A lo largo de 13 años, los investigadores que buscaron a María Cash siguieron líneas que resultaban ser callejones sin salida. Incluso, descartaron, uno por uno, los más de 400 avistamientos denunciados en el expediente. Pero no se dieron por vencidos: una unidad liderada por el fiscal general Eduardo Villalba analizó cada foja de la causa y llegó a la conclusión que la llave para resolver el caso estaba en el mismo día de la desaparición, cuando se cruzó en la ruta 34 de Salta con el camionero Héctor Romero. Concretamente, creen que la asesinó y luego hizo desaparecer el cuerpo.
Las contradicciones que detectaron en las sucesivas versiones que dio como testigo y la certeza de la falsedad de la declaración del abogado Carlos Cuellar, la única persona que había avalado la coartada del camionero, fueron el puntapié de las sospechas en torno a su figura. Sospechas que luego fueron reforzadas por otras evidencias que Villalba presentó ante la jueza federal Mariela Giménez, en un dictamen que motorizó la primera detención del caso.
Pero, ¿cuáles fueron las hipótesis que descartaron en el camino? Todas fueron expuestas en el expediente el 12 de julio de 2012, es decir, a un año de la desaparición. En ese momento, los detectives establecieron que “no surgieron indicios creíbles de su supervivencia, a pesar de la masiva difusión de su búsqueda y al ofrecimiento de una recompensa”.
1. En primer lugar, señalaron: “No tomó contacto con su familia o su entorno; no existen elementos creíbles sobre privación ilegítima de la libertad (es decir, un secuestro) debido a que no existía un pedido extorsivo de dinero ni prueba de vida. Tampoco había indicios sobre la vinculación de su ausencia a organizaciones criminales”.
2. Luego, surgió una teoría fundamentada en una autopsia psicológica de la víctima, a raíz del comportamiento errático que evidenció antes de desaparecer: un brote psicótico que la habría llevado a morir en la intemperie, por un traumatismo térmico, al considerar que no tenía los medios para sobrevivir por sí misma en un ambiente desconocido con registros de temperaturas muy bajas.
3. Al mismo tiempo, barajaron la idea que María, a raíz de ese presunto episodio psicótico, no recordara su identidad ni detalles de su vida anterior al 8 de julio de 2011, cuando fue vista por última vez, razón por la que no pidió asistencia o resguardo. En ese cuadro de situación, tampoco descartaron el suicidio.
4. A la vez, estudiaron la probabilidad que la joven de 29 años haya decidido evadirse voluntariamente de su vida anterior. Estimaron que podría haber salido del país por países limítrofes.
5. Por último, sostuvieron que María podría haber sido víctima de una banda dedicada a la trata de personas.
Aunque no había nada que inclinara la balanza por alguna hipótesis, los investigadores decidieron sostener aquellas que alimentaban la posibilidad de encontrarla con vida, atendiendo al reclamo de la familia de la víctima.
Esta circunstancia cambió a mediados de octubre de 2019, tras una reunión entre la por entonces Ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, la familia Cash y el fiscal Villalba volvió a encender la esperanza de hallarla, aunque, sin vida. Acordaron la conformación de una comisión especial de búsqueda que incluyó la participación de varias fuerzas de seguridad y, por primera vez, de tecnología para rastrillar la zona donde se perdió el rastro. Los efectivos se adentraron en el monte en busca de un cuerpo, víctima de un homicidio o la muerte por hipotermia. No encontraron más que una cruz sin tumba, ropa quemada y huesos de animales en un tanque australiano.
Ahora, ¿cuál es el motivo principal por el que acusan a Romero de un asesinato? Están convencidos de que miente. No solo por las contradicciones en sus declaraciones, sino también, porque consideran probado que es imposible la maniobra que dijo haber hecho para dejar a María en ese sitio, quebró patrones de comportamiento y dio una descripción muy llamativa sobre la diseñadora.
Además, los moradores habituales del Paraje en donde se ubica la gomería de la familia Crespín y la Difunta Correa, sobre ruta 9/34, aseguran que, de haber bajado una persona en el lugar, su presencia habría sido advertida por ellos y que esa tarde no vieron a ninguna mujer en la zona.
Ramón Crespín, además, ratificó días atrás que, en el lugar, “jamás vio más de dos camiones estacionados durante la tarde”, en referencia a una de las versiones que dio el camionero.
Luego, acreditaron cuatro puntos en los que Romero estaría, al menos, faltando a la verdad.
1. Omitió informar bien sobre sus desplazamientos desde General Güemes hacia Joaquín V. González (trasladaba mercadería para una empresa), manifestando que solamente los días lunes y viernes realizaba esa actividad. Sin embargo, análisis telefónicos demostraron que hacía los viajes todos los días de la semana, menos los domingos.
2. Omitió informar bien sobre el tiempo de demora que le llevaba ir de Güemes a González los días lunes, expresando que demora de dos horas y media en recorrer esa distancia. Sin embargo, el análisis de telefonía lo contradijeron una vez más: de acuerdo a los informes, ese viaje le lleva dos horas, a un promedio de velocidad de más de 90 Km/h, constatando que efectivamente esa es la velocidad empleada por Romero.
3. Se determinó, de la misma manera, que los días viernes -día en que desapareció María- registra un tiempo mucho menor a tres horas, como él manifestó. Las planillas permitieron a los investigadores conocer la duración de los viajes: de 02:16 hs, 02:18 hs y 02:23 hs, lo que nos permite sacar una velocidad promedio de 75 a 85 Km/h.
4. En uno de sus testimonios, Romero declaró que “levantó” a María a las 16 y la dejó a las 16.30: treinta minutos son los que él manifiesta que estuvo con ella.
Por último, el cuerpo de investigadores aportó un dato inquietante: el 8 de agosto de 2011, el día que se cumplía un mes de la desaparición de María Cash, la línea de Romero se detuvo, de acuerdo al impacto de antenas, durante 1 hora y 20 minutos, en la zona de la ruta 16 ubicada en la localidad de El Tunal.
En esa ocasión, se observó por segunda vez (la primera fue el día de la desaparición), una ruptura en el patrón de conducta de Romero: durante su viaje de ida a Joaquín V. González, se detuvo en alguna zona de El Tunal, ya que su antena impactó desde las 17:14 en esta localidad y luego en la ciudad de destino recién a las 19:10. Es decir, para recorrer una distancia de aproximadamente 35 kilómetros, que separan El Tunal y JVG, Romero demoró casi dos horas, cuando el tiempo que demora un camión cargado como el que él conducía habitualmente demoraría entre 30 y 40 minutos.
De esta manera, “se abre una ventana temporal sin explicación alguna, exactamente un mes después de la desaparición”.
Por último, anotaron las intervenciones telefónicas, en las que hacían mención a la joven desaparecida en julio de este año, cuando trascendieron en los medios las nuevas citaciones a testigos. Uno de ellos, su hermano, quien fue determinante en su declaración: “Si se mandó una cagada que se haga cargo”.
Este miércoles, Romero recibió prisión preventiva por homicidio calificado por alevosía. Deberán ahora los investigadores sostener la acusación y cabe preguntarse si las pruebas son suficientes o caerán en el terreno de las suposiciones, tal como lo hicieron las hipótesis previas.