Rosario está por cerrar, en lo que respecta a estadísticas criminales, uno de los años con menor cantidad de homicidios dolosos en los últimos 15. Sin embargo, luego de una rigurosa investigación que demandó 10 meses, los fiscales provinciales Gastón Ávila y Carla Cerliani imputaron este viernes a un grupo de ocho personas que entre 2021 y octubre de este año –período que, a excepción de 2024, abarca los años de mayor nivel de violencia narcocriminal de la ciudad– tenía un aceitado sistema para volcar armas al mercado negro.
En la causa se pudo determinar que, en algunos casos, le vendieron armamento y cartuchos de diferentes calibres a la presunta banda narco liderada por Uriel Luciano “Lucho” Cantero, hijo del asesinado Claudio “Pájaro” Cantero y actual jefe de la tercera generación de Los Monos, que está preso en el penal de Marcos Paz.
La acusación de los fiscales comenzó el pasado lunes y recién culminó este viernes, cuando la jueza de primera instancia María Melania Carrara dictó la prisión preventiva efectiva para todos, con distintos plazos en función del rol que tenía cada uno dentro del esquema expuesto por el Ministerio Público de la Acusación.
Para Ávila y Cerliani, el presunto jefe de la organización fue Lucas Petrovelli. Debajo suyo estaban Javier Alberto Hernández, encargado de ventas de la armería Bordoni de la zona sur de Rosario; Mauricio Lo Giudice, hijo de la dueña de la armería; el psiquiatra Marcelo Lemoine; el instructor de tiro Paulo Fedeli; el testaferro Marcelo Godoy; Rodrigo Sinsing, encargado de la captación de nuevos prestanombres; y Flavio Petrovelli, hermano del principal investigado.
La causa surgió producto de nuevos lineamientos de la Fiscalía General del Ministerio Público de la Acusación, a cargo de María Cecilia Vranicich, en sintonía con los de la Fiscalía Regional de Rosario, cuyo titular es –por ahora, de manera provisoria– Matías Merlo, quienes dispusieron la creación de un equipo de trabajo que se dedique específicamente a detectar el funcionamiento del mercado negro de armas de una ciudad que durante más de una década estuvo signada por la violencia y los tiros.
El presunto jefe de la estructura, Lucas Petrovelli, era legítimo usuario registrado ante la Agencia Nacional de Materiales Controlados. Según los datos del sistema, en los últimos tres años adquirió 43 armas de fuego por casi 30 mil dólares –cuyo valor de reventa al mercado negro se presume que se duplica–. Trece de esas armas fueron conseguidas en la armería Bordoni, donde también compró 7.450 cartuchos de distintos calibres por 6.631.000 pesos, a valores de octubre de este año. Según la causa, se presume que todas las operaciones estuvieron motivadas por la finalidad de destinarlas a personas que no están autorizadas a tener o portar armas.
Petrovelli, junto a Rodrigo Singsig, tenían la tarea de “reclutar” testaferros. Petrovelli lo hizo con allegados con los que jugaba semanalmente partidos de fútbol. Sinsig, en cambio, buscaba a personas en situación económica vulnerable y les pagaba a cambio de que hicieran el trámite de legítimo usuario con otros presuntos miembros de la banda –el médico psiquiatra Marcelo Lemoine y el instructor de tiro Paulo Fedeli– y después fueran a la armería Bordoni a llenar papeles en blanco. Con eso, posibilitaron nuevas “ventas fantasma” a clientes que no existían técnicamente, para únicamente comercializar las armas con numeración suprimida, lo que dificulta la trazabilidad del armamento.
Sinsig también es legítimo usuario y registró 18 armas de fuego, de las cuales 14 fueron entre junio y diciembre del año pasado, mientras que las otras cuatro entre julio y septiembre de 2024. A su vez, compró solo el año pasado 2.350 cartuchos de diferentes calibres por 2.200.000 pesos, a valores de octubre de este año.
Según explicó Ávila, Petrovelli y Sinsig llevaban a los testaferros de armas ante Lemoine y Fedeli para que pudieran recibir la credencial. En el caso del médico, “si la persona no veía bien de un ojo, no importaba. Si no escuchaba de un oído, tampoco”. “Y el instructor de tiro, con total libertad, declaraba ante ellos que tenían idoneidad en el manejo de armas de fuego”, aseguró.
Otro de los presuntos miembros de peso de la estructura es Javier Hernández, quien ponía a disposición “sus servicios de gestoría a partir de su vínculo con Petrovelli y Sinsig, a sabiendas de que las armas que adquirían ellos, o las personas que ellos llevaban, que fungían de prestanombres, eran revendidas en el mercado ilegal, entre otros, a ‘Lucho’ Cantero”.
Flavio Petrovelli, el hermano del presunto líder, es quien ofició de nexo con la organización del presunto jefe de la tercera generación de Los Monos. Puntualmente, a través de Agustín “Kaki” Varela, que está sindicado de formar parte de esa organización. “La maniobra la hizo con al menos 24 armas de fuego, de las cuales, 17, eran pistolas semiautomáticas calibre 9 milímetros, cuatro eran pistolas semiautomáticas calibre .380, dos calibre .40 y otra calibre .45. De todas esas adquisiciones, ocho se hicieron en la armería Bordoni”, ponderó Ávila.
“Adquirió entre diciembre de 2021 y septiembre de 2024 en la armería Bordoni la suma de 11.900 municiones de diferentes calibres por 10.609.000 pesos y las volcó al mercado ilegal, al igual que las armas”, subrayó.
A modo de ilustrar que la presunta asociación ilícita “vendía al mejor postor” y no solo a bandas narco, se desprende un mensaje de texto de WhatsApp de Flavio Petrovelli, que aclara: “El que viene con la plata se la lleva. Es así de simple. Yo no ando renegando para que me paguen”.
En celulares que fueron incautados en allanamientos por esta extensa investigación, otras personas intercambian mensajes en las que cuenta que ellos le ofrecieron una pistola Taurus 9 milímetros por 260 mil pesos.
A “Kaki” Valela, de la banda de “Lucho” Cantero, una persona le contó: “Ya estamos contando la plata. Ya está todo listo. Decile (a Flavio) que es seguro, apenas la termine de limar… ¿La vas a ir a buscar vos? ¿La van a traer? ¿Cómo vas a hacer?”.
En otro intercambio de mensajes de presuntos miembros de esa organización, de Los Monos, destacan que la supuesta banda “las traen nuevas” a las armas. “Eso no se consigue”, ponderaron.