El brillante y despiadado adolescente que sentía “excitación y felicidad” al matar y destrozar a sus víctimas
Daniel Marsh tenía 15 años y un alto coeficiente intelectual cuando el deseo irrefrenable de asesinar se metió en su cuerpo. Masacró sin piedad a una pareja que vivía cerca de su casa y sintió un placer único, mientras los apuñalaba y cortaba sus cuerpos. Pudo haber sido el crimen perfecto, pero un error lo llevó a la cárcel. Por qué, a pesar de estar condenado a 52 años de prisión, pide hoy la libertad