La actuación y el humor son buenas herramientas para plantearle a la sociedad un problema serio. El actor Martín Campilongo lo sabe muy bien. Y Juan José Campanella, el co-autor y director de la obra en la que "Campi" la está rompiendo, mucho más. Hablamos de "¿Qué hacemos con Walter?", una comedia que hace más de un año sigue reventando la taquilla en la calle Corrientes.
Ser exitoso y reconocido es algo que a Campi le encanta y agradece. Aunque cada vez tiene menos tiempo para estar con los suyos, algo que el comediante lamenta. Si se le pregunta "¿En qué crees?", no lo duda: "Creo que el punto de partida para iniciar un cambio tiene que ser la familia. Cuando la economía o la seguridad no están bien hay mucho desarreglo familiar. Pero ése es el lugar por el que comenzar a arreglar las cosas de la sociedad", sostiene.
Para este reconocido comediante la trama del grotesco que protagoniza sirve para que el público, entre risas, analice un tema complejo y urticante.
Para Campi es una bendición poder expresarse y hacer brotar una carcajada a un espectador. Pero no desconoce que la obra desnuda algunos claroscuros del alma humana y pone al descubierto las dificultades que, en crisis, tienen las personas para actuar de manera solidaria. Es que el argumento gira en torno a una típica reunión de consorcio de un edificio de departamentos en la que hay que decidir si el encargado, "Walter", es o no es despedido después de 15 años de trabajo.
La obra de Campanella usa a Campi para intentar debatir acerca de la búsqueda de aquello que une a las personas en lugar de poner el foco en lo que las separa.
Posiblemente, para Martín Campilongo sea ésta una de las tantas comedias que protagonizará en su nutrida y rebosante vida artística. Sin embargo Campi cree que "Qué hacemos con Walter" es una obra por demás oportuna y aguda. La interpretación que realiza junto a Miguel Ángel Rodríguez y Karina K le permite disfrutar de un acto más que solidario: hacer pensar y reír a la gente.
Aunque para el talentoso y multifacético artista, hacer reír no es otra cosa que una herramienta más de su arsenal de obligaciones: "Yo solo persigo hacer bien mi trabajo", dice con la humildad de los grandes.
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