Una nueva fuga de detenidos una dependencia de la Policía de la Ciudad se registró en la madrugada del domingo, una semana después de que once reclusos escaparon de la Alcaidía 4 Bis de Barracas. Los nuevos prófugos, identificados como Dilson Polanco Muñoz y Javier Polanco Suárez, sin parentesco entre sí, huyeron del Centro de Contraventores de Pompeya tras forzar una reja, según reconocieron fuentes oficiales en el Gobierno porteño.
La nueva fuga acrecentó el temblor político sobre la situación de las celdas de la fuerza porteña, con más de 40 huidas registradas en 2023 y una notable sobrepoblación que lleva a escapes y disturbios, a días de que Patricia Bullrich cediera al Gobierno porteño el manejo de las unidades del Servicio Penitenciario Federal en la ciudad, como el penal de devoto. A partir de los episodios en Barracas y el Centro de Contraventores, el ministro de Seguridad de la Ciudad, Waldo Wolff, expulsó de sus cargos a Sebastián Vela, responsable civil del Ministerio y al director de Alcaidías de la Policía de la Ciudad, el comisario mayor Adrián Ochoa.
“Desde el mes de mayo, cuando creamos la Dirección, logramos que no hubiera ninguna evasión desde las alcaidías. No obstante ello, tras el anuncio del traspaso del Servicio Penitenciario ocurrieron los dos hechos que aquí menciono”, aseguró Wolff.
El ministro de Seguridad sostuvo el mismo argumento que sus predecesores para explicar la fuga: la sobrepoblación penitenciaria porteña que ocurre hace, por lo menos, cuatro años. “El incremento de la población carcelaria en un 35% (de 1700 a 2300) y de tener aún 320 condenados que no deberían estar bajo el cuidado de Ciudad en lugares de alojamiento que no cumplen con las medidas de seguridad mínimas, no son una excusa para impedir que los detenidos se escapen. Seguiremos siendo inflexibles con cada uno de los funcionarios, civiles y policiales, que no hagan su trabajo como corresponde”.
Dilson Eduardo Polanco Muñoz, dominicano, de 35 años, tiene un perfil muy distinto al de los usuales prófugos de las fugas porteñas, usualmente acusados por delitos de robo. Dilson está acusado de narco fue arrestado por la Policía de la Ciudad a mediados de junio de este año al salir de su departamento de la zona de Sarandí, en Avellaneda, donde prensaba ladrillos de cocaína rebajada, según la acusación en su contra, a cargo de la UFEIDE de la fiscal Cecilia Amil Martín. En su departamento, le encontraron una contadora de billetes, un celular y 5 mil pesos.
En otro domicilio, los detectives hallaron una prensa hidráulica con matriz metálica que usaba para hacer ladrillos de cocaína.
A 24 horas de la detención, Polanco Muñoz aceptó su culpa en un juicio abreviado y fue condenado a cinco años y medio de prisión, precisaron fuentes allegadas al expediente. El vendedor de la droga, en tanto, recibió cuatro años. Polanco “compraba un pan de la droga de máxima pureza, lo rebajaba y, con esa sustancia, hacía dos ladrillos de mala calidad”, explicaron investigadores del caso. En el lugar, además, encontraron cocaína con la marca “Toyota” prensada sobre los panes en bajo relieve. “Es la que tiene mayor pureza”, precisaron, tras realizar los primeros análisis.
Lo que sorprendía de Polanco era su modalidad de negocios. Es inusual que un traficante compre droga, la corte y la vuelva a prensar, en vez de fraccionarla para la venta. Un ladrillo entero, desde ya, da la ilusión de pureza. En todo caso, al probarla, el comprador se dará cuenta del rebaje.
Los detectives llegaron a Dilson tras investigar a su supuesto cómplice, un brasileño. Pedro Víctor Souza Carvalho fue sorprendido cuando dormía en una habitación del hotel de la zona de Montserrat, a metros del Palacio Barolo. Allí, los detectives lo despertaron y le pusieron las esposas. Según la investigación, distribuía la droga cortada que elaboraba Polanco.
El brasileño de 28 años ya contaba con antecedentes por narcotráfico. “Tenía pedido de expulsión vigente y, además, no tenía regularizada su situación migratoria”, detallaron fuentes del caso al momento de su arresto.