Son docentes y músicos por formación y les gusta tocar y enseñar. Pero por distintas razones, el oficio de luthier se cruzó por sus vidas y los marcó para siempre.
Ellos son Sebastián, Germán, Luis, Julián, Juan y Charly: creadores de Hacelo Sonar, un emprendimiento artístico que encontró en la basura, en lo que los demás desechan, la posibilidad de lograr que la música esté al alcance de todos.
El espacio de trabajo es el taller "El Tornillo" en el barrio de La Boca. El nombre del lugar no es nada rebuscado: en su vida anterior fue taller mecánico.
En “Hacelo Sonar”, los artistas que integran el grupo construyen instrumentos musicales con material reciclable que la gente tira a la basura
A los cuatro vientos, estos jóvenes artistas despliegan un espacio de construcción de instrumentos musicales con material reciclable que además de sonar bien, son herramientas de expresión y de inclusión social. Una sencilla manera de que grandes y chicos se acerquen a la música.
Mientras ejecuta una conga fabricada a partir de un tambor plástico para transportar material farmacéutico, Julián Vega señala que lo ideal es complementar la búsqueda de objetos en sitios en los que se depositan residuos con el aporte de material descartado por empresas u organismos. "Lo que intentamos hacer es apoyarnos en empresas que puedan estar interesadas en nuestros proyectos, ya sea por la parte social como por la parte ambiental", sostiene.
Un balde de plástico, tanzas y tapitas de gaseosas confluyen y se transforman en un tambor; algunas lonas sintéticas o botellas de plástico pueden convertirse en perfectos y vibrantes parches de un redoblante; una caja de madera se hace guitarra y una lata de dulce de batata deviene en violín.
Un balde de plástico, tanzas y tapitas de gaseosas confluyen y se transforman en un tambor; una caja de madera se hace guitarra y una lata de dulce de batata deviene en violín
Entre broches para la ropa, sacapuntas y palos de escoba estos artistas convirtieron su pasión por la música en una herramienta que concentra dos grandes temas: el problema ambiental que generan los residuos y la imposibilidad para muchas personas de acceder a instrumentos onerosos como un violín o una tumbadora.
Ellos siempre están construyendo, enseñando o tocando en sitios de todo el país. Pero inmediatamente se harán de un tiempo si se trata de reunirse con personas o instituciones que se interesen por el proyecto y deseen apoyarlo.
"Nosotros queremos garantizar que esto llegue a la gente. Y para eso necesitamos que más organismos o empresas se sumen a este proyecto, que además de artístico-musical es educativo, sustentable, solidario y social", concluye Vega.
La fachada del taller El Tornillo es un enorme y hermosísimo mural. Los trazos y colores de la obra sugieren con elocuencia que esos raídos ladrillos amparan a un grupo de apasionados artistas.
Pero quien mejor los define como seres humanos es el graffitti que, en su ochava, acompaña y sostiene el espíritu del mural: "Los hombres nada valen por lo que tienen, ni siquiera por lo que son. Valen por lo que dan".
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