Según el Instituto de Estadísticas y Censos, la Argentina tiene 62 millones de líneas de telefonía móvil. Esto es un celular y medio por cada habitante. Se estima que en los últimos cinco años cada una de esas líneas cambió dos veces de equipo. ¿Resultado? Ese artefacto en desuso pasó a formar parte de las 50 millones de toneladas de residuos electrónicos que contaminan el planeta.
Después de los equipos de telefonía, en volumen, la lista de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE) continúa con los grandes y pequeños electrodomésticos. El reciclado y la reutilización son dos de las herramientas que la denominada economía circular fomenta para disminuir ese volumen.
Club de Reparadores es un movimiento que promueve la reparación de artefactos electrónicos como estrategia para el consumo responsable y sustentable
Sin embargo, hay quienes aseguran que si antes de descartar el artefacto con desperfectos se lo intenta reparar, se podría llevar a cabo más eficientemente la batalla contra la obsolescencia programada, culpable de tantos millones de toneladas de basura innecesaria.
Por ese camino transita el Club de Reparadores, un movimiento que promueve la reparación como estrategia para el consumo responsable y sustentable. El proyecto nació en 2015 inspirado en iniciativas similares que funcionan en otras partes del mundo. Desde entonces ya llevan realizados más de 30 encuentros de reparación en Buenos Aires, Río Negro, Córdoba y en la vecina ciudad de Montevideo, Uruguay.
"Varios de nosotros veníamos trabajando en tareas de reciclado pero un día se nos ocurrió que intentar reparar un equipo es mucho más eficiente. Es que si logramos extender la vida útil de las cosas no solo estamos disminuyendo la cantidad de basura sino también generando un beneficio económico al propietario", señala Melina Scioli, cofundadora junto a Marina Pla de la organización.
Reparar es extender la vida útil de los objetos y evitar que se conviertan en residuos. Es una manera de combatir la cultura de lo descartable y de poner en valor los saberes de la reparación.
“Si logramos extender la vida útil de las cosas no solo estamos disminuyendo la cantidad de basura sino también generando un beneficio económico al propietario”, señala Melina Scioli, cofundadora de la organización
Los productos que hoy el mundo consume no solo duran cada vez menos tiempo sino que cada vez resultan más difíciles de reparar. Muchos objetos están diseñados de tal manera que es imposible siquiera abrirlos. Los fabricantes no ponen manuales ni repuestos a disposición de los consumidores, y la excesiva oferta de productos baratos realizados con mano de obra esclava hacen que muchas veces reparar un objeto sea más costoso que comprar uno nuevo.
El Club de Reparadores busca contrarrestar esta realidad tan difícil como insostenible. Jerónimo Vele Funes forma parte de la organización y sostiene que lo mejor es convocar y difundir el mensaje en sitios en los que haya público masivo: "Tratamos de hacer los encuentros en aquellos lugares como plazas y paseos a los que la gente ya concurre naturalmente", señala.
Para hacer más exitosos los eventos de reparación itinerante, los miembros del club convocan a técnicos, voluntarios y personas de todas las edades y ocupaciones que deseen intercambiar saberes y herramientas con el fin de alargar la vida útil de los objetos.
El impacto que genera la reparación es triple: ambiental (alarga la vida útil para no generar basura), económico (promueve el trabajo en los reparadores) y humano (fortalece la colaboración y saberes entre pares)
El impacto que genera esta actividad es triple: ambiental, ya que al alargar la vida útil de las cosas reduce los residuos que se generan; económico, porque promueve el trabajo de los reparadores barriales; y humano, al fortalecer los lazos de colaboración entre pares y revalorizar a las personas y sus saberes.
Hace años que la ONU insta a todos los Estados del mundo a lograr una gestión ecológicamente racional de los residuos. La economía circular es quizás la respuesta más eficiente y cercana. Para poder implementarla se necesita de personas responsables y comprometidas como los integrantes del Club de Reparadores, una organización que piensa en el hábitat y la biodiversidad pero también en mejorar la vida y los vínculos cotidianos de la gente.
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