En la Planta Municipal de Residuos Sólidos Urbanos del Departamento de General Alvear, en la provincia de Mendoza, ya fueron procesados más de 200 mil kilos de residuos reutilizables en el último año. Estamos hablando de toneladas de cartón, vidrio, hojalata, envases PET y tetra brik. Ese material fue procesado y luego vendido. Y a buen precio. Los destinatarios del 70% de las ganancias fueron los más de 20 miembros que integran una cooperativa de trabajo de recicladores urbanos.
Decidieron organizarse bajo el nombre de Anulen Suyai y son los responsables de realizar, de forma manual, toda la separación del material de la Planta Municipal. Separan los materiales, los compactan para un mejor manejo, y finalmente, cuando tienen un buen volumen, los venden. Es decir, tienen a su cargo todos los eslabones de la cadena: recolección, transporte, tratamiento y disposición final de los residuos no peligrosos.
El trabajo que tienen es muy arduo. Se necesita un gran volumen de residuos para poder hacer redituable el emprendimiento. El costo del flete del material, por lo general, suele ser muy alto. Complementando el sistema, es necesario también que toda la comunidad tome conciencia acerca de importancia de la separación de los residuos en los hogares.
Estas cooperativas de recicladores tienen la misión de lograr una significativa reducción del volumen de residuos para que la disposición final sea mínima.
A pesar de la urgencia y la necesidad de extender esta práctica a todo el territorio nacional, la ley de disposición final de residuos industriales y de grandes generadores aún no está vigente en todo el país.
Sin la aprobación y aplicación de esta normativa en todas las provincias, la inmensa mayoría de los argentinos seguirá viviendo entre montañas de basura, con colosales volúmenes de residuos tanto tradicionales como peligrosos. Los cinco mil basurales a cielo abierto que desbordan el país constituyen hoy una verdadera amenaza para la salud y el medio ambiente. Por eso los recicladores son actores fundamentales tanto en el desarrollo productivo como en la lucha por el hábitat.
Son necesarios en el combate por la mejora en la calidad del empleo y en el tratamiento de los residuos pero, además, son imprescindibles como herramienta para desterrar el trabajo no registrado, insalubre o infantil. Son útiles también para ejecutar políticas de comunicación y concientización de la necesidad de la separación en origen y el reciclado de los residuos.
Es por esto que organizaciones como la cooperativa Anulen Suyai deben ser defendidas e incentivadas por el Estado. Porque la sociedad necesita de cada vez mayores herramientas para combatir el flagelo de la basura y del desempleo.
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