El amor que nunca se apagó: salieron en la adolescencia, ella se casó con un amigo de él y décadas más tarde se hicieron amantes
Juana y Mateo se conocieron cuando eran chicos en San Fernando. Fueron novios en la juventud pero rompieron sin mucha explicación. Cada uno armó su vida, se casó, tuvo hijos. Pero 30 años después, cuando él ya vivía en el exterior y ella seguía casada, comenzaron una charla inocente, que se convirtió en una historia de reencuentros clandestinos, confesiones, heridas abiertas y un amor que, pese al tiempo y las decisiones, hoy se sigue escribiendo