El 17 de noviembre último, el cadáver de un hombre fue hallado por la Policía Bonaerense en la zona de San Martín. El cuerpo, colocado dentro de una bolsa de corralón, estaba visiblemente quemado, en posición fetal, pero con sus rasgos intactos. El rostro, todavía, seguía allí. Los forenses que analizaron el cuerpo descubrieron que estaba atado de pies y manos, con varias puñaladas.
Fue considerado un cadáver NN, sin nombre, ya que no había forma de identificarlo. Sus huellas dactilares, que resistieron al fuego, permitieron realizar un análisis papiloscópico. La víctima fue identificada ayer como Guillermo Osvaldo Imas, un pensionado de 54 años.
Por el hecho, la fuerza provincial detuvo a la principal sospechosa del caso. Se trata de su pareja, Susana Esquivel, según confirmaron fuentes del caso a Infobae. Su casa, ubicada en la calle Eva Duarte, fue allanada por la DDI de la zona. Allí se encontró un cuchillo con posibles manchas de sangre que se sospecha sería el arma empleada para cometer el crimen. No es la única detenida: otra mujer, de 27 años, fue arrestada también, acusada de ayudar a Esquivel a mover el cadáver. Ambas se entregaron en una comisaría de la zona en las últimas horas, luego de que se difundiera un pedido de captura en su contra.
Así, se espera la indagatoria de ambas sospechosas, con un expediente por el delito de homicidio agravado por el vínculo a cargo de la UFI N°3 de San Martín.
La secuencia en donde fue descartado el cuerpo fue filmado por varias cámaras de seguridad, lo que permitió a la DDI de San Martín identificar a ambas acusadas. En las imágenes puede verse a una tercera mujer, que continúa prófuga.
El motivo del hecho, por lo pronto, se desconoce. Los investigadores del caso sospechan que Imas sometió a Esquivel a varias golpizas, un caso de violencia de género.
El crimen de Guillermo Imas no es el único hecho macabro investigado por la Bonaerense en San Martín en los últimos meses. A comienzos de septiembre pasado, Estrella Domínguez Fernández, de 75 años, buscada como desaparecida durante diez días, fue hallada muerta dentro de un tambor de 200 litros en su casa en la calle Bidondo. Su propio nieto, Lucas Pedraza, echó a llorar y confesó el crimen tras el hallazgo.
La DDI de San Martín realizó un allanamiento de urgencia por orden de la UFI N°6 de San Martín en la casa, luego de que Pedraza incurrió en fuertes contradicciones con un testimonio poco creíble. Oscar Sanabria, otro sospechoso, también fue arrestado.
Irónicamente, había sido Lucas quien alertó a su madre sobre la ausencia de su abuela. Así, la hija de la víctima realizó una denuncia ante la Policía Bonaerense el lunes 2, con búsquedas en hospitales. La familia vivía en un mismo lote, que tiene tres construcciones distintas: en una vivía la abuela, en otra, Pedraza con su madre y en la tercera, Sanabria que alquilaba el lugar.
Dos días después de la detención de Pedraza, otro crimen fue esclarecido. Antonella Striano, la víctima, tenía 26 años, vivía en Villa Ballester. Trabajaba, se cree, para Marcelo Fabián Álvarez, un comerciante de la zona, que regentea un maxikiosco. La encontraron muerta en su propio barrio, en la esquina de Colón y Artigas; su cadáver estaba envuelto en una frazada. La DDI de San Martín de la Policía Bonaerense fue convocada tras la alerta del caso, con una causa a cargo de la UFI N°5 de la zona.
Relevaron cámaras. De la zona. Vieron, rápidamente, cómo había sido descartado el cuerpo. Un hombre y una mujer lo habían hecho, según las imágenes. La mujer hacía de campana. El hombre se encargaba del resto. El cuerpo fue trasladado en un auto, un Mercedes Benz A200.
La patente era perfectamente legible en esas filmaciones: un chequeo a su número reveló a su titular. Era el viejo jefe de Antonella, el comerciante Álvarez, que la empleaba en negro, sin pagos de aportes de acuerdo al perfil comercial de la víctima.
Poco después, Álvarez fue detenido.