Fue presidente del Centro de Estudiantes del Colegio Nacional de Buenos Aires y, desde pequeño, hace shows de magia. Es doctor en Física y en 2013 comenzó a trabajar en televisión. Ha publicado libros como "Neuromagia" y "Atletismo mental". Tiene una charla TED sobre "La ciencia del levante".
Trabaja en el laboratorio de investigación de El gato y la caja, agrupación de divulgación científica. Es especialista en redes de fibra óptica y trabajó más de 5 años como investigador en ARSAT, la empresa estatal de comunicaciones.
El argentino Andrés Rieznik tiene un perfil multifacético aunque sabe que su principal objetivo es crecer como divulgador científico. Magia y matemática combinada con estudios de neurociencia hoy forman parte de sus presentaciones.
El 5 de julio será uno de los speakers del Innovation Day 2018, evento organizado por los Amigos de la Universidad de Tel Aviv en Argentina. Antes, el conductor de "La liga de la ciencia" en la TV Pública habló con Infobae sobre atletismo mental, el uso del celular y su experiencia en ARSAT.
– ¿Qué habilidades debe tener un buen divulgador científico?
– Hay diferentes tipos de divulgación. Pienso que tal vez el condimento necesario para todos es ser muy curiosos y apasionados, contar con la capacidad de comunicar ideas, y respetar el mantra de que nunca hay que subestimar la inteligencia de quien te escucha y quien te lee, pero sí subestimar su vocabulario, para no usar tecnicismos. Luego, por supuesto, mientras uno entienda a la ciencia por detrás, va a saber encontrar las analogías adecuadas
– ¿Cuáles serán los ejes de su exposición este jueves durante el Innovation Day?
– Voy a hacer una demostración de atletismo mental y voy a hablar un poco de la neurociencia del aprendizaje. Aprovecho la sorpresa que causa el atletismo mental para hacer cuentas rápidas y demostraciones de memoria, para ver cómo se consigue esa destreza, es una iniciación a la neurociencia del aprendizaje.
– ¿Qué es un atleta mental?
– Es una persona que practica el cálculo mental o la memoria prodigiosa. Hay campeonatos mundiales pero son patológicamente aburridos porque se trata de estar con una hoja en blanco con símbolos tratando de memorizar cosas. El atletismo mental sobrevivió en la historia como una rama del circo, era como "el hombre calculadora". El cálculo mental, en cierta medida, sobrevivió gracias a su capacidad performática, a su capacidad de sorprender a alguien, y no como competencia para ver quién era más rápido.
– ¿Cómo ejercita el atletismo mental?
– Como no compito, me concentro más en hacer un buen show. Hace seis años que entreno una hora por día y ahora entreno un poco menos, dos o tres veces por semana, una hora por día. No me interesa tanto mejorar mi capacidad de cálculo.
– Muchas de las herramientas que usamos a diario, como buscadores o apps de mapas, nos facilitan información y conocimiento. Se habla de efecto Google, esta tendencia a olvidar datos que luego podremos volver a buscar. ¿Qué sucede con la mente que no se ejercita?
– Hay mucho debate sobre eso. No hay estudios definitivos. La inteligencia de las personas, por lo menos la medida por tests estandarizados, fue siempre mejorando, desde 1915, que es cuando se empezó a medir, hasta el día de hoy. Las personas están más inteligentes, a pesar de que los viejos digan que los jóvenes están en cualquiera y están más boludos. La verdad es que no es así, los jóvenes son cada vez más inteligentes. Yo soy más optimista. Nunca hubo una generación de sesenta que diga "Qué bien estos chicos de quince, qué bien que se expresan".
– ¿Qué rol tiene el celular entonces?
– Al contrario de lo que mucha gente piensa, los celulares no te hacen necesariamente más tonto, por el contrario, nosotros en nuestro grupo de investigación desarrollamos una aplicación para celulares que ayuda a las personas a calcular más rápidamente. Te entrena para hacer cálculo mental. Y hay otras aplicaciones que te entrenan para memorizar palabras u objetos. Esas aplicaciones pueden ayudar a hacer un esfuerzo mental, a focalizar, mantener en forma tu cerebro. Por supuesto, los celulares son armas de doble filo, son herramientas que pueden ser muy peligrosas, por eso que es que son la vieja caja boba. Mi abuela le decía así a la tele. Si estás 2 o 3 horas por día en Instagram o Facebook, sin hacer esfuerzo mental, eso no está contribuyendo a tu formación. Y ese es el enorme peligro de los celulares.
– ¿Cómo puede el celular liberarnos ese espacio de esfuerzo mental?
– La tecnología nos va a liberar el espacio de esfuerzo mental para cosas que hoy en día están a nuestra disposición, para aplicarlo a otras cosas. Por ejemplo, ¿por qué Sócrates no escribió nada? Porque creía que la escritura deterioraba la memoria, ibas a tercerizar tu memoria en un papel. Hay profesores que decían que no había que usar calculadora porque los chicos iban a dejar de pensar. Eso no se cumplió. Los celulares y las computadoras no van a hacer que dejemos de pensar. El tiempo libre que tenemos gracias a que el celular y la computadora hacen tareas cognitivas que antes las hacíamos nosotros, lo vamos a usar para hacer esfuerzo mental en otras cosas. El enorme peligro, si se quiere, es que nos enganchemos todo el tiempo con el celular.
– ¿A qué llama esfuerzo mental?
– Cualquier cosa que, grosso modo, implique que, mientras la estás haciendo, no puedas hacer otra cosa. Si vos podés hacer una cosa y a la vez podés, por ejemplo, charlar con otra persona, eso no es. El esfuerzo mental requiere mucho foco, mucha concentración y tiene la característica de que nos cansa. Pero no hay muchos atajos para darle formato a tu cerebro y ser más inteligente más que estar formándote constantemente y estar haciendo esfuerzo mental intelectual. El único ejercicio es la lectura, leer constantemente, es el ejercicio por excelencia.
– ¿Y qué sucede con el multitasking?
– Pensamos que podemos ser multitaskers pero no podemos. Eso no va a cambiar, es una característica fija de nuestro cerebro que la tecnología no va a cambiar. En todo caso, ahí la tecnología lo que hace es transformarse en un peligro de distracción. Hay que dejar los celulares, las pantallas, Instagram, y volver a los libros.
– ¿Qué aprendió trabajando en ARSAT?
-Aprendí a entender mejor el mercado de las fibras ópticas, cómo se manejan las empresas, cómo se compra, cómo se diseña bien una red, cómo se arma una licitación, qué cuidados hay que tener a la hora de elegir un proveedor, aprendí a liderar un equipo de desarrollo de software. Gran parte de ese software eran códigos que desarrollé en mis años de formación. Tuve mucho trabajo con institutos y universidades. Tenía que identificar qué institutos podían ayudarnos a desarrollar buenos productos y servicios con ARSAT. Conocí mucho a todos los científicos del país que se dedican a eso.
-En un documento, destaca la importancia del desarrollo de software propio, en lugar del comprado que suele ser extranjero. ¿Cómo funcionaba en ARSAT?
– Lo primero que se hace es simular la conexión. No podés poner en funcionamiento una red de esa magnitud sin simular. Entonces, la simulación es la primera parte del diseño. Hay una matriz con todos los nodos, que señala la tasa de comunicación que se necesita entre todos los nodos. Existen empresas extranjeras que hacen este software, pero en ARSAT lo hicimos nosotros y, de hecho, encontramos algunas fallas en otros sistemas comprados que se solucionaron después.
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