¿Existe la adicción al sexting?

El intercambio de contenidos eróticos o sexuales a través de dispositivos electrónicos se ha convertido en hábito entre muchos usuarios. Límites y riesgos de una práctica con historia

Federico tiene 34 años, es bailarín y empleado administrativo, y todos los días practica sexting (intercambio de contenido erótico o sexual a través de dispositivos electrónicos). "Rara vez paso un día sin hacerlo", confiesa a Infobae.

Todo comenzó a sus 17 años, lo hacía a través del chat de UOL. "Siempre fui bastante tímido y me costaba relacionarme con el fin de levante. Así que comenzó a resultarme práctico utilizar chat. Después vinieron páginas específicas y más tarde, las apps del celu", explica.

Federico suele usar el sexting como una herramienta para tener sexo con otra persona. "Soy gay así que lo hago con chicos. También comencé a hacerlo porque antes tenía vida heterosexual y ésto me permitía no quedar tan expuesto", señala. Grindr, Manhunt y Hornet son las apps que más usa para llevar adelante la conquista virtual.

En muchas ocasión, el material compartido forma parte de una experiencia de índole lúdico. "Lo hago por diversión y, a veces, sin intención de concretar. Porque es fácil y entretenido hacerlo", explica.

Admite guardar el material que le envían. "Pero sucede pocas veces y con el tiempo lo elimino. Lo que yo envío siempre es lo mismo. Así que lo tengo en una carpeta. Son solo un par de fotos", dice.

Una foto de Federico que tiene como habito en su vida el sexting

El joven no suele estar en pareja y si la tiene, es por períodos cortos. Si estuviera de novio, ¿practicaría sexting de todos modos? "Creo que si tuviera la necesidad de hacerlo, lo tomaría como que algo anda mal en la pareja y debería separarme", admite.

Para Federico, practicar sexting es un hábito en su vida. "No tengo en claro si me considero adicto, porque creo poder estar sin hacerlo si estoy en pareja", finaliza.

¿Hábito o adicción?

El documental "ligero" (según indica Netflix) Addicted to sexting (Adictos al sexting) del director Joseph Tosconi, señala que la práctica crece a medida que se intensifica la afinidad de los usuarios con sus dispositivos. Plantea una cronología para comprender los orígenes del sexting, aun cuando no era llamado así.

Como ejemplo de sexting, Tosconi menciona desde las pinturas paleolíticas hasta las cartas del escritor James Joyce a su mujer Nora. Y hace un recorrido por diferentes dispositivos y formatos que fueron atravesados por esta práctica.

Incluye, entre otros, las cámaras Polaroid en 1948, la calculadora en la década del 70 con mensajes en números (por ejemplo, "80085", boobs en inglés, es decir, senos) y el bipper, que apareció en la década del 80.

El SMS y el MMS no quedan afuera del documental, hasta llegar a Snapchat, creada por estudiantes de la Universidad de Stanford, en 2011. Con su chat efímero, la red social es señalada como una herramienta clave para la práctica del sexting.

Sin dudas, este tipo de comunicación puede representar un hábito para muchas personas. ¿Pero realmente podría convertirse en una adicción?

En diálogo con Infobae, David Ley, psicólogo clínico y terapeuta sexual de Albuquerque, Nuevo México, autor de The myth of sex addiction (El mito de la adicción al sexo), expresa: "Hablar de adicción al sexting no está bien. Ni el smartphone ni el sexting son necesariamente el problema".

David Ley no cree en la adicción al sexting

Ley prefiere abordar el tema partiendo de los "estigmas morales" que podrían aparecer en los comportamientos sexuales. "Se le están brindando a las personas, incluidas las minorías, estas tecnologías, sin prepararlos para este tipo de problemas. Nos olvidamos de abordarlos y luego castigamos a las personas por hacer lo que es natural y usar la tecnología de forma sexual", expresa el autor.

Según indica, diferentes investigaciones señalan que la mayoría de los problemas experimentados por personas que han practicado sexting, están relacionados con la vergüenza y el estigma asociados con el sexo, la desnudez y las imágenes sexuales.

"El sexting es, simplemente, la iteración más moderna de la comunicación sexual que se remonta al comienzo de los tiempos. Lo único nuevo con esto es que los dispositivos electrónicos permiten comunicarnos más explícita e inmediatamente, con personas que quizás no conocemos en persona", asegura.

Asimismo, manifiesta que todas las innovaciones tecnológicas importantes, que vienen de Silicon Valley, puede ser usadas de forma sexual. "Sin embargo, no hemos enseñado o establecido valores sexuales que tengan en cuenta estas nuevas tecnologías", indica.

Para la Licenciada Ana Cascardo, psicóloga en el Hospital de Clínicas y docente de Salud Mental en la facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires: "El sexting puede convertirse en adicción dado que ofrece un alto grado de placer, de manera rápida, fácil y accesible en cualquier momento y lugar".

Explica: "Dado que estamos en un momento social donde el hedonismo (tendencia a la búsqueda de placer en todos los ámbitos de la vida), está de moda y el "no te reprimas" circula como slogan, la realización de impulsos y la búsqueda de placer parece ser una obligación. Estamos obligados a gozar".

¿Como actúan las adicciones en este contexto? "Tienen vía libre para proliferar. El sexting también puede ser una adicción. Es una práctica que ofrece un alto grado de placer de forma instantánea, sin límites y sin necesidad de moverse del sitio donde uno se encuentra. ¡Es placer a la carta y con delivery!", señala.

¿Cómo se podría tratar una persona que siente que no puede controlar el impulso a hacer sexting? Cascardo aconseja: "Corte con la situación y salga a hacer algo, puede ser activada física. O llame por teléfono a alguien con quien sabe que puede charlar un rato de cosas alejadas del tema. Luego, puede pensar en consultar con un especialista".

Límites y precauciones

Para David Ley: "Cuando el sexting involucra a adolescentes, a menudo pueden ser acusados de pornografía infantil por tener y compartir imágenes de ellos mismos. Este conflicto legal, entre leyes obsoletas y la capacidad de la tecnología moderna, representa un gran riesgo".

Por su parte, Evangelina Cueto, pediatra y especialista en adolescencia, miembro titular de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) explica que el sexting trae como novedad, una invitación a la inmediatez, enemiga de la medición de consecuencias.

"En este punto, existe vinculación directa con una característica central del neurodesarrollo de adolescentes: la precariedad del pensamiento abstracto. Esto trae aparejada una facilidad de los adolescentes más jóvenes, para exponerse a situaciones como la viralización de contenidos, inicialmente pensados para un otro singular, con la completa pérdida de la intimidad", manifiesta Cueto.

Cueto, de todos modos, prefiere alejarse de la "mirada escandalizada de muchos con respecto al sexting" y la comprende como una práctica lúdica. Sin embargo, hay límites. "Es pertinente advertir la cercanía con el grooming, ejercicio extremo de violación de derechos de la infancia", finaliza.

Sebastián Bortnik, experto en seguridad informática, miembro fundador de la ONG Argentina Cibersegura agrega otros riesgos. "Practicar sexting sin restricciones o de manera poco limitada es un riesgo, porque se pierde el control sobre cualquier tipo de contenido que salga de nuestro smartphone", asegura.

Y agrega: "Si se comparten imágenes, hay que borrarlas luego de los dispositivos. Y si uno quiere guardar contenidos compartidos íntimos, que sea con contraseña o encriptados. Es cuidar la información y un hábito que no está instalado es cuidar la privacidad del otro. En el sexting hay una responsabilidad de quien recibe el contenido".

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