El prestamista Esteban Rojas Almada fue declarado culpable del femicidio de su novia, Ferni Ayala Palacios, a quien asesinó de dos disparos el 19 de febrero de 2023 en la villa Zavaleta del barrio porteño de Barracas, según concluyó la Justicia. Así, el Tribunal Oral en lo Criminal Nº17 lo condenó este miércoles al mediodía a la pena de prisión perpetua. Quedará alojado en el penal de Marcos Paz.
El juez Juan Giudice Bravo, que preside el TOC Nº 17, fue el encargado de leer el veredicto. Consideró que las pruebas expuestas durante el juicio permitieron demostrar que el acusado fue autor del delito de femicidio agravado por el vínculo, por haber mediado violencia de género y por el uso de un arma de fuego.
El 11 de diciembre los magistrados darán a conocer los fundamentos del fallo.
Más temprano este miércoles, el prestamista hizo uso de sus últimas palabras antes de escuchar la sentencia: “Quiero solamente pedir perdón a la familia, y le doy mi más sentido pésame. Conté toda la realidad, fue un accidente, yo no la maté, no soy un asesino”, afirmó. Para finalizar, rogó que no vuelvan a mandarlo a la cárcel: “Esta vez no me condenen”, le dijo a los jueces Pablo Vega, Julio López Casariego y Juan Giudice Bravo.
En los alegatos, su abogada, Patricia Susana Carou, pidió la absolución por el femicidio, y se limitó a reconocer que poseía un arma de fuego ilegal. “La familia instaló la teoría de la violencia de género, que hasta el momento de su muerte no existía. No hay un solo elemento que acredite que la señora Ayala fuera víctima de violencia de género”, sostuvo.
Para la defensora “tal vez tenían una relación tóxica”, pero “los celos eran recíprocos” entre ellos. “El cuerpo de Ayala habló, y la misma no presentaba características típicas de femicidios íntimos, según los forenses”, continuó en su alegato.
Por otra parte, los jueces también decidieron aplicar la “Ley Brisa” para el hijo de la víctima, que prevé una reparación económica mensual para los menores de 21 años que sufren la pérdida de alguno de sus padres en un contexto de violencia de género o familiar.
El femicidio de Ferni Ayala
El 18 de febrero de 2023 Rojas y Ayala habían ido al boliche “La Sirenita”, ubicado en el barrio porteño de Constitución. Fueron con dos hermanas de la víctima y otros amigos que se sumaron a la salida. Uno de ellos le hizo un comentario a Ferni sobre su estado emocional: “Vos sufriste mucho, espero que ahora estés bien”, le habría dicho.
Según expuso la fiscalía -que en el juicio estuvo representada por María Luz Castany- esa insinuación enfureció al prestamista, que se peleó primero con el hombre y luego con su novia. La última vez que vieron con vida a Ferni Ayala fue a la salida del club nocturno, mientras lloraba al lado del presunto femicida.
En su declaración, el acusado contó que volvieron al departamento borrachos y discutiendo: “Me rasguñó la cara y el cuello, me agarró el volante del auto y casi chocamos”. Y describió: “Tuve que parar cinco minutos porque ella estaba muy violenta”.
Según la versión de Rojas Almada, al llegar a su casa del barrio Zavaleta se dejaron de hablar por algunos minutos. Él fue al baño y, cuando salió, Ferni Ayala estaba empuñando un arma que él escondía en su ropero, una pistola calibre 9 milímetros. “Me dijo que me iba a matar y después se iba a suicidar”, aseguró. Entonces, de acuerdo a su coartada, forcejearon y ocurrió el desenlace fatal.
Cuando se conozcan los fundamentos, los jueces explicarán por qué evaluaron que esa explicación no se condice con las pruebas que contiene el expediente. La investigación estableció que, al llegar al departamento, el prestamista tomó la decisión de ultimar a su pareja. Le disparó dos veces antes de escapar.
Rojas Almada reveló por primera vez durante el juicio qué pasó después de la tragedia. Cuando vio que no había nada para hacer, se lavó la sangre del cuerpo y fue a la casa de su madre, siempre de acuerdo a su relato. Le contó lo que había ocurrido y reconoció que en ese momento quería suicidarse. “Pensá en tu hija”, lo consoló la mamá.
Más tarde fue a visitar al cementerio la tumba de su padre y luego cruzó la avenida General Paz para ver a otro familiar: “Le quería dar un último abrazo”, indicó. “Yo no quería estar preso, ya sabía que la cárcel es un infierno”, argumentó Rojas Almada ante el tribunal. Seguía con la idea de quitarse la vida, pero en esa última parada lo convencieron de no hacerlo. Finalmente, se escapó en Uber a Paraguay, según precisó.
Lo encontraron cinco meses más tarde, y desde entonces estuvo detenido en el penal de Marcos Paz. Aunque se descarta que apelará el fallo del TOC Nº 17, las preocupaciones del prestamista en los tribunales no terminan con esta causa. La Justicia Federal lo está investigando a él, a su familia y allegados por lavado de activos, en el marco de las actividades financieras que manejaban en el barrio Zavaleta. Sospechan que sostenían su negocio con dinero proveniente del narcotráfico.