiento neonazi que planteaba en su artículo las 10 razones por los cuales el Holocausto nunca sucedió. Entonces ella hablaba de los riesgos que implica que el primer sitio sea de un movimiento neonazi que niega el Holocausto. Si esta misma situación sucediera en una clase, los chicos, que siempre se quedan con el primer link, llevarían la tarea escolar con contenido negacionista.

-¿Qué se debería hacer, entonces?

-Creo que los buscadores tienen que, en muchos temas, dejar de priorizar lo comercial y lo económico, sobre todo en temas que tienen que ver con lo humanitarios, para priorizar aquellos que tienen que ver con la historia y los derechos humanos, en todo caso. No solo los buscadores, las redes sociales: Facebook está desarrollando algoritmos para… así como se detecta contenido de odio racial o pornográfico o de discriminación de cualquier tipo, están generando algoritmos para la detección de noticias falsas. El problema es que un algoritmo no puede ser la solución porque, por ejemplo, el algoritmo no detecta el humor, la parodia, entonces yo puedo decir: "Yo soy muy alta, claro". Y está mal porque yo no soy alta, pero lo digo con un tono, en la vida real, oralmente que se sabe, el otro va a interpretar que es una ironía. Pero el algoritmo no reconoce la ironía y no reconoce el humor, y me puede dar como falso el humor, que en la vida diaria es tan importante, incluso para entender temas políticos y sociales, entonces el algoritmo no alcanza. Hoy la única respuesta es alfabetizar: a la población adulta y adolescente. Es hacer campañas para que se entienda que en internet hay muchas informaciones interesantes y verdaderas pero hay otras que no son para nada verdaderas, sino todo lo contrario: falsas.

-¿Hay alguna estadística que hable de la falta de reflexión a la hora de consumir información?

-En los grandes países, donde tienen más recursos para la investigación como Estados Unidos, Inglaterra y, en éste último, desarrolló la Universidad de Oxford una investigación que dice, sobre población adolescente, que 8 de cada 10 chicos, prácticamente todos, confunden información con publicidad. Y 7 de cada 10 creen todo lo que dice la web porque ahí está todo, sino no estaría. Ése es el argumento. Y en Estados Unidos, el American Press Institute, que es una entidad de prensa justamente, detectó que el 80% de la población americana adulta se informa por las redes sociales y esto ya es un problema porque, como dijimos antes, la información es parcial, solamente reparo en el contacto y no en el origen de esa información y la viralizo solo porque la recibí de alguien a quien le creo y estos son graves problemas. Lo que intento decir con el libro es que el copiar y pegar que hacen los chicos para la tarea, que para muchos es una travesura, dejó de ser una travesura para convertirse en un problema tan grave que se tomó como prioritario en todo el mundo porque hace a la vulnerabilidad de la democracia: no saber informarse o viralizar informaciones falsas aún sin querer, aún sin intención solo porque me lo mandó alguien que conozco. Entonces, dejó de ser una travesura, una picardía simpática para convertirse en desafío y enseñarle a los chicos que, más allá de los derecho de autor, copiar y pegar atenta contra la reflexión y la criticidad.

-Y la democracia, eventualmente

-Exactamente, y la democracia misma porque no tiene que ver con las apuestas y los desafíos que queremos. Lo vemos en elecciones presidenciales en todo el mundo: cómo la proliferación de noticias falsas puede perjudicar la elección presidencial en cualquier país y las decisiones personales. Si confío en información falsa o no confiable, valga la redundancia, puedo llegar a tomar decisiones que me perjudiquen.

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