A mediados de junio último, en un departamento de alquiler temporario en la calle Humahuaca en el Abasto, S.H tentó a la suerte. Oriundo de Alemania, de visita en el país, el hombre de 45 años encendió su perfil en Tinder a ver qué encontraba. Una chica lo contactó. “Belén”, dijo llamarse, 21 años. Conversaron durante varios días. Finalmente, “Belén” tomó la iniciativa. El miércoles 19 de ese mes, S.H, entusiasmado, le dijo que sí, que venga, encantado. La chica le dio un número de teléfono, cruzaron mensajes en el camino. Llegó poco después, a bordo de un auto de aplicación que tomó, diría ella luego, en Parque Patricios, donde vivía, otra vez según ella misma, junto a sus padres y hermanos.
S.H, confiado en su suerte, le ofreció una copa de vino. “Belén” insistió en servir ella misma la segunda, que el hombre también bebió. No eran siquiera las 10 de la noche, pero el alemán sintió un fuerte deseo de dormir. Despertaría 12 horas más tarde. Mientras salía de su estupor, notó que no estaban su laptop, su teléfono Samsung, su pasaporte. Tampoco estaban las llaves del departamento, así como la plancha, la secadora de pelo, la tostadora, la cafetera y la freidora. Humillado, con el cráneo atravesado por una migraña, el hombre salió a la calle, pidió prestado un teléfono y llamó al 911, a la Policía de la Ciudad.
Así, la joven acusada de ser “Belén” pasó su última Nochebuena presa en una alcaidía. Desde ya que no se llama así: tal como reveló ayer Infobae, Shamira Yoselí M. fue capturada por la fuerza porteña el 9 de diciembre un departamento que compartía junto a su novio en uno de los edificios de la Villa 21-24 que rodean a la Villa Zavaleta de Barracas. Una semana después, fue procesada con prisión preventiva por el delito de robo por el magistrado Martín Peluso, titular del Juzgado N°54.
La acusada, si es que es culpable, también mintió en su edad. El ataque ocurrió el 19 de junio: Shamira Yoselí cumplió los 18 años apenas un mes antes.
La letra del Código Penal tal vez no fue suficiente para definir la situación, el riesgo que implica el nuevo auge de las viudas negras, una modalidad que se repite cada vez más.
A pesar de la calificación de robo simple que aplicó, Peluso definió el ataque sufrido por el alemán drogado a traición como “un hecho particularmente grave”, marcado por "la utilización de un psicotrópico absolutamente desaprensiva de las condiciones de la víctima, cuya vida fue puesta en riesgo", escribió Peluso en su procesamiento; un ataque de viuda negra podría, literalmente, terminar en un homicidio. Hasta ahora, no ocurrió, al menos en la historia reciente. Tal vez solo sea cuestión de tiempo.
El juez y la Policía de la Ciudad también lograron reconstruir el rastro de la acusada. S.H fue el primero en darse cuenta: la viuda negra que lo visitó también se llevó su tarjeta de crédito Mastercard, la cual usó rápidamente. La aplicación de autos también envió un informe sobre el viaje que llevó a la chica al Abasto.
Así, llegaron a la Villa 21-24. Las averiguaciones de campo hicieron el resto; revelaron el perfil de Facebook de Shamira, luego su nombre real. La viuda negra, también, cometió otro error: le dio a la víctima su número de teléfono. Cuando fue allanada en su domicilio, se le encontró, además de un gotero que podrá ser peritado en busca de rastros de substancias, una cédula de visita a un penal federal.
La cédula estaba vinculada al visitado, un delincuente de 19 años, extranjero; era su novio, el titular de la línea con la que supuestamente conversó con el alemán.