El Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N°2 condenó este jueves a Lucas Alejandro Castro (40) a 9 años de prisión por homicidio simple con dolo eventual tras el choque en el barrio porteño de Floresta que provocó la muerte de Clarisa Zylberman (54) y Julieta Rovea (43) en abril de 2023.
Además, el tribunal, integrado por los jueces Analía Monferrer, Pablo Laufer y Juan Manuel Grangeat, le impuso una inhabilitación de 10 años para conducir y ordenó el decomiso de su camioneta Ford Kuga Titanium.
La resolución, que tuvo un voto en disidencia, fue recibida con alivio por los familiares de las víctimas. Johanna Furvasser, hija de Clarisa Zylberman, expresó a Infobae: “Estábamos nerviosos y ansiosos previo a entrar a la sala, pensando en cuánto le darían. Yo era la más optimista, diciendo 8 años; los demás creían que serían 6. Tenía las pulsaciones a mil mientras hablaba la jueza y cuando dijo 9 años, con mis tíos quebramos en llanto, como un alivio”.
“Fue un número mejor del que esperábamos, sabiendo cómo era todo. En nuestra mente, siempre quisimos que sean 20 años, pero sabíamos que según la ley era imposible. Así que, dentro de lo esperado, fue una buena condena y creemos que puede servir como precedente en un futuro para otros casos”, agregó la joven.
Por su parte, el abogado defensor de Castro, Roberto Casorla Yalet, anticipó que apelará la sentencia al considerar que se trató de un homicidio culposo.
“Entendemos que fue un hecho trágico, pero esto no le quita entidad a un tipo penal que prevé este tipo de conductas. Debió haberse tenido en cuenta que del lado del embestido también había un cartel de ‘Pare’, lo que indica una concurrencia de circunstancias que hacen que no se pueda pensar en un dolo eventual como el que pretende la sentencia”, afirmó el letrado en diálogo con este medio.
El choque ocurrió el 7 de abril de 2023 en la intersección de César Díaz y Chivilcoy, un cruce sin semáforo. Castro conducía a más de 90 km/h, excediendo el límite de velocidad permitido, con 0,27 gramos de alcohol por litro de sangre y restos de cocaína en su organismo.
Embistió la parte trasera de un Renault Duster en el que viajaban las víctimas y otras tres personas: Javier Zylberman, hermano de Clarisa, su esposa y su hija de 14 años. El impacto fue tan violento que ambos vehículos terminaron sobre la vereda, chocando contra un árbol y el enrejado de una casa.
“Íbamos tranquilos, escuchando música; llegamos a la esquina, bajo la velocidad, me fijo si viene alguien; cruzo, y cuando estoy por agarrar la cuneta, siento el impacto”, relató Javier durante las audiencias de debate. Aseguró que, a pesar de estar con mucho dolor, se bajó y empezó a rodear el auto para corroborar cómo estaban el resto de las personas.
Clarisa y Julieta fallecieron en el acto. El conductor del Renault Duster, su esposa y su hija resultaron heridos y fueron trasladados al Hospital Álvarez.
Castro también fue hospitalizado: estuvo 39 días internado, hasta el 16 de mayo, fecha en la que lo trasladaron al penal de Ezeiza, donde permanece bajo arresto desde entonces.
Durante el juicio, iniciado el 22 de octubre pasado, el fiscal Anselmo Castelli, de la Fiscalía N°2, destacó que Castro conducía de forma imprudente y bajo los efectos de sustancias. Solicitó una pena de 12 años de prisión, mientras que la querella pidió una condena por homicidio simple con dolo eventual, que implicaba penas de 8 a 25 años.
El proceso judicial reveló aspectos personales del acusado, quien permaneció detenido en el penal de Ezeiza tras el accidente. Desde su entorno señalaron que Castro pidió perdón mediante una carta pública y que intentó quitarse la vida.
También alegaron que enfrentaba problemas de consumo problemático desde hacía años. Durante su defensa, Castro negó recordar haber consumido drogas la noche del choque y afirmó que pudo haber residuos en su organismo por su adicción previa.
Los fundamentos de la sentencia se conocerán el próximo jueves. Mientras tanto, los familiares de las víctimas esperan que la condena sirva como un precedente para endurecer las penas en hechos de tránsito de estas características.
Quiénes eran las víctimas
Clarisa Zylberman vivía en Villa General Mitre. Hincha de River Plate y trabajadora incansable, era tesorera en una fábrica textil de etiquetas. Había comenzado a disfrutar de la vida tras años de trabajo arduo y dificultades por problemas de salud.
“Mi mamá era una persona súper tranquila, bondadosa, luchadora, valiente, fuerte. Atravesó y venció un cáncer. Laburó mucho toda su vida y recién ahora estaba empezando a disfrutar”, recordó su hija, emocionada.
Julieta Rovea, amiga de la familia, también dejó un vacío imposible de llenar. A sus 43 años, era madre de dos hijos, una joven de 21 años y un adolescente de 16. Nacida en Teodelina, Santa Fe, había construido su vida en Buenos Aires, donde se desempeñaba como administrativa en la Secretaría de Extensión Universitaria y Bienestar Estudiantil de la Facultad de Medicina de la UBA. Tras el hecho, desde la Casa de Estudios la despidieron a través de sus redes sociales.
Julieta también tenía dos emprendimientos junto a su hija: vendían perfumes y remeras. Como hobby, le encantaba bailar tango y solía visitar el club Fulgor de Villa Crespo. Su vida, marcada por el arte, el trabajo y su familia, fue truncada cuando faltaban apenas diez cuadras para llegar a su casa en el barrio de Monte Castro.