El 30 de noviembre pasado, un jubilado de 86 años fue víctima de una bestial entradera en su casa de Acassuso, una de las peores de la historia reciente de la inseguridad en el conurbano bonaerense. Al menos cuatro hampones lo torturaron durante horas, lo golpearon para derramar su sangre en el piso de cerámica. Lo forzaron a cerrar sus ojos, presionándolo en el pecho, hablándole al oído. Revolvieron sus cajones, para encontrar lo que buscaban: 200 mil dólares en efectivo. Intentaron llevarse el BMW del jubilado. No lo lograron, al no poder abrir el portón.
Así, se fueron. La víctima, descubierta sangrando poco después por su familia, fue internada en la Clínica Olivos, con un diagnóstico poco alentador.
Pocos días más tarde, la Superintendencia AMBA I de la Policía Bonaerense a cargo del comisario mayor Lucas Borge, en una investigación a cargo del fiscal Patricio Ferrari, detuvo a varios sospechosos. Fueron encontrados en un shopping de la zona norte mientras gastaban los supuestos dólares que le quitaron a su víctima.
Eran, según la investigación en su contra, oriundos de la periferia de la Villa La Cava, parte de una banda experta en entraderas, en su mayoría menores de edad, acusados de golpes cometidos con inteligencia fina y un alto nivel de violencia, casas marcadas por falsos repartidores y víctimas sometidas a tortura.
Su auto de fuga preferido era un BMW; allí, en el auto, posaban con botellas de champagne Dom Perignon, con los fajos que le quitaban a sus víctimas. En marzo, supuestamente asesinaron al empresario Jorge De Marco en su casa de las Lomas de San Isidro. En noviembre, asaltaron al periodista Baby Etchecopar y a Federico, hermano del intendente Ramón Lanús.
La redada en el shopping incluyó una detención llamativa: la de un chico de 12 años, que le dijo a la Bonaerense que había perdido a su mamá. “Piraña”, era su apodo, llamado así por su forma de azotar a sus víctimas. Quedó detenido, acusado del ataque al jubilado; sigue bajo arresto hasta hoy en un centro de contención del Gobierno bonaerense. Por su edad es inimputable, pero la Justicia tiene la chance de dejarlo tras las rejas.
La imputación en su contra es gravísima: tentativa de homicidio agravada, robo triplemente agravado.
Esta semana, “Piraña” enfrentó una audiencia en la Sala II de la Cámara sanisidrense, que deberá decidir si se queda, o, tal como pide su defensa, si sale, un arresto domiciliario. Tras su arresto, fue acusado en la Justicia de dos entraderas más. La hija del jubilado de Acassuso fue a esa audiencia, en medio de un peregrinaje inusual. Días antes, había hablado con otras víctimas Escuchó al chico hablar, conversó con su madre.
Volverá mañana viernes a la Sala II. “Topper”, de 16 años, otro de los menores de la banda que debía enfrentar a la Sala ese día, no fue trasladado.
Ahora, por este error, todo deberá repetirse.
Mientras tanto, el jubilado ya está de vuelta con su familia. Recibió el alta de la Clínica Olivos siete días atrás, tras una larga serie de ecografías.
Está lejos de estar mejor. La golpiza que sufrió, aseguran fuentes cercanas a la familia, lo dejó con cinco costillas fisuradas, entre episodios constantes de suba de presión por el estrés. Le torcieron la nariz a golpes; terminó con una infección en un hematoma encontrado en su muslo derecho. Una enfermera debe practicarle curaciones a diario.
El hombre, mientras tanto, tomó una decisión con su familia: venderá la casa donde fue golpeado y torturado. La cura de sus secuelas será de largo aliento.
También, cuando su evolución lo permita, deberá atravesar una cirugía en el tórax.