Argentina es un país solidario. Lo demuestra cuando decide volcar su ayuda a quienes han sufrido una catástrofe humanitaria. Pero lejos del foco más mediático, en la sociedad hay quienes dedican su aporte incansable todo el año.
En el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez la solidaridad se respira a cada instante por varios motivos. Fue el primer hospital de niños de Latinoamérica, pionero en la docencia y en la investigación en salud y actualmente brinda atención diaria a más de 1500 niños, atiende más de 600 mil consultas externas anuales, 20 mil internaciones al año y nueve mil cirugías.
Pero no hallaríamos los logros constantes que se exhiben detrás de estas cifras sin la existencia e incesante labor de su cooperadora, herramienta fundamental para el funcionamiento y el crecimiento del nosocomio desde su nacimiento.
El Ricardo Gutiérrez fue el primer hospital de niños de Latinoamérica, pionero en la docencia y en la investigación en salud y actualmente brinda atención diaria a más de 1500 niños
Sus inicios se remontan a 1956, año en que Argentina sufrió el más grande y recordado brote de poliomielitis. En aquellos aciagos días el locutor y presentador Antonio Carrizo decidió poner su popularidad al servicio de la comunidad y lanzó desde radio El Mundo una convocatoria llamando a formar una organización que pudiese auxiliar al sistema sanitario oficial en medio de tanta desazón.
El resultado fue óptimo: de aquel llamado surgió la Cooperadora del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, que desde entonces es un actor clave en la consolidación del hospital y un puente permanente entre éste y la comunidad.
Cuando Alicia Garré, presidenta actual de la cooperadora, cuenta sobre los inicios de aquella patriada resalta el enorme compromiso con el que se acercaban tantos argentinos. "Venían médicos, esposas de médicos, todos a ayudar. Tuvimos la oportunidad de ver las actas de la creación de la cooperadora y resulta realmente llamativa la redacción de su primer estatuto. Tanto, que con mínimas modificaciones es el que aún sigue vigente", señala.
Son los propios médicos de la institución los que deciden adonde debe destinarse el dinero recaudado por la cooperadora
El Gutiérrez fue el primer hospital pediátrico de América Latina. Pero los presupuestos del Estado son siempre insuficientes para atender necesidades económicas que crecen día a día. Por eso el aporte de su cooperadora es el que refuerza año tras año el concepto de que la propia comunidad puede y debe contribuir con las buenas causas.
"Nuestro trabajo es recaudar fondos, administrarlos de la mejor manera posible y destinarlos a lo que el hospital necesita. Por eso trabajamos de forma mancomunada con la dirección del hospital. Son los propios médicos los que indican adonde debe ir destinada nuestra recaudación", relata Garré.
Siempre creativos y realizando el esfuerzo necesario para derribar la barrera que separa a tantos niños de la atención médica de calidad, los integrantes de la cooperadora del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez muestran con orgullo a De Corazón cada rincón y cada equipo costosísimo que su laboratorio o sus salas poseen gracias al aporte de la comunidad.
Muchos de los instrumentales que se utilizan en el hospital valen entre 300 mil y un millón de dólares, cifras que no podrían juntarse solo con el presupuesto estatal
En pocos metros se puede pasar frente a sofisticados instrumentos y dispositivos cuyo valor puede oscilar entre los 300 mil dólares y el millón. Hablamos de cifras que muy pocas veces pueden cubrirse con el presupuesto asignado por el sistema de salud. Pero todo cambia si las autoridades y la comunidad utilizan la creatividad y la solidaridad para obtener logros en conjunto.
A más de sesenta años de su creación, y gracias al aporte constante de la gente, la Cooperadora del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez sigue recaudando fondos para poder entregar medicamentos, sumar equipos de última tecnología, remodelar salas y prestar ayuda social para el tratamiento de chicos que han sido dados de alta.
En el Gutiérrez la cooperadora nunca duerme. Quizás porque sus miembros saben que su desvelo permite que miles de niños sí puedan hacerlo.
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