La historia del “vagón del armisticio”, donde los alemanes se rindieron ante los franceses y luego Hitler se los cobró “ojo por ojo”
Fue construido como un simple coche restaurante de una línea de ferrocarril francesa, pero por las vicisitudes de las dos guerras se convirtió en un símbolo de victorias y de humillaciones. En 1918, la delegación alemana debió capitular dentro del vagón detenido en medio de un bosque, y en la Segunda Guerra Hitler lo recuperó y lo llevó al mismo lugar para que los franceses se rindieran allí. Tras la revancha, lo hizo llevar a Berlín para exhibirlo